Llega a Madrid la exposición sobre el siglo de Leica, la cámara que inventó el reportaje

  • La primera cámara portátil de calidad, que cumplió cien años en 2014, cambió la percepción del mundo y la forma de contar historias de los fotoperiodistas.
  • Fue diseñada en 1914 en la ciudad alemana de Weltzar por el técnico de microcopios Oskar Barnack y comercializada por el óptico Ernest Leitz.
  • La exposición sobre el centenario llega a Madrid con retraso. Muestra 400 fotos de la 'revolución' causada por el aparato ligero, autosuficiente y compacto.
La primera Leica, diseñada en 1914 por un técnico de microscopios debilitado por el asma que necesitaba un aparato portátil y poco pesado para hacer fotos
La primera Leica, diseñada en 1914 por un técnico de microscopios debilitado por el asma que necesitaba un aparato portátil y poco pesado para hacer fotos
© Leica Camera AG
La primera Leica, diseñada en 1914 por un técnico de microscopios debilitado por el asma que necesitaba un aparato portátil y poco pesado para hacer fotos

Es una certeza que cualquiera tiene en la memoria, la retina y el corazón alguna de las miles de fotos periodísticas inolvidables realizadas con una cámara Leica. La marca alemana [web de la compañía, entrada en la Wikipedia, entrada en Camerapedia] celebró en 2014, bajo el nada exagerado lema La leyenda sigue viva, los cien años de su primer modelo.

El oportundo recordatorio-homenaje, una exposición de obras maestras y material sobre el aparato que inventó el reportaje, llega a España con cinco años de retraso, tras recalar en varias ciudades europeas y cuando el siglo se ha alargado hasta perder la capacidad conmemorativa. La muestra, que traen a Madrid la Fundación Telefónica y PHotoEspaña, pasa de puntillas por el retraso y oculta que se trata de una exposición franquiciada que ha recorrido media Europa.

En la capital española la muestraCon los ojos bien abiertos. Cien años de fotografía Leica, que es de notable calidad, estará en cartel hasta el 10 de septiembre en el Espacio Fundación Telefónica [ubicación]. La entrada es gratuita y la exposición reúne 400 imágenes y objetos históricos propiedad de la marca alemana, que aún mantiene el carisma del que siempre gozó entre los profesionales y los aficionados que pueden permitirse sus productos de gamas media y alta, de precios lindantes con la obligatoriedad de solicitar un préstamo bancario.

El prototipo fue diseñado y construido por el técnico de microscopios aficionado a las fotos Oskar Barnack y comercializada por la óptica familiar de Ernest Leitz. El siglo y pico transcurrido ha convertido a Leica en un paradigma de calidad y los fotoperiodistas que la utilizaron con pasión de primer amor firmaron con ella imágenes que cambiaron nuestra percepción del mundo. Algunos, pese a la invasiva propaganda de lo digital, aún siguen fieles a la marca, que goza de una imagen intachable, tanto por la mecánica como por los objetivos.

La primera con película de 135 mm

La exposición, de gran envergadura y similar emotividad —nada menos que cien autores y 400 fotos, algunas de ellas parte de la memoria colectiva del género humano—, demuestra la "revolución" provocada por el aparato, la primera cámara ligera, autosuficiente, compacta, de lentes intercambiables y capaz de cargar película de 135 milímetros, el film adoptado casi de inmediato como ineludible por los reporteros.

Dividida en catorce secciones, que van del documentalismo puro a la fotografía bélica, del retrato al subgénero artístico y del impacto técnico de las Leica a su valor social, la muestra logra explicar cómo las Leica fueron las primeras cámaras realmente portátiles que cabían en el bolsillo de la chaqueta, algo impensable en una época de equipos enormes. Al ser relativamente asequibles, ampliaron el espectro de los fotógrafos, hasta entonces solamente personas adineradas, añadiendo a los aficionados y a las mujeres emancipadas.

Dado que hablamos de la reina de las cámaras de fotografía portátil y, por tanto, de la favorita de los reporteros que hacían fotos en estado de movilidad y errancia, es natural que la exposición maride a todos los grandes del fotoperiodismo del siglo XX. Entre las obras de la muestra deslumbran los narradores visuales que nunca se divorciaron de la marca, entre otros, Aleksandr Ródchenko, Henri Cartier-Bresson, Robert Capa, Christer Strömholm, Robert Frank, Bruce Davidson, William Klein, Sergio Larrain y William Eggleston.

Una cámara que nació del asma

La introducción de la Leica —el nombre era una combinación de las primeras sílabas del apellido Leitz y la palabra cámara— se produjo como consecuencia de una enfermedad. El técnico Barnack, que sufría de un estadio avanzado de asma que le impedía llevar a rastras las pesadas cámaras de la fotografía de gran formato de principios del siglo XX, se empeñó en el diseño de un aparato compacto.

Cuando estuvo satisfecho con el diseño, le añadió una lente de alto rendimiento —el Elmar de 50 mm y 3.5, tan mítico como la cámara—, especialmente preparada para el ingenio por Max Berek, y convenció a Leitz para iniciar la fabricación en serie en la factoría de material óptico que regentaba en Weltzar (Alemania). La primera Leica, la Ur, fue un éxito instantanéo y en 1932, cuando lanzaron el primer modelo con visor telemétrico, la marca ya era una leyenda.

Los organizadaores de la exposición señalan que la cámara "marcó un cambio de paradigma en la fotografía" porque el aparato "estimulaba la experimentación fotográfica" y logró que los fotógrafos representaran el mundo de una forma "más innovadora, audaz y dinámica".

Fue algo así, añaden, como "la respuesta de la fotografía a las necesidades fenomenológicas de una nueva era de alta velocidad". En lugar de aislar a la historia de la cámara, la muestra examinará la "revolución visual" que provocó y la nueva mirada que trajo consigo, desde "estrategias periodísticas" a "enfoques documentales" y "acercamientos artísticos".

El miliciano de Capa, James Dean en Times Square...

Entre las fotos más poderosas tomadas con cámaras Leica están las de un miliciano muerto en el Jarama, un soviet colgando la hoz y el martillo en la cúpula del poder nazi, un beso en público para celebrar el fin de la barbarie, tres temibles guardias civiles en la España franquista, James Dean y su cigarrillo bajo la lluvia de Times Square, el retrato del Ché que alguna vez decoró los cuartos de una generación, el puño imbatible de Ali, la niña Phan Thị Kim Phúc abrasada por el napalm… No es necesario citar a los autores: todos ustedes conocen las fotos y eso basta para convertirlas en patrimoniales.

Durante el régimen nazi, Ernst Leitz II, hijo del fundador de la empresa, salvó de la muerte a 300 personas, la mayoría de origen judío, al enviarlas a los EE UU como vendedores de la tienda de Leica en Nueva York. Lo hizo en silencio y con la factoría intervenida por el Estado. La historia salió a la luz en 2007 en un libro escrito por un rabino que contó la historia y localizó a alguno de los supervivientes salvados por Leica.

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