281 activistas por los derechos humanos fueron asesinados en 2016, casi el doble que en 2015

La líder hondureña Berta Cáceres, asesinada en La Esperanza en marzo de 2016.
La líder hondureña Berta Cáceres, asesinada en La Esperanza en marzo de 2016.
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La líder hondureña Berta Cáceres, asesinada en La Esperanza en marzo de 2016.

"Líderes y lideresas comunitarios, profesionales de la abogacía, periodistas y otros defensores y defensoras de los derechos humanos en todo el mundo afrontan niveles inéditos de persecución, intimidación y violencia", advirtió Amnistía Internacional este martes durante la presentación de una nueva campaña global que, bajo el título 'Valiente', pide el fin de la avalancha de ataques contra personas que luchan contra la injusticia.

"Lo que presenciamos hoy es una agresión descomedida por parte de gobiernos, grupos armados, empresas y otros actores con poder contra el derecho mismo a defender los derechos humanos. Las personas que los defienden son quienes llevan la peor parte de esta agresión de dimensiones globales", denunció Salil Shetty, el secretario general de Amnistía Internacional.

"Del presidente Putin al presidente Xi y el presidente Al Sisi, líderes en todos los continentes están desmantelando progresivamente las bases necesarias para una sociedad libre, justa e igualitaria. Al despojarlas de su derecho a protestar, colocarlas bajo vigilancia y convertirlas, junto a sus comunidades, en blanco de acoso, amenazas y agresiones físicas, los gobiernos están cortando el suministro de oxígeno a quienes defienden nuestros derechos".

En el informe que sostiene la campaña, Amnistía Internacional detalla los peligros sin precedentes que afrontan quienes defienden los derechos humanos. Una persecución cada vez más letal: En 2016, 281 personas perdieron la vida en todo el mundo por defender los derechos humanos, frente a las 156 que murieron en 2015.

Más de la mitad de los homicidios de 2015 y más de tres cuartas partes de los de 2016 se cometieron en el continente latinoamericano. El 49% de los que murieron trabajaban sobre problemas de tierras, territorio y medio ambiente, y entre ellos muchos pertenecientes o defensores de los pueblos indígenas.

Amnistía Internacional denuncia además que en muchos países las muertes de estas personas raramente son investigadas en profundidad, quedando los crímenes en su mayoría impunes. Berta, Abdul, Gloria, Marcel o Emilsen eran algunos de ellos y fueron asesinados por la defensa de sus territorios contra las minas de carbón y por los derechos de los indígenas.

Proceso judiciales desgastantes, acoso y asesinatos

La combinación de vigilancia masiva, procesos judiciales desgastantes y represión de protestas pacíficas ha creado un nivel de peligro sin precedentes para los y las activistas, advierte el documento de la organización.

Entre las nuevas tendencias de acoso destacan el uso generalizado de las nuevas tecnologías y la vigilancia selectiva, incluso a través de Internet, para amenazar y silenciar a los activistas.

El gobierno de Bahréin hace un seguimiento a activistas de derechos humanos exiliados utilizando programas espías, y gobiernos de todo el mundo ordenan a las empresas que revelen claves de cifrado y descifren comunicaciones personales en línea sin pensar en las consecuencias. En el Reino Unido, la policía ha puesto a periodistas bajo vigilancia con el fin de identificar sus fuentes.

En lugares como México y Rusia, redes de troles están generando cada vez más campañas de desinformación que se convierten en tendencia y cuyo objetivo es desacreditar y estigmatizar a quienes defienden los derechos humanos.

Amnistía Internacional señala que en 2016 en al menos 22 países hubo personas a las que mataron por defender pacíficamente los derechos humanos; en 63 países los defensores y defensoras fueron objeto de campañas de desprestigio; en 68 países los arrestaron o detuvieron solo por su labor pacífica; y en 94 países recibieron amenazas o sufrieron agresiones.

A la luz de los peligros inéditos que afronta la comunidad de activistas de derechos humanos, Amnistía Internacional lanza la nueva campaña, Valiente, que pide a los Estados que reconozcan el trabajo legítimo de quienes trabajan para defender la dignidad inherente y la igualdad de derechos de todas las personas, y que garanticen su libertad y su seguridad.

"Hay muchas personas aquí y ahora, ya sean como Malala Yousafzai o como Chelsea Manning, que están asumiendo muchos riesgos por nosotros", defiende Amnistía que ha aprovechado la presentación de la campaña en España para dar a conocer la peligrosa labor de defensa de los derechos humanos de un periodista eritreo, Dessale Berekhet (abajo en la foto a la derecha), y del líder indígena guatemalteco Pascual Bernabé Velásquez (en la foto, a la izquierda).

