Como todas las grandes cumbres, la reunión del G-20 de Hamburgo ha dejado imágenes y momentos memorables entre los líderes de las grandes potencias mundiales, que se esfuerzan por aparecer como grandes amigos a pesar de sus divergencias, a veces enormes.

La primera dama de Estados Unidos, Melania Trump, tenía previsto el viernes participar junto a los demás cónyuges (incluyendo al marido de Angela Merkl, Joachim Sauer) en un crucero en esta ciudad portuaria. Pero el caos provocado por las manifestaciones la obligaron a quedarse durante un buen rato en su residencia, sin poder salir por razones de seguridad.

Cuando finalmente pudo poner un pie fuera del lugar se quedó sin ver a su marido, Donald Trump, en ese momento encerrado por primera vez en una habitación para un esperadísimo encuentro con el presidente ruso, Vladimir Putin.

"Había tantos temas sobre la mesa (...) Quisieron tratarlos todos. Ninguno de los dos quería parar", explicó el secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, tras la reunión de dos horas y cuarto de duración. "Creo que incluso mandaron llamar a la primera dama para ver si los podía sacar de allí pero tampoco funcionó (...) Hablaron una hora más", aseguró.

El flamante nuevo presidente francés, Emmanuel Macron, de 39 años, se movió como pez en el agua en la cumbre, saludando efusivamente y con complicidad a líderes de todo el mundo.

Pero aún así sorprendió un saludo muy cordial a Donald Trump, acercándose tanto a su mejilla que algunos lo interpretaron como un beso. Si lo fue o no sigue siendo un tema de discusión entres numerosos analistas y medios presentes en Hamburgo.

En todo caso está claro que ambos tuvieron muy buena sintonía, también durante la foto de familia, en la que Macron decidió cambiar su posición oficial para ponerse al lado de Trump y evitar así que su "amigo" se quedara solo en la punta.

Los líderes mundiales no solo intentaron resolver los grandes problemas del planeta sino también tuvieron momentos de respiro. Fue el caso del concierto de gala en el Elbphilharmonie, una prestigiosa sala de conciertos de Hamburgo, donde escucharon la novena sinfonía de Beethoven.

A su entrada en la sala, Trump pareció recibir un gran aplauso del público y respondió con una gran y satisfecha sonrisa. Pero los medios revelaron que en realidad la ovación iba dirigida al presidente francés Emmanuel Macron.

La canciller alemana, Angela Merkel, anfitriona del encuentro, y el presidente ruso Vladimir Putin tuvieron un diálogo muy animado antes de una de las conferencias de la cumbre.

Con un dedo levantado hacia el cielo, el líder ruso parecía dar lecciones sobre un tema de extrema importancia. Merkel reaccionó con una expresiva mirada, con la vista hacia cielo como si dijera: "¿Pero qué me estará contando?".

Una secuencia que dio múltiples vueltas en internet y está sujeta todavía a mil interpretaciones distintas, como todo lo que atañe a las relaciones reales o imaginadas entre los más poderosos del planeta.