Historia de la fiesta de San Fermín y sus encierros

Una joven trata de esquivar la cornada de una vaquilla durante la sexta jornada de encierro de los sanfermines en la plaza de toros de Pamplona. Julio 2013.
Una joven trata de esquivar la cornada de una vaquilla durante la sexta jornada de encierro de los sanfermines en la plaza de toros de Pamplona. Julio 2013.
JIM HOLLANDER / EFE
Una joven trata de esquivar la cornada de una vaquilla durante la sexta jornada de encierro de los sanfermines en la plaza de toros de Pamplona. Julio 2013.

Los sanfermines encaran una nueva edición que concitará a miles de personas para celebrar una fiesta cuyo rico bagaje de historia y tradiciones muchos desconocen, basada en "una pluralidad de componentes y funciones antropológicas" que ha atesorado con los siglos y aún hoy sigue incorporando novedades.

Así lo ha señalado en una entrevista con Efe el profesor Ricardo Fernández Gracia, de la Cátedra de Patrimonio y Arte de la Universidad de Navarra, quien repasa los orígenes piadosos y la evolución más mundana de una celebración que "se ha hecho más espectacular y menos ritual", aunque mantiene la fiesta religiosa.

San Fermín fue el primer obispo de Pamplona, y su culto se documenta desde el siglo XII, cuando se importó de Amiens (Francia), donde fue martirizado después de bautizar a miles de personas.

El que muchos creen patrón de Pamplona es en realidad copatrono de Navarra junto a San Francisco Javier desde 1657, aunque su fiesta se remonta a siglos antes. Ya se celebraba cuando en 1186 el obispo de Pamplona Pedro de París recogió en Amiens las reliquias de San Fermín y dispuso que su fiesta el 10 de octubre tuviera igual rango que la de los apóstoles.

En 1591 las fiestas se trasladaron al 7 de julio y con el tiempo "fueron atesorando una pluralidad de componentes y funciones antropológicas", señala el experto que asegura que "los sanfermines que hoy conocemos son la suma y condensación de tradiciones, costumbres, hábitos y fenómenos diversos de distintas épocas", incluida la actual, con un acto inicial del chupinazo que tan sólo tiene décadas de tradición.

En cuanto a su modo de celebración, desde la Baja Edad Media se relaciona con ferias comerciales el 10 de octubre, aunque "cuando las diversiones profanas (danzas, músicas, comedias) cobraron importancia, el ayuntamiento pidió el traslado de la fiesta al 7 de julio, con un tiempo más propicio para las celebraciones".

"Desde hace cuatro siglos se documentan comedias, danzas, funambulistas, titiriteros, fuegos artificiales, sin que faltaran los gigantes, prohibidos en 1780 por Carlos III y recuperados tras la Guerra de la Independencia al ser encontrados en las dependencias de la catedral", dice Fernández Gracia.

"Por supuesto" que también estaban los toros presentes en las celebraciones, ya que desde finales del siglo XIV hay constancia de corridas de toros en la ciudad, y desde el siglo XVI se conocen "numerosos datos sobre las diversiones con los toros, como parte fundamental de las fiestas en honor al santo".

"Las cuentas municipales y algún cronista dejaron buenos testimonios de cómo los toros eran la principal de las diversiones de los pamploneses de siglos pasados", con corridas con hasta 16 toros y toreros hábiles que hacían la suerte del palenque, alanceaban a los astados o intentaban rendir a la res con perros.

En cuanto al encierro actual, nació "por la necesidad de trasladar a los toros desde los extramuros de la ciudad al coso taurino", hasta donde la manada era conducida por un grupo de caballistas y las gentes participaban con sus varas y garrochas.

La razón de su arraigo "habrá que buscarla en su sintonía con las gentes de la tierra atraídas por el riesgo y la peligrosidad", y su masificación actual tiene mucho que ver con los textos de Hemingway y la repercusión de estas fiestas en los medios de comunicación.

Sobre su evolución, el profesor advierte de que las fiestas "constituyen un fenómeno dinámico" y que "aparentemente se han secularizado y se han vuelto más lúdicas, identitarias y supralocales. Se han hecho más espectaculares y menos rituales".

En cuanto a su futuro, y a la posibilidad de que los sanfermines "mueran de éxito", Fernández Gracia no se imagina ese fin para el encierro, por ser actualmente "uno de los componentes más fuertes de la fiesta y que, psicológicamente, tiene su función antropológica y de catarsis", aunque opina que, "como todos los grandes fenómenos de masas, necesitará una adecuación a los tiempos".

Mostrar comentarios

Códigos Descuento