Dessale Berehket, periodista eritreo: "Si me matan será un honor"

Berekhet trabajó como periodista en Eritrea hasta la campaña de represión emprendida por las autoridades en septiembre de 2001 que cerró los medios privados en el país. Después, comenzó a trabajar como periodista independiente, pero tuvo dificultades con la censura. En 2009 muchos de sus colegas fueron encarcelados y temió por su propia seguridad. El 1 de septiembre de 2010 abandonó el país. Primero estuvo dos meses en Sudán y, más tarde, pasó a Uganda, donde junto a otros periodistas fundó una web que denunciaba la situación de represión que se vive en Eritrea. La web fue hackeada en varias ocasiones y su situación era peligrosa.

En 2012 la red internacional de ciudades Refugio (ICORN por sus siglas en inglés) le acogió como escritor invitado en Bø, Noruega de 2012 a 2014. En 2014, Dessale Berekhet fundó el club PEN de Eritrea junto con otros colegas en el exilio. Actualmente, está involucrado en el movimiento "Bright Future" para movilizar a la juventud eritrea en el exilio con el objetivo de conseguir un cambio político pacífico en su país. Berekhet ha publicado dos libros culturales y ha escrito cinco libros para niños en los idiomas locales Tigre y Tigrigya.

Los amigos de Berekhet que no están en el exilio han muerto encarcelados, aseguró este martes él mismo en Madrid. También él recibió muchas amenazas de muerte por disentir de su Gobierno. "Pero no temo por mi vida, aunque esté en riesgo. Me pueden matar, pero no acabarán con mi espíritu de lucha. Si me matan será un honor por haber luchado a cambiar la mentalidad de mi pueblo", aseguró. Para este periodista eritreo, la comunidad internacional todavía está a tiempo de evitar una tragedia como la de Ruanda en su país, pero si no actúa pronto no debería sorprenderse si acaba habiendo en el país "un millón de cadáveres", ha advertido.

Mientras, todos sus esfuerzos en la actualidad están encaminados a revertir la mentalidad del su pueblo. "Porque no se trata de cambiar el Gobierno, sino la mentalidad de los que piensan que el pueblo debe estar al servicio del Gobierno y no al revés. Si cambiamos el Gobierno pero no la mentalidad del pueblo no haremos nada", ha asegurado Berekhet.

Pascual Bernabé: "Las leyes protegen a las empresas, no a los pueblos"

Pascual Bernabé Velásquez (61 años) es un líder indígena Maya Q’anjob’all de Huehuetenango, Guatemala. Es hijo de padre y madre indígenas y campesinos, que han dedicado casi  toda la vida al trabajo en las fincas cafetaleras de la costa Sur. Como él mismo reconoce "por situaciones de pobres cursé únicamente el Sexto Grado de Primaria en la Escuela, ya no tuve mas oportunidad…  Pero los azares de la vida y la pobreza me han dado una Universidad que es conocer los problemas de nuestros pueblos, eso me ha llamado a reflexionar grandemente y de repente transformar algún día las cosas”.

Pascual Bernabé es uno de los numerosos defensores de derechos humanos que se ha opuesto a la la instalación de minas y de hidroeléctricas "canadienses y españolas" en su comunidad y por ello, ha venido a explicar que otras personas como él han sufrido acoso, persecución, intimidación y numerosos procesos penales en su contra.

"Claro que tengo miedo" ha asegurado este martes en Madrid, "han atentado contra demasiados líderes y sus hijos se han quedado sufriendo, pero es necesario denunciar que las leyes de mi país no protegen a los pueblos sino a las empresas transnacionales".

De luto, por varios asesinatos de líderes comunitarios en su región durante protestas pacíficas en los últimos meses, y con el bastón de mando maya, Bernabé ha venido hasta España para denunciar las innumerables presiones que tienen aquellos que defienden "las montañas, el agua, y el medioambiente" en Guatemala. "Nos acusan de terroristas, de violentos y se inventan delitos como que han robado para acusarnos de algo", lamenta.

Otra de sus preocupaciones son las campañas de desprestigio que las hidroeléctricas hacen contra los indígenas, a quienes acusan de boicotear el progreso. "Lo que la gente no sabe es que ellos, las empresas, no dan riqueza, sino que explotan los minerales y la tierra se queda seca". Por eso rendirse no entra en sus planes, ni siquiera después de ver cómo encarcelan a sus compañeros o incluso algunos líderes mueren asesinados, como Berta Cáceres en Honduras. "Nosotros nunca nos vamos a rendir. Somos valientes porque seguimos luchando".

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