Las reservas 'online' desplazan a las agencias de viajes

Turistas en una playa leyendo un libro y consultando una tablet.
Turistas en una playa leyendo un libro y consultando una tablet.
LEV DOLGACHOV / GTRES
Turistas en una playa leyendo un libro y consultando una tablet.

De la peregrinación por diferentes locales de agencias para consultar precios sobre un destino a la romería por buscadores digitales. El coste del viaje se ha convertido en un factor fundamental para elegir el lugar donde pasar el fin de semana o la breve escapada vacacional.

El destino ya no está tan predeterminado. Puede oscilar entre la inglesa Bristol o la polaca Wroclaw, por poner dos ejemplos muy accesibles. Basta con recibir un correo electrónico de la compañía aérea a cuyo boletín está suscrito el posible cliente. Ese correo informa de una oferta irrechazable, de un vuelo que por menos de 50 euros traslada a otro país.

Años atrás el viajero hubiera trazado un destino en su mente o con sus compañeros de viaje y, sobre esa base inamovible, habría consultado precio en diferentes agencias. O se lo encargaba directamente a la suya habitual. Le podría haber hecho virar de orientación algún folleto colgado en la entrada de sus dependencias, con un paquete a un precio que le ajustara.

Antes la clave la constituía el destino; ahora, el precio. Años atrás el hotel lo reservaba directamente la agencia y la referencia de valor la daban las estrellas y la marca de la cadena hotelera. Ahora, tres críticas negativas en Trip Advisor resultan suficientes para que el 40% de los lectores descarte un alojamiento.

La acumulación de opiniones positivas que permitan un buen promedio de nota la obtienen los hoteles a base de ofrecer extras como gimnasios con amplia dotación de aparatos, spa, zonas de meditación, un restaurante con carta original o barata y un largo etcétera de pluses.

El 80% de viajeros sigue optando por la agencia (ya sea física o digital), pero el 90% consulta antes el alojamiento, el espacio entre asientos en el vuelo o el tipo de objetos que podrá contemplar en el museo cuya visita está incluida en el viaje. Y, si no le gusta, pide que se lo cambien. Antes, le valía la elección de la propia agencia o del mayorista.

Entre los menores de 50 años prolifera el cada vez más extendido fly&drive, la contratación de vuelo y coche en el aeropuerto para desenvolverse a su antojo por un país. También, los viajes en pequeños grupos, incluso por parejas, donde el mayorista ofrece trayectos a medida y va cuadrando a los participantes en función de sus preferencias.

Viajes a medida

El one to one, viajes de autor, personalizado o customizado –se denomina de múltiples maneras– se prodiga para un cliente cada vez más exigente e individualista. Tanto como los temáticos. Y el prestigio social del guía –principalmente escritores o periodistas expertos autores de libros o artículos de viaje– que explicará el destino empieza igualmente a resultar un factor desequilibrante y que justifica un desembolso extra.

Casi siempre la adquisición del servicio se realiza bajo la premisa de la contratación OTA (Online Travel Agency), en la que el comprador y el proveedor no se conocen físicamente y toda su conversación y trámites se realiza de manera digital.

Los buscadores y comparadores de precios se han convertido en referentes. Sus tarifas constituyen su mejor reclamo, siempre que tengan críticas positivas que les avalen en páginas populares. Ya no cuenta tanto la reputación histórica de una empresa de gestión turística.

Las compañías aéreas ofrecen, además de vuelo, alquiler de coche y hoteles de otras cadenas con los que están conveniados. Los denominados bed&breakfast, con alojamiento y desayuno tradicional, se han extendido por todo el mundo debido al afán del viajero de contactar con su entorno.

También el hospedaje en granjas, vinculado a los llamados ecotours, categoría en la que puede englobarse el senderismo por parajes remotos con pueblos  inaccesibles en vehículos de motor o la contratación de paquetes de deportes de aventura o de viajes que incorporan ciertas dosis de riesgo en sus actividades o destinos.

A la hora de viajar, todo ha mutado excepto la curiosidad del ser humano por conocer lugares y culturas diferentes.

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