Estado Islámico controla importantes zonas en Irak pese a la pérdida de Mosul

Una columna de humo se eleva de varios edificios en Faluya (Irak).
Una columna de humo se eleva de varios edificios en Faluya (Irak).
Str. / EFE
Una columna de humo se eleva de varios edificios en Faluya (Irak).

La pérdida de Mosul este domingo se suma a otros puntos clave que Estado Islámico ha dejado de tener bajo control, como Tikrit, Ramadi, Palmira o Al Qayyarah. Pese a ello, el grupo yihadista sigue controlando importantes porciones de territorios en Irak y amenaza otras zonas bajo la égida gubernamental.

La gran ofensiva que el grupo lanzó en junio de 2014 le permitió hacerse con amplias regiones al norte, oeste y este de Bagdad. Éstas son algunas de las que aún controla.

Tal Afar: El grupo tomó en junio de 2014 la ciudad, en el norte, a medio camino entre Mosul y la frontera con Siria. Tal Afar, que entonces tenía una población estimada en 200.000 habitantes, era un enclave chiita en una región fundamentalmente sunita y poblada en gran medida por turcomanos. "Tal Afar será un poco como Mosul, una operación de liberación bastante convencional", afirma Michael Knights, del Instituto Washington para la Política de Oriente Medio. Pero antes de lanzar cualquier ofensiva, hay que resolver cuestiones espinosas: ¿Qué tropas participarán? ¿Quién controlará la ciudad cuando sea recuperada?

"La insistencia de las milicias chiitas [progubernamentales] en controlar Tal Afar, mientras que Estados Unidos y Turquía rechazan siquiera permitir que estas milicias participen" en la batalla, podría llevar a conflictos, señala Patrick Martin, del Instituto para el Estudio de la Guerra.

Hawija: En la provincia de Kirkuk, está situada a 180 kilómetros al sureste de Mosul y casi a 300 kilómetros al norte de Bagdad, en una región bajo control kurdo. Cayó en manos de los yihadistas en junio de 2014 y hace años que es un polvorín.

La muerte de 50 personas en abril de 2013, durante una intervención de las fuerzas de seguridad contra un campamento de militantes antigubernamentales, fue un acontecimiento clave del largo ciclo de violencia que sufrió Irak y que desembocó en la toma de un tercio del país por Estado Islámico en 2014. En Hawija también "hay cuestiones políticas que impiden el inicio de cualquier operación", explica Patrick Martin.

"La convergencia de fuerzas iraquíes kurdas, que buscan controlar Kirkuk y sus recursos petroleros; milicias iraquíes chiitas, que quieren evitar el separatismo kurdo; y fuerzas gubernamentales iraquíes podría llevar a la inestabilidad" cuando se recupere Kirkuk, comenta. "Es un nido de riesgos, una isla sin gobierno", subraya por su parte Michael Knights, quien considera que esta zona será, sin lugar a dudas, tratada en último lugar.

Provincia de Al Anbar: Las fuerzas iraquíes recuperaron las dos principales ciudades, Ramadi y Faluya. Pero el grupo terrorista aún controla una franja de tierra en la parte oeste, a lo largo del valle del Éufrates, y concretamente la región de Al Qaim, que está pegada a la frontera con Siria, sumida en la guerra.

Aunque sean reconquistadas, será muy difícil controlar estas zonas. "Mantener la frontera impidiendo las incursiones en las amplias zonas desérticas del oeste de Al Anbar con pocos efectivos será un gran desafío" para Bagdad, advierte Patrick Martin.

Zonas bajo control gubernamental: Hay numerosas zonas controladas por el poder sobre las que pesa una verdadera amenaza yihadista, aunque sea difusa. "Cuando las zonas abiertamente controladas por Estado Islámico sean liberadas habrá que volver a lanzar operaciones en otras partes", opina Knights, poniendo como ejemplo la provincia de Diyala, en el este, donde los yihadistas reaparecieron después de que las autoridades anunciaran haber recuperado la región en 2015.

De forma más generalizada, el resentimiento persistente de los árabes sunitas contra el Gobierno iraquí, de mayoría chiita, combinado con la guerra civil en la vecina Siria, parece haber permitido que Estado Islámico recuperase posiciones. Irak se enfrenta además a la necesidad imperativa de lograr una reconstrucción exitosa, y de una cierta reconciliación entre chiitas y sunitas si quiere evitar el resurgir de los yihadistas.

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