Ángel León: un chef de dos estrellas Michelín que mantiene a sus 16 becarios en un piso en penosas condiciones

Las algas, un básico de la oferta de Ángel León, el "chef del mar".
Las algas, un básico de la oferta de Ángel León, el "chef del mar".
Aponiente.com
Las algas, un básico de la oferta de Ángel León, el "chef del mar".

A raíz de las declaraciones del cocinero Jordi Cruz sobre los stagiers —jóvenes aprendices que trabajan sin cobrar en los restaurantes más prestigiosos del país—, se ha desatado una vasta cantidad de noticias y artículos que ponen de manifiesto las condiciones cercanas a la explotación laboral que sufren los becarios que trabajan en las cocinas de los grandes chefs españoles.

La última revelación la ha destapado El Confidencial en un reportaje en el que informa que el chef Ángel León, ganador de dos estrellas Michelín, mantiene a sus 16 stagiers en un piso de cinco habitaciones pensado para albergar, como máximo, a diez personas.

En las fotos que acompañan al reportaje se puede apreciar además el mal estado de la vivienda: literas de hierro, ropa sucia y enseres bajo las camas por falta de espacio, baños sin luz, electrodomésticos en malas condiciones y grifos que pierden agua o cables de luz a la vista.

León es propietario de Aponiente, un restaurante situado en El Puerto de Santa María, en un precioso y vetusto molino de mareas junto al mar. En Aponiente la mitad de los trabajadores son becarios, o sea que el 50% de los trabajadores del establecimiento viven hacinados en un único piso sin reformar y en precarias condiciones.

Aponiente, o concretamente su razón social Mar Cristal Marilum SLU, paga 550 euros al mes por la vivienda, una cantidad que se encuentra por debajo del precio de mercado por el considerable mal estado del lugar. Son 16 stagiers y el precio de alojamiento por cada uno es de 34 euros mensuales.

Y si se tiene en cuenta que el precio del menú de Aponiente es de 205 euros —90 euros más con el maridaje de vinos— se llega a la conclusión de que el importe por un menú y medio del restaurante es el mismo al coste de manutención de todos sus aprendices.

Mentiras y engaños

El propietario de la vivienda es Carlos Hernanz, y afirma sentirse "engañado" porque han convertido su piso de cinco habitaciones en un cuartel de 22 camas.

"Al negociar el alquiler me dijeron que iban a meter a diez chicos. El piso es grande y aunque roza el límite me pareció razonable. Pero un día, pintando el piso, veo que de repente están instalando literas en el comedor, y les digo 'oye creo que esto no procede'. Y veo que empiezan a meter literas una tras de otra, aquello era un exceso. Cuando me puse a contar veo 22 camas. Me pillé un buen rebote, les dije que eso no era lo pactado y se hicieron los locos. Me prometieron que no iba a haber tanta gente", declara Hernanz a El Confidencial.

"Después de esto creo que voy a vender el piso. No quiero más líos, tratar con Aponiente me ha quemado mucho", confiesa. "Me molestó que me engañaran con el número de camas, con el número máximo de gente, con la cerradura. Ha sido una tras otra. Perderé dinero, pero ellos se van a la calle".

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