Belén Barreiro, socióloga: "Vamos a tender a una sociedad más desigual"

  • La fundadora y directora de MyWord publica 'La sociedad que seremos'.
  • La autora estructura a la ciudadanía en cuatro grupos, constituidos tras las crisis económica y la revolución tecnológica.
  • Barreiro habla del beneficio de las nuevas tecnologías y rechaza que generen incomunicación, mayor infelicidad o una audiencia más manipulable.
La socióloga Belén Barreiro, directora de MyWord y autora del libro 'La sociedad que seremos'.
La socióloga Belén Barreiro, directora de MyWord y autora del libro 'La sociedad que seremos'.
ELENA BUENAVISTA
La socióloga Belén Barreiro, directora de MyWord y autora del libro 'La sociedad que seremos'.

Miguel tiene 45 años y disfruta de una vida cómoda. Está casado, con dos hijos y paga un seguro médico que cubre a toda la familia. Tiene un perfil muy digital tanto en la forma que tiene de informarse sobre política como a la hora de comprar. Alicia, de 37 años, se ha visto azotada por la crisis y su situación laboral es mala. Utiliza mucho las redes sociales y las nuevas tecnologías. Sabino trabajó toda su vida en una compañía de seguros y ahora ya está jubilado. Tiene una situación económica muy desahogada y vive con cierta pereza y despiste la revolución tecnológica. Josefa, de 61 años, siempre ha tenido una vida difícil que la crisis ha complicado aún más. Vive las nuevas tecnologías con total pavor porque es un mundo que se mueve en una dirección que ella no entiende.

A través de las historias de estos cuatro personajes, la socióloga Belén Barreiro analiza en La sociedad que seremos (Editorial Planeta) a la nueva ciudadanía surgida tras la crisis y la revolución tecnológica. Cada uno de ellos representa a uno de los grupos en los que la directora de la empresa de investigación social MyWord estructura España: digitales acomodados, digitales empobrecidos, analógicos acomodados y analógicos empobrecidos.  

¿Cómo se construyen los cuatro personajes sobre los que se vertebra el libro?

Estos personajes representan a la España de hoy, esa sociedad cuádruple que propongo en el libro. Una España que ha quedado fracturada por la crisis económica, que ha generado una sociedad dual de empobrecidos y acomodados, y la revolución tecnológica, que divide a los digitales y a los analógicos. Estos propulsores de cambio interaccionan generando esta España cuádruple. Hay una descripción de cómo son sus vidas pero en realidad son productos estadísticos. Incluso los nombres, menos en el caso de Sabino, que es un nombre que le pegaba al personaje, son los más probables en cada una de esas categorías. Los detalles de sus vidas están hechos a partir de un análisis estadístico.

¿Se corresponden con los cuatro principales partidos?

Hay una tendencia de cada una de las Españas a votar por uno de los cuatro partidos. Está la tendencia a que Miguel, que es este analógico acomodado, vote a Ciudadanos. Alicia, que es digital empobrecida, tiende a votar a Podemos. Los analógicos acomodados, representados por Sabino, serían una España representada más por el PP, y en el caso de Josefa, una analógica empobrecida, sería tendente a votar al PSOE.

¿Cuál es la más grande?

En la España de hoy tenemos a los digitales acomodados y  empobrecidos, cada uno de los cuales supone un tercio de la población. Juntos suman en torno al 65%. Los analógicos empobrecidos son en torno al 25% y la España analógica acomodada estaría en torno al 10%. Las encuestas online que utilizamos en MyWord nos dan una imagen de esa España que seremos y nos encontramos con que las partes más grandes son las de los empobrecidos, tanto analógicos como digitales.

¿Vamos a tender entonces a una sociedad más empobrecida?

Más desigual. Nos saldría aproximadamente un 65% de empobrecidos frente a un 20% de acomodados digitales y un 10% de acomodados analógicos. La revolución tecnológica va de la mano de esta generación de desigualdad, de unos que se quedan atrás y otros que van por delante.

En el libro se señala que los españoles estamos muy en contra de la desigualdad. 

Es una de las razones de la desafección hacia el sistema político pero también hacia el sistema económico. España es el país de Europa con más ciudadanos progresistas. Al mismo tiempo tiene otra peculiaridad y es que las personas que son conservadoras en su ideología también son partidarias de la igualdad. Con lo cual España tiene unos niveles de preocupación, de compromiso con la igualdad, que no se corresponden con sus niveles de desigualdad. Hemos digerido mal el crecimiento de la desigualdad que ha provocado la crisis, porque somos especialmente sensibles al dolor ajeno como sociedad.

¿Irá en aumento?

No necesariamente porque ya ha aumentado mucho. Con la recuperación económica hay una cierta mejoría de los indicadores pero ni por asomo hemos vuelto a la situación previa a la crisis.

Las dos empobrecidas son mujeres. ¿Las diferencias de género no desaparecerán?

Parece que no, que efectivamente las mujeres están en peores condiciones que los hombres. Es más probable en esa España digital empobrecida ser mujer y en esa España analógica empobrecida también. Es lo que nos dicen los datos.

¿Se avecina una sociedad peor?

No, porque en algunos aspectos la revolución tecnológica ha introducido enormes beneficios. Aunque Alicia y Josefa vivan una situación de vulnerabilidad, Alicia, gracias a internet y las redes sociales, tiene grupos de apoyo más contundentes y puede buscar formas de ahorro mucho más fácilmente. Se producen unas formas de colaboración entre los ciudadanos que facilita internet. Eso hace que el empobrecimiento sea menos doloroso. Lo contrario sucede con Josefa, que vive su situación de forma aislada y solitaria, con más dolor.

