La lucha de Pablo Ibar: un calvario de 19 años que se agota en la cadena perpetua

Pablo Ibar en una audiencia en el tribunal de Fort Lauderdale.
Pablo Ibar en una audiencia en el tribunal de Fort Lauderdale.
Giorgio Viera / EFE
Pablo Ibar en una audiencia en el tribunal de Fort Lauderdale.

Pablo Ibar lleva media vida en la cárcel, y en todo momento se ha declarado inocente. Este español de 47 años, de madre cubana, padre vasco, y sobrino del boxeador fallecido Miguel Urtain inició una lucha que todavía hoy continua, aunque cada vez con menos luz. Se ha librado de la pena de muerte pero ha sido condenado a cadena perpetua. Aunque cabe recurso, la familia duda si alargar la agonía.

Ibar fue condenado en el año 2000 a la pena capital por un triple asesinato cometido en 1994, en el que él sigue asegurando que no participó. Había sido detenido junto a un amigo, Seth Peñalver, por traficar con drogas. Ese fue el inicio de su calvario: pasó de ser un simple traficante a un homicida condenado a la cadena perpetua.

El español ha admitido en varias ocasiones que, siendo joven, se juntaba con compañías que no eran del todo acertadas, pero que eso no le convirtió en ningún momento en un asesino. Su padre, Cándido, y su mujer, Tanya, que todavía le visitan en la prisión de Miami en la que se encuentra, han creído siempre en su inocencia.

Casimir Sucharski, dueño de un local nocturno, y dos bailarinas que actuaban en su local son las víctimas por las que Ibar sigue entre rejas. ¿Las pruebas? Unas muestras de ADN que todavía más de una década después siguen dejando dudas y la imagen de una cámara de seguridad en la que se ve, supuestamente, el rostro del español.

Año 2000: la fatal decisión

Después de seis años de contradicciones, juicios anulados y versiones encontradas, en enero del año 2000, Pablo Ibar es condenado a muerte. A pesar de no acatar ni mucho menos la decisión, permanece encarcelado y en ese momento arranca la campaña tanto política como económica para defenderle y demostrar su inocencia.

Durante prácticamente dos años y medio, políticos españoles -como el entonces ministro de Exteriores, Josep Piqué o Alberto Ruíz-Gallardón- inician contactos con sus homólogos en Estados Unidos para presentarles el caso y solicitar mayores facilidades en la investigación.

El 28 de mayo de 2001 un grupo de senadores visita a Ibar en prisión para conocer su versión, pero no será hasta diciembre de 2003 cuando la defensa presente una apelación por "irregularidades" en el proceso judicial.

El caso avanza, y el otro implicado en el caso, Seth Peñalver, se libra de la cadena perpetua. Misma pena que tiempo después se le será confirmada a Ibar.

Etapa de recaudación por un "juicio justo"

La postura absolutamente inamovible de la justicia estadounidense provoca que la defensa y la familia vayan un paso más allá. La Asociación Pablo Ibar, creada con el objetivo de concienciar sobre el caso, consigue recaudar dinero procedente del Gobierno vasco y a finales de 2008 la recaudación ascendía ya a 400.000 euros.

Se siguen poniendo en entredicho las imágenes que inculpan a Ibar, y por si eso fuera poco, un testigo presenta una declaración en la que otro preso confiesa ser el culpable de los asesinatos. Nada de eso convence a los jueces.

Dos recursos para repetir el juicio y varios reveses después, el caso de Pablo Ibar empieza a tomar una senda favorable al español: en 2014 la defensa solicita al Supremo de Florida la repetición de la vista, y dos años después, este la concede. Habría que esperar otros dos años para que el mismo tribunal anulase la cadena perpetua.

Ibar es entonces trasladado a una cárcel de Miami, en la que no puede recibir visitas. Se comunica con sus familiares con una pantalla y dos veces a la semana. Eso sí, la lucha no ha terminado.

Una oportunidad más

Después de que el 5 de agosto de 2016 se le fuese denegada la libertad condicional, la defensa y la familia del español presentan un dictamen psicológico que anula el testimonio incriminatorio de Gary Foy. Tampoco sirve.

El 14 de julio de 2017, en una breve audiencia, la jueza Barbara McCarthy, en quien había recaído el caso tras la salida de Singhal, señaló que no sabía si aceptaría el caso o se inhibiría, como así fue.

El caso fue transferido a la jueza Lisa Porter, una magistrada que desarrolla su trabajo en "una unidad de juicios especiales que maneja casos complejos", según los abogados de Ibar. Tras revisar el caso, concluyó que Ibar tiene derecho a un nuevo juicio.

2019: doble decisión contra Ibar

En la que se dibujaba como su última oportunidad, en enero de este año, todo volvió a salir mal: el jurado alcanzó su veredicto unánime y volvió a declararle culpable. Aunque posteriormente uno de los miembros retractó, el juez decidió no repetir la vista a pesar de las peticiones de la defensa y de la familia.

El último capítulo, o eso parece, llegó este miércoles. Solo había dos opciones: volver al corredor o ser condenado a cadena perpetua. El jurado eligió la segunda para un Pablo Ibar que mantiene su lucha, pero cada vez con menos fuerzas.

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