Vuelve a Nueva York la obra de los años veinte de la excéntrica millonaria Florine Stettheimer

  • Mundana, sobrada de fondos familiares y amiga de la estrafalaria bohemia de los años locos, fue una activa anfitriona social que hizo pinitos como pintora.
  • Aunque nunca alcanzó notoriedad como artista, era un personajes clave como organizadora de la vida loca y desenfadada de los ricos y famosos neoyorquinos.
  • El Museo Judío de Nueva York, atendiendo al origen racial de Stettheimer, organiza la exposición 'Pintando poesía' sobre la vida y obra de la excéntrica mujer.
Autorretrato de fecha desconocida de Florine Stettheimer
Autorretrato de fecha desconocida de Florine Stettheimer
Art Properties, Avery Architectural and Fine Arts Library, Columbia University in the City of New York, Gift of the Estate of Ettie Stettheimer, 1967
Autorretrato de fecha desconocida de Florine Stettheimer

No es casualidad que Florine Stettheimer (1871-1944) no haya salido de los catálogos de excéntricos millonarios que son habituales en la babilónica Nueva York hasta que en los años sesenta del siglo XX fue reivindicada como artista —pintora, decoradora y poeta— por otro personaje de bolsillos bien repletos e idéntica ideología de defensa del hedonismo, la banalidad de las conversaciones y la querencia por lo supuestamente bohemio: Andy Warhol, acaso no por casualidad también de origen judío.

Hija de un banquero y capaz, como es el caso, de vivir sin esfuerzo, Stettheimer aparece en los libros de arte porque ha sido reivindicada como naíf, estrafalaria, alocada y gran anfitriona de fiestas con aspiración de reuniones intelectuales en sus fastuosos aposentos de Bryant Park, entre las calles 80 Oeste y 40, donde recibía casi cada día durante la eléctrica Era del Jazz, la opción que disfrutaban los privilegiados mientras en Europa se combatía en la I Guerra Mundial y EE UU sufría la peor crisis económica y social de su historia.

El Museo Judío de Nueva York —que como todos los de su tipo promueve casi en exclusiva a artistas no según la calidad, sino de acuerdo con el ADN— programa hasta el 24 de septiembre Florine Stettheimer: Painting Poetry (Florine Stettheimer: poesía pintada), una exposición, la primera sobre la artista en los últimos 20 años en su territorio natal, que pretende servir como "reconsideración oportuna" para una creadora tildada con frecuencia de "ligera" y ahora interesante por la postmoderna atención que despiertan lo outsider o lo ubicado en los terrenos de la llamada baja cultura.

Más de más de 50 pinturas y dibujos, además de diseños de vestuario para teatro, fotografías personales y objetos efímeros trazan un retrato de una mujer dueña, dicen desde el museo, de un "ingenio satírico agudo" y una propensión indiscutible a mostrarse capaz: diseñaba y fabricaba su propio mobiliario, cortaba y cosía algunos de sus vestidos y tenía las puertas siempre abiertas para los heterodoxos, distintos o revoltosos.

La exposición presenta la obra de Stettheimer en el contexto del entorno social e intelectual de la Nueva York de principios del siglo XX, "explorando la fascinante posición de la artista como modernista estadounidense" dueña de una obra que "refleja la exuberante cultura de masas de su tiempo", opinan los organizadores, para quienes resulta injusto reducir al personaje a su rango social. "Estaba cerca de las vanguardias europeas, en concreto del simbolismo", dicen con ánimo desde la pinacoteca.

Diseños para una ópera con afroamericanos

También se exponen más de una docena de disfraces y diseños de Stettheimer para la ópera de Virgil Thomson y Gertrude Stein, Four Saints in Three Acts (1934), con un reparto de actores afroamericanos. La artista concibió los diseños en tres dimensiones, usando figuras hechas a mano y escenarios en miniatura.

El espacio de la exposición está inspirado en el estudio de la artista, donde puso sumo cuidado en transmitir sensaciones mediante la decoración, en la que primaba el uso de materiales brillantes y reflectantes.

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