Primera exposición en España de Lewis Baltz, fotógrafo que sacó al paisaje de su condición sagrada

  • El estadounidense, fallecido en 2014, fue uno de los pilares de la fotografía 'topográfica', la descripción fría y carente de emotividad del espacio.
  • El movimiento entendía el paisaje como propiedad, escenario urbanizado, estructurado y poblado, una 'arquitectura muda' sin otro valor que el económico.
  • La Fundación Mapfre trae a Madrid 400 obras de Baltz.
A Lewis Baltz le interesaban sobre todos los temas relacionados con los suburbios, donde las ciudades empezaban a ser otra cosa, una 'nociudad'
A Lewis Baltz le interesaban sobre todos los temas relacionados con los suburbios, donde las ciudades empezaban a ser otra cosa, una 'nociudad'
Deichtorhallen Hamburg / Falckenberg Collection, Hamburgo
A Lewis Baltz le interesaban sobre todos los temas relacionados con los suburbios, donde las ciudades empezaban a ser otra cosa, una 'nociudad'

Para Lewis Baltz (1945-2014) el paisaje, lejos de ser un territorio sagrado, era una mera propiedad que podía ser tasada y reducida a un solo valor, el económico. Convencido de que el territorio ha de ser retratado con técnicas topográficas, compuso durante su carrera como fotógrafo una especie de registro catastral que desacralizó el ambiente natural.

Nunca antes se había celebrado en España una exposición de tan extenso recorrido sobre la obra de Baltz como la que se celebra, desde el 9 de febrero hasta el 4 de junio, en la Fundación Mapfre de Madrid [sala Bárbara de Braganza]. Está compuesta por 400 obras de un autor que se convirtió en pilar ideológico y creativo del movimiento surgido en los EE UU en 1975 a partir de la colectiva New Topographics:  Photographs of a Man-Altered Landscape (Nuevas topografías: fotos de un paisaje alterado por el hombre).

Cuestionando la idea del paisaje como asociado a las imágenes obligadamente bellas y existenciales, casi sagradas, los topógrafos —el más conocido de los cuales quizá sea Stephen Shore— empezaron a mostrar el territorio como un hecho real, resultado de la casi siempre desafortunada acción del hombre. La fotografía era para Baltz un instrumento de medición, una "herramienta de investigación y conocimiento" distante del arte puramente formalista, dicen desde la Fundación Mapfre, productora de la muestra.

Actuó como un profesional de la fotografía directa y sin sofisticación pero tuvo siempre en cuenta el contenido conceptual. Concebía el paisaje como "espacio urbanizado, estructurado y poblado", y mostró ese panorama como una "arquitectura muda y prácticamente sin rostro", convirtiendo el paisaje en "propiedad inmobiliaria", un terreno donde el campo y la ciudad valían exactamente lo mismo en términos monetarios.

'El paisaje usado, gastado, transformado, capitalizado'

Con sus colegas de corriente, Baltz dejó de mirar a la naturaleza intacta, a los parques nacionales que tanto gustaban a la escuela naturalista estadounidense encabezada por el patriarca y autor de panoramas que debían reproducir la perfección de la naturaleza Ansel Adams. Baltz, añaden desde la exposición, dirigió la mirada hacia el "paisaje usado, gastado, transformado, capitalizado" y, casi siempre, a los suburbios que crecían con rapidez y proliferaban en las ciudades estadounidenses.

"Los suburbios, los límites de la ciudad, los lugares en los que la ciudad se convierte en la nociudad, son los lugares que están mutando, los lugares en los que el futuro pende de un hilo", decía el fotógrafo a propósito de su visión del paisaje como territorio "delimitador, excluyente, pero ante todo ocupado". La única forma de ver el mundo moderno, añadía, era dando la espalda al romanticismo.

La exposición presenta y debate la obra de Baltz en su totalidad, desde las primeras series fotográficas en blanco y negro de los años sesenta y setenta —The Prototypes Works, The Tract Houses o The new Industrial Parks near Irvine, California—, que colocaba en un orden reticulado y meticuloso.

Reticulado y meticuloso

También se expone el trabajo en color y la exploración de nuevos lenguajes artísticos de los últimos años de la carrera de Baltz, con obras como Ronde de Nuit, The Deaths in Newport o Venezia Marguera, donde jugó con la idea de una hiperrealidad fotográfica en la que no resulta posible distinguir entre los acontecimientos auténticos y los simulados.

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