Apenas eran 200, pero sabían que era la última vez y no querían perdérsela. Convocadas por varias asociaciones y partidos de extrema derecha, alrededor de dos centenares de personas celebraron ayer el 20-N en Santander ante la estatua de Francisco Franco que el Ayuntamiento retirará en mayo.

Una misa en memoria del dictador y de José Antonio Primo de Rivera abrió un acto en el que no faltaron las banderas preconstitucionales ni los saludos romanos ni el 'Cara al Sol'.

Una docena de policías custodiaban los escasos 100 metros que separaban la estatua de la iglesia ante la mirada indiferente de los santanderinos, ya acostumbrados a esta cita anual con el pasado.

Un panegírico con aire marcial a cargo de Telmo Azcona y un encendido discurso del ultraderechista argentino Jorge Cesarsky siguieron al responso en memoria de los "caídos" en la "cruzada".

Cesarsky denunció ante los medios una nueva conspiración, la de series de televisión como "'Cuéntame cómo pasó' o 'El Comisario' por presentar a la extrema derecha como "los dóberman".

No hubo en este caso concentración alternativa de la izquierda ni se produjo ningún incidente durante los escasos quince minutos que duró la concentración, en la que además de los nostálgicos del régimen se pudieron ver también jóvenes con estética ultra.

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