La tentación de los siete pecados capitales en la era de la tecnología e internet

  • Las nuevas tecnologías ofrecen miles de tentaciones en Semana Santa.
  • Internet y dispositivos varios contribuyen a la gula, la lujuria y la pereza.
  • La avaricia, la ira, la envidia y la soberbia también tienen su lado techie.
Una peculiar almohada fabricada en españa pensada para revolucionar las siestas del siglo XXI.
Una peculiar almohada fabricada en españa pensada para revolucionar las siestas del siglo XXI.
Studio Banana Things
Una peculiar almohada fabricada en españa pensada para revolucionar las siestas del siglo XXI.

Para muchos, la Semana Santa sigue siendo tiempo de procesiones, potaje, torrijas y películas bíbilcas de sobremesa. También de descanso vacacional, siempre y cuando la lluvia no agüe la fiesta (algo bastante habitual). Sin embargo, en la era de la tecnología e internet, las tentaciones son grandes y los pecados capitales adquieren mil y una formas irresistibles que nos acercan a actividades mucho menos católicas. Cables, píxeles, redes sociales, smartphones, plataformas de vídeo bajo demanda e incluso electrodomésticos conectados se alían para hacernos caer en los vicios que amenazan la moral cristiana.

Pereza

Self Stirring MugLa humanidad ha avanzado gracias a los vagos, que han desarrollado sofisticadas tecnologías capaces de hacer lo que a ellos no les apetece. Su símbolo es el mando a distancia, epítome de la longeva relación entre el progreso y la masa perezosa que sufría lo indecible cada vez que tenía que levantarse a cambiar de canal. La pereza también es la patrona del Segway –ese vehículo de dos ruedas ideal para sustituir eso que algunos llaman "caminar"–, los robots aspiradora –cucos, eficientes, silenciosos y, sobre todo, autónomos– e incluso los ascensores –hay quien los coge hasta para subir o bajar de un primero–.

Pero la inventiva del ser humano no se detiene y siempre se nos ocurren cosas que se podrían hacer con aún menos esfuerzo. Actos tan básicos como mover el café con la cucharrilla pueden simplificarse aún más. La taza Self Stirring Mug puede mezclar el café con leche por ti. Pulsas el botón que hay en el asa y la bebida se convierte en un Maelstrom de cafeína. Eso sí, funciona con pilas y es mejor no meterlo en el lavavajillas, otro de esos inventos hijos de la pereza.

¿No es suficiente vagancia esta para disfrutar de la Semana Santa? Entonces lo mejor es comprar una Ostrich Pillow y dejarse caer en cualquier parte a dormitar. Se trata de una almohada creada en España y pensada para un fin también muy español, echarse unas buenas siestas. La almohada funciona como una especie de capucha acolchada que se pone en la cabeza, dejando al usuario a oscuras y permitiéndole apoyarse cómodamente en cualquier parte. Incluye dos huecos en la parte superior, pensados para calentar las manos, que completan un diseño ideal para actuar como extra alienígena en cualquier película de Star Wars.

A todo esto hay que sumar internet, herramienta básica para practicar el deporte favorito de los perezosos, la procastinación.

Avaricia

BitcoinsLa RAE define la avaricia como el "afán desmedido de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas". Ahora, combine esa definición con la llegada de internet y el descubrimiento de que era posible encontrar y descargar cualquier cosa de la red. Napster, eMule, BitTorrent, Megaupload y decenas y decenas de páginas y aplicaciones basadas en el P2P convirtieron la avaricia en el segundo gran pecado capital de la era digital (con el sexo nadie puede).

No importa que necesitemos diez vidas para escuchar todos los discos, jugar a todos los videojuegos y ver todas las películas y series que tenemos almacenadas en el disco duro, lo imporante es tenerlas, poder acceder a ellas si queremos. Ahora que hay más oferta legal online, el streaming y las plataformas de vídeo bajo demanda han cambiado un poco esto, pero solo en la forma. Ya no se guardan tantos contenidos, pero sí se busca constantemente cómo acceder a la mayor cantidad posible (pagando o no).

Con internet también han llegado los tíos Gilitos digitales, que no quieren nadar en monedas de oro y joyas sino en bitcoins. Lo tienen difícil, la compleja moneda virtual es muy escasa y solo puede conseguirse mediante minería de bitcoins, para lo que hay que utilizar muchos recursos. Este tipo de avaricia digital es totalmente incompatible con la pereza digital. Si uno es vago, difícilmente aguantará más de un minuto frente a un tutorial sobre bitcoins.

Gula

Cocina inteligenteLa tecnología está transformando la cocina en todos sus ámbitos. Es tal nuestra