Un estudio realizado por científicos alemanes de la Universidad Giessen, de Furtwangen y del Centro Alemán de Investigación para la Salud Ambiental, publicado en la revista Nature, ha concluido que los estropajos de cocina son un caldo de cultivo tanto para bacterias como para gérmenes.

Concretamente, estos expertos han trabajado con 14 muestras ya usadas para ver la distribución espacial de las bacterisas en el tejido esponjoso de los estropajos e identificar así los factores que pueden influir en la composición de los micoorganismos.

En los estropajos recién comprados, es decir, sin usar no se han hallado restos de bacterias. Sin embargo, en los usados se han detectado sobre todo Proteobacteria (68%) y Actinobacteria (3%). Dentro de estos tipos de bacterias destacan la familia de Moraxellaceae y Pseudomonadaceae.

Estas bacterias halladas son perjudiciales para la salud ya que pueden causar infecciones en aquellas personas que tengan débil el sistema de defensas.

Las mismas bacterias son las que se encargan del mal olor en la ropa sucia, algo que podría explicar el mal olor en los estropajos.

Estos científicos han demostrado que el saneamiento por hervido o incluso el tratamiento con el microondas podría reducir de manera significativa la carga bacteriana, pudiendo llegar a considerarse como una medida de higiene. Sin embargo, también han llegado a la conclusión de que los estropajos tratados así no tienen menos bacterias que las limpias, sino que aumenta la proporción de la Moraxella.

Otra de las conclusiones a las que hace referencia esta investigación es que lavar estas esponjas con jabón o detergente supone un aumento en el porcentaje de bacterias. La explicación a esto es que las bacterias más peligrosas son también las más resistentes.

Pero si hay alguien que se resista a tirar su estropajo, lo mejor es preparar una solución donde se mezcle un 90% de agua y 10% de lejía y lavar el artilugio no más de 30 segundos con esta solución.

La solución más sencilla al problema de las bacterias es reemplazar la esponja cada semana. Siete días son suficientes para que el estropajo con el que lavas los platos se llene de bacterias y no cumpla su función.

Además, es importante oler la esponja ya que si tiene mal olor es un indicativo de que está plagada de bacterias.