El cambio climático revoluciona la migración de las aves

Un ave con su plumaje cubierto del petróleo derramado por un buque.
Un ave con su plumaje cubierto del petróleo derramado por un buque.
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Un ave con su plumaje cubierto del petróleo derramado por un buque.
El cambio climático está provocando cambios radicales en los comportamientos de las aves migratorias españolas, rompiendo así con órdenes naturales cuidadosamente transmitidas en sus genes generación tras generación durante miles de años.

Los inviernos son ahora más suaves en Europa y más secos en el África subsahariana, donde tradicionalmente estos animales tienen sus cuarteles de invernada.

La comida abundante ya no está en el sur, sino en el norte.

Viajan menos

Y muchas especies están descubriendo cómo el peligroso viaje entre los dos continentes es cada vez menos atractivo.

El ejemplo más conocido es el de las cigüeñas blancas.

Muchas ya no se van cuando llega el verano, adaptadas a alimentarse en vertederos donde la comida nunca escasea.

Otras hacen todavía ese incierto viaje movidas por su instinto, pero tras recorrer miles de kilómetros, y prácticamente nada más llegar a la zona, cada vez más reseca y pobre, se dan la vuelta pues no les ha merecido la pena el esfuerzo.

Miles de las que cruzaron el estrecho de Gibraltar este verano ya están de nuevo de vuelta en sus campanarios, peleando los nidos con las que sí se quedaron.

También sus primas, las cigüeñas negras, prefieren cada vez en mayor número los campos extremeños y andaluces a los de Malí o Níger.

No son las únicas aves migratorias con cambios radicales en sus comportamientos.

Ornitólogos desorientados

Los ornitólogos están este otoño verdaderamente desorientados con la observación de especies que deberían estar ya en África hace varios meses y siguen en nuestro país.

Se están viendo águilas culebreras en Málaga, Cádiz y Doñana, pues como ya no hace frío, lagartos y serpientes, sus manjares favoritos, están todavía atrayentemente activos en el campo.

Aviones y golondrinas siguen por el sur peninsular alimentándose de los muchos mosquitos existentes, todavía abundantes ante el retraso de las heladas.

El problema no afecta tan sólo a España.

Grullas que no llegan a España

Una amiga llamó la pasada semana desde Berlín a la ornitóloga Karin Schmidt para darle una sorprendente noticia: en Alemania hay ahora mismo más de 60.000 grullas que viajaban hacia la Península ibérica y han detenido su viaje para quedarse a pasar allí el invierno.

El año pasado ocurrió algo similar, pero entonces sólo fueron 30.000 las que prefirieron no seguir hacia las dehesas extremeñas.

También en el norte de Europa hace ahora menos frío y a las grullas ya no les sale rentable tanto viaje.

Más aves africanas

A los que sí parece compensarles el esfuerzo es a especies típicamente africanas, cada vez más afincadas en nuestros eriales peninsulares, tan parecidos a los suyos.

Como el camachuelo trompetero, el corredor sahariano, los buitres moteados (típicos de la sabana), el vencejo moro o el elanio azul.

Antes eran rarísimos, pero ya no.

Vienen en busca de nuestros desiertos y se han adaptado a ellos estupendamente.

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