La nueva vida de Ahmad tras obtener el asilo en España: "He aprendido a no tener miedo"

  • Con motivo el 20 de junio del Día Mundial de los Refugiados, más de cien entidades se han unido por primera vez para convocar una marcha este sábado.
  • Uno de los encargados de presentarla ha sido Ahmad Alibrahim, a quien el Gobierno español le concedió la protección internacional en 2015.
  • En estos dos años, este joven sirio ha podido encontrar trabajo, una familia de acogida y ahora se plantea estudiar una carrera. 
  • Consulta el manifiesto 'Basta de excusas. No más barreras. Queremos acoger ¡ya!'
El joven sirio Ahmad Alibrahim, a quien se le concedió el asilo en España en 2015.
El joven sirio Ahmad Alibrahim, a quien se le concedió el asilo en España en 2015.
ELENA BUENAVISTA
El joven sirio Ahmad Alibrahim, a quien se le concedió el asilo en España en 2015.

Ahmad Alibrahim ya no tiene miedo a dar la cara ni a que se conozca su nombre completo. Su vida ha cambiado mucho desde aquel junio de 2015 en el que atendió a 20minutos para contar su historia. Este sirio, que llevaba entonces muy pocos meses en España, no quiso en aquel momento que se publicara su apellido y, a la hora de hacer la foto, se ocultó detrás del documento que certificaba que era solicitante de asilo, un derecho del que hoy ya disfruta.

"Pensaba que me podrían perseguir o que me podría detener la Policía si hacía cualquier comentario sobre política. Nací y me crie en una dictadura. No sabía nada sobre la libertad", relata en un español bastante fluido. "Ahora he aprendido que estoy en un país en el que puedo hablar mientras no falte al respeto a nadie y diga la verdad. He aprendido que no tengo que tener miedo ni tengo que esconderme detrás de una tarjeta", continúa.

Este joven de 23 años hace esas declaraciones sentado sobre el escenario del Teatro del Barrio, en Madrid, donde minutos antes ha participado en la presentación de la manifestación que tendrá lugar el próximo sábado; una presentación en la que ha estado acompañado del periodista Vicente Romero, el activista e investigador Gonzalo Fanjul, y la saharaui Cheija Abdalahe, con estatuto de apátrida. Todos ellos han hecho un llamamiento a la sociedad para que se movilice y lograr así un acto multitudinario. 

La iniciativa ha sido organizada, con motivo el 20 de junio del Día Mundial de los Refugiados, por más de cien entidades, entre asociaciones, ONG, sindicatos, movimientos sociales y partidos, unidas por primera vez para convocar una marcha bajo el lema Basta de excusas. No más barreras. Queremos acoger ¡ya!. Con ella pretenden "exigir al Gobierno español, y a la UE en su conjunto, que no jueguen con la vida de millones de personas y ofrezcan unas políticas migratorias y de acogida que garanticen los derechos humanos". En septiembre se cumple el plazo para que lleguen a España los 17.337 refugiados con los que el Ejecutivo se comprometió y a estas alturas solo lo ha hecho el 7%, un porcentaje "vergonzoso". 

27 intentos en Melilla

Ahmad no forma parte de ese cupo. Él huyó de su pueblo hace más de tres años para evitar que le obligaran a cumplir el servicio militar y con ello a luchar en la guerra. Aquel era su primer viaje y partía solo, sin familiares ni amigos. Pasó por Líbano, Argelia y Marruecos y, tras casi una treintena de intentos, logró entrar en Melilla. "Lo intenté 26 veces y todas ellas me devolvieron a Marruecos, ya fuera desde la frontera marroquí o desde la española. A la número 27 me dejaron pasar para solicitar asilo", recuerda.

Pese a la multitud de negativas recibidas no cesó en su empeño porque estaba convencido de que tarde o temprano entraría en España y no se planteaba hacerlo de otra manera. "La alternativa habría sido volver a Argelia, de ahí a Libia y cruzar por mar, pero mucha gente está muriendo en el mar. Este camino era más difícil pero más seguro", argumenta. 

La petición la formalizó en noviembre de 2014 y la respuesta tardó ocho meses en llegar, ocho meses de gran incertidumbre: "Tenía la preocupación de no saber cuánto iban a tardar. Con la tarjeta que tenía no encontraba trabajo. Te la dan para tres o seis meses y para seis meses nadie me contrataba. Además hay mucha gente que no sabe qué significa esa tarjeta". 

Ahmad vivió la espera en el centro de acogida de la ciudad madrileña de Getafe, gestionado por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), y al que había sido trasladado después de estar 25 días en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla. Allí realizó varios cursos de formación y se afanó en aprender español. Pero su mente estaba centrada en "obtener los papeles". No siempre es fácil pero la terrible situación por la que atraviesa Siria ha llevado al Gobierno a tener especial atención con los solicitantes de dicha nacionalidad. En España suelen concederse menos de la mitad de las peticiones de asilo recibidas. En 2016 se registraron 15.755 —un nuevo récord—, presentadas principalmente por venezolanos (3.960), sirios (2.975) y ucranianos (2.570). Solo 6.855 personas, el 43,5% del total, obtuvieron un informe favorable, y de ellas, un 90% procedían del país árabe.

Informático, abogado o trabajador social

Casi dos años después de que le comunicaran que su instancia sí había sido resuelta positivamente, este asilado ha homologado su título de bachiller y espera poder empezar a estudiar una carrera en breve. Informática, Derecho o quizás Trabajo Social. Aún no lo tiene claro. Sí sabe que lo compaginará con las clases de español en la Escuela Oficial de Idiomas y con el trabajo por las noches como conserje en las oficinas de CEAR.  

En este tiempo también ha pasado de residir en el centro de acogida de Getafe junto a otros solicitantes de asilo a vivir en un piso de Madrid, junto a un español al que conoció gracias a una de las trabajadoras del centro. Este le acogió en su casa y Ahmad se muestra muy agradecido: "No tengo palabras para describir cómo me trata. Soy como uno más de la familia". El hombre, divorciado, es padre de un niño de 13 años, que se ha convertido en un hermano más para el joven sirio.

Los ocho que tiene biológicos se encuentran repartidos por diferentes países. Gracias a la obtención del asilo ha podido viajar y visitar a los dos que están en el Kurdistán iraquí pero a los de Libia, Argelia o Siria no ha vuelto a verlos. Tampoco a su madre. Su padre murió antes de que él emigrara y ella sigue allí. Mantienen el contacto a través de internet, pero la conexión no siempre funciona. "Por cuestiones de reagrupación podría traerla a España pero dice que sin mis dos hermanos no se va", comenta su hijo.

La protección internacional otorgada a Ahmad se concede por un periodo de cinco años, renovables en función de la situación en el país de origen del solicitante. Él no sabe si la guerra en Siria acabará o no pero no pierde la esperanza de volver algún día a su tierra: "A tu casa, a tu habitación, a donde has nacido... Nunca me imaginé salir de allí". Le resulta difícil hacer planes a largo plazo y por ahora solo piensa en que se encuentra en un sitio seguro, en el que además afirma haber recibido grandes muestras de afecto, un lugar en "el que la sociedad va por un camino diferente al de sus gobiernos".

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