¿Las nuevas tecnologías no generan incomunicación?

Se dice que vamos a un mundo en el que cada vez estamos más aislados porque parece que cada uno está con su móvil, sin hacer caso de su entorno, de su familia, de su pareja... Pero lo curioso es que los ciudadanos piensan que eso es así cuando hablan de los demás. El discurso social dominante es que las redes sociales nos condenan al aislamiento pero cuando se le pregunta a cada uno por su propia vida dice que todo lo contrario. En el libro hay un análisis que muestra que las nuevas tecnologías aíslan al que ya vive aislado y acercan a la gente que ya es muy sociable. 

¿Por qué existe entonces la idea de que nos aíslan?

Son prejuicios sociales, pero esa no es la realidad. Los prejuicios sociales tienen causas múltiples, por ejemplo, las películas. Otro prejuicio social relacionado con las nuevas tecnologías es que generan relaciones más infelices, de más desconfianza, menos sanas… y que en cierto sentido nos llevan a una sensación de insatisfacción con la vida. De nuevo los ciudadanos creen que eso es así cuando hablan de los demás pero cuando se hace el análisis de cómo son sus vidas nos encontramos con que tener muchas relaciones virtuales no afecta ni para bien ni para mal a su felicidad. Lo que sí influye positivamente es tener muchas relaciones cara a cara.

Y el exceso de información, ¿es contraproducente?

Cuando se analiza cómo nos informamos sobre la actualidad se ve que lo hacemos de forma distinta. La tele sigue siendo el medio líder, también entre los jóvenes, pero la vemos de forma distinta y a día de hoy, solo dos personas de cada diez cuando ve la tele no hace otra cosa. El 80% restante está realizando otra actividad, generalmente relacionada con internet. Por tanto nuestro grado de atención no es el mismo. Sucede igual con la forma de leer la prensa online. Se lee mucho pero uno de cada dos reconoce que lo que hace es quedarse en los titulares.

¿Los medios, las empresas y los partidos son conscientes de esto y se están adaptando?

Partidos, organizaciones empresariales, bancos que tienen ADN digital han nacido en este medio y lo tienen completamente interiorizado. Las organizaciones que vienen de la era analógica son las que tienen más dificultades y las que están haciendo la transformación digital. La transformación digital no significa estar más en internet sino entender que sus reglas de funcionamiento son diferentes, que hay más transparencia, más horizontalidad, más búsqueda de la verdad… Por mucho que se diga que internet lleva a que haya mentiras un estudio realizado sobre la reputación de alimentos muestra que las audiencias digitales, cuando ven una noticia falsa sobre el efecto nocivo de un alimento, la contrastan hasta llegar a encontrar la verdad. La audiencia analógica sin embargo se lo cree o no pero no contrasta. Las investigaciones que he hecho hasta ahora van en la línea de mostrar que la audiencia digital es menos manipulable que la analógica.

En el libro destaca que hay más hogares con mascotas que con niños en edad escolar, motivado en parte por esta revolución.

Por un lado, nos estamos volviendo más ecológicos, una tendencia que está al margen de la revolución tecnológica. Pero la revolución tecnológica también está produciendo contrarrevoluciones. La principal es esa concepción de que la mitad de los ciudadanos de vez en cuando necesitan desconectar de internet. Esto en MyWord lo llevamos viendo desde hace varios años y es creciente. Cada año hay más personas que confiesan que de vez en cuando tiene que desconectar porque no pueden más. Internet empalaga y necesitan desintoxicarse. Los muy tecnológicos son curiosamente los que más realizan actividades que podríamos llamar analógicas: colorear libros para adultos; hacer calceta, que a día de hoy la hacen más personas jóvenes que mayores; la vuelta a la escritura... Tanto que se dice que con internet los chavales dejan de escribir, los más tecnológicos escriben más, tocan más instrumentos… Cosas que requieren grandes dosis de paciencia. 

Usted en 2012 predijo la irrupción de Podemos en la vida política. ¿Ahora somos sociedades más impredecibles? 

Mucho más. Es más complicado porque primero hay que admitir que todas estas transformaciones están ocurriendo. Yo fui muy adelantada porque estoy muy pendiente de los datos de opinión y vi muy pronto que se estaban produciendo transformaciones profundas, pero aunque veas venir esas tendencias, a la hora de hacer por ejemplo estimaciones electorales, no sabemos como antes lidiar con la incertidumbre. Una cosa es que sepas cuáles son las tendencias y otra es hacer predicciones concretas cuando los instrumentos que utilizas ya no te sirven.

Dentro de esa incertidumbre, ¿se puede ver si habrá algún cambio que pueda trastocar el panorama, como el surgimiento de nuevas formaciones?

Depende de la respuesta que den instituciones y partidos a lo que ya se ve muy claramente que es una sociedad fracturada social y tecnológicamente. La globalización y la crisis ha producido desigualdades que la tecnología está profundizando. Esas polarizaciones son con las que hay que lidiar. Si se lidia con ellas iremos a un modelo social muy distinto que si se dejan estar.

¿Es optimista?

Soy optimista con respecto a que la revolución digital trae muchos beneficios y cambia a las personas de manera positiva. Soy pesimista respecto a las respuestas que se den a la desigualdad.

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