La joven condenada por dejar sorda a otra en 2006 vuelve a pedir indulto con 1.200 firmas y un parte de buena conducta

  • La joven condenada por dejar sorda a otra con la que se peleó hace 11 años en València ha vuelto a pedir al Gobierno el indulto con 1.200 firmas de apoyo, una certificación de la Policía Local de buena conducta y otra del párroco de la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Manises en el que se constata "conducta intachable y buena convivencia".
Ciudad de la Justicia
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EUROPA PRESS
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Así consta en el escrito, al que ha tenido acceso Europa Press, que ha remitido la condenada a la Sección de Indultos del Ministerio de Justicia. La joven ya pidió el indulto pero el Ejecutivo se lo denegó hace más de un mes -pese a que tanto la Fiscalía como la Audiencia de València se habían mostrado favorables a su concesión parcial-, lo que le obligaba a ingresar en prisión para cumplir la pena que se le impuso de seis años.

La joven, de 31 años en la actualidad y de 20 años en el momento de los hechos, fue condenada en 2012 por agredir a otra chica a la que causó una hipoacusia mixta del 70% en el oído derecho y una neurosensorial del 50% en el izquierdo. En 2013, el Tribunal Supremo ratificó la condena de seis años de cárcel por un delito de lesiones.

En la nueva petición de indulto que dirige a Justicia, la joven, representada por el abogado Emilio Pérez Mora, argumenta que carece de antecedentes penales y policiales y que "jamás" con anterioridad a la agresión tuvo problema alguno con la Administración de Justicia, ni tampoco después. "El hecho por el que fui condenada fue un hecho puntual, producido en un instante, sin preparación, premeditación ni conciencia alguna del resultado", ha mantenido.

Asimismo, la condenada, quien defiende que lleva desde los 17 años trabajando y que tiene buenas relaciones de vecindad, indica en el escrito que en la medida de sus posibilidades económicas, está haciendo frente al pago de la responsabilidad civil impuesta -67.143,38 euros- y señala que está "totalmente integrada en la sociedad" al haber transcurrido 10 años y seis meses de los hechos.

También advierte de que "en ningún caso" ha sido responsable de las "indebidas" dilaciones en la tramitación de este procedimiento puesto que "únicamente" interpuso un recurso de casación contra la sentencia dictada por la Audiencia que le condenó. Junto a ello, afirma que es madre de una niña de cinco meses.

Para respaldar sus afirmaciones, adjunta a su escrito un documento con 1.200 firmas de apoyo así como una certificación de la Policía Local de buena conducta y otra del párroco de Sagrado Corazón de Jesús de Manises en el que se expone su conducta "intachable y buena convivencia".

"EXCESIVAMENTE GRAVOSO"

"La efectiva pena que debo cumplir en prisión es excesivamente gravosa, y con el cumplimiento de la misma, se quebrantaría el equilibrio social, laboral y familiar obtenido con gran esfuerzo", mantiene. "No es necesario mi reinserción ni tampoco la pena, puesto que estoy total y absolutamente integrada en la sociedad", expone. "La pena no va a cumplir con sus funciones de prevención general y de reinserción social", insiste.

En resumen, reitera: "La pena impuesta, además de ser desproporcionada, en modo alguno supondría satisfacción alguna para la sociedad dada la inutilidad de su cumplimiento y la nula satisfacción que ni siquiera para la víctima tendría dado el transcurso del tiempo".

Por este motivo, reclama al Ejecutivo un indulto parcial. Esto es que se le conmute la pena de seis años por la de dos años de prisión. De esta manera, dado que no tiene antecedentes penales, podría pedir la suspensión del ingreso en la cárcel.

LOS HECHOS

Los hechos se remontan al 17 de diciembre de 2006 y tuvieron lugar en una tienda del centro comercial El Saler. Según consta como probado en la sentencia de la Audiencia, la condenada estaba molesta con la víctima porque "se trataba" con un chico del que había sido pareja.

Ese día, la condenada, mientras trabajaba en un local del centro comercial, observó a la víctima, quien iba acompañada de una amiga, mientras ambas revolvían prendas acabadas de ordenar. "Molesta" con ella, se abalanzó sobre ella, la tiró al suelo y le golpeó repetidamente en la cara y en el pecho con puñetazos y patadas, y le sacó a golpes de la tienda.

Como consecuencia de esta agresión, a la víctima le quedó como secuela irreversible una sordera bilateral y trastorno por estrés postraumático. Tras varias pruebas y exploraciones, fue en enero de 2008 cuando se le diagnosticó la hipoacusia y se indicó que las lesiones en ambos oídos no tenían tratamiento quirúrgico. El único era con prótesis auditivas. La condenada negó siempre las patadas y puñetazos y habló de "empujones y tirones de pelo".

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