La ONG Sea Shepherd renuncia a perseguir a los balleneros japoneses por impotencia

  • "Hemos descubierto que ahora Japón usa vigilancia militar para seguir en directo por satélite los movimientos de los barcos de Sea Shepherd", afirma la ONG.
  • Han decidido renunciar a su campaña anual de acoso a los balleneros japoneses por su impotencia frente al uso de recursos militares.
  • Creen que deben buscar nuevas estrategias.
El barco Bob Barker, de la ONG Sea Shepherd, se prepara, en diciembre de 2011, para enfrentarse a los balleneros japoneses.
El barco Bob Barker, de la ONG Sea Shepherd, se prepara, en diciembre de 2011, para enfrentarse a los balleneros japoneses.
William West / AFP
El barco Bob Barker, de la ONG Sea Shepherd, se prepara, en diciembre de 2011, para enfrentarse a los balleneros japoneses.

La organización ecologista Sea Shepherd decidió renunciar a su campaña anual de acoso a los balleneros japoneses por su impotencia frente a la marina, informó este martes.

Desde hace doce años la ONG lleva a cabo espectaculares operaciones en alta mar para impedir la caza de ballenas, campañas que dieron a conocer las actividades ilegales de los balleneros en todo el mundo.

Japón asegura que caza ballenas con fines científicos, pero las asociaciones ecologistas afirman que es una excusa y que las autoridades niponas aprovechan de manera deshonesta una excepción a la moratoria de pesca de ballenas decretada en 1986.

El fundador de Sea Shepherd, el canadiense Paul Watson, anunció en un comunicado que los barcos de la organización no zarparán este año y dijo que se necesitan nuevas estrategias de lucha.

"Hemos descubierto que ahora Japón usa vigilancia militar para seguir en directo por satélite los movimientos de los barcos de Sea Shepherd", afirmó en un comunicado publicado el domingo.

"Si saben en todo momento dónde están nuestros barcos nos pueden evitar fácilmente", añade Watson, reconociendo que la campaña 2016-2017 ha tenido menos impacto que las anteriores. "No podemos luchar contra su tecnología militar", asegura.

Watson acusa al gobierno de Tokio de aprobar leyes específicamente destinadas a luchar contra su organización, y asegura que incluso podría desplegar a su marina para proteger a sus balleneros. Por eso cada vez es más difícil según él enfrentárseles, incluso a nivel financiero, con un sector ballenero que tiene el apoyo de "una superpotencia económica mundial".

Balleneros humillados

"El dilema que tenemos es: ¿Debemos continuar destinando nuestros recursos limitados a una nueva campaña en el océano austral que tiene pocas probabilidades de éxito? ¿O deberíamos buscar estrategias y tácticas distintas?", se pregunta el fundador de Sea Shepherd. Este activista de 66 años también acusa a Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda de no apoyar a su organización.

Según él, las autoridades australianas —el país desde donde suelen zarpar los barcos de la ONG— acosa a sus miembros y dificulta su financiación negándole el estatuto de organización caritativa.

El gobierno japonés intentó poner fin a las campañas de Sea Sheperd en los tribunales, acusando a la asociación de métodos "terroristas" por haber embestido a los balleneros lanzado cuerdas contras las hélices.

La ONG, fundada en 1977, asegura por su parte haber sido blanco de granadas aturdidoras y acusa a los balleneros de intentar sabotear a sus barcos.

Un responsable de pesca del gobierno japonés dijo a la AFP que como hay otros grupos que luchan contra los balleneros "continuaremos siguiendo atentamente la situación", pese al anuncio de Sea Shepherd.

En la temporada 2014-2015, Japón tuvo que renunciar a la caza de ballenas por una decisión de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), que consideró que se trata de una actividad comercial.

Tras la sentencia, Japón presentó un nuevo programa a la Comisión Ballenera Internacional (CBI), que prevé capturar 3.996 ballenas en el Antártico en un periodo de 12 años, 333 por temporada frente a las 900 del programa anterior, condenado por la justicia.

El consumo de carne de ballena es una tradición en Japón, un país de pescadores, donde este animal se caza desde hace siglos. La industria ballenera tuvo su mayor auge tras la Segunda Guerra Mundial para alimentar a un país que entonces pasaba hambre.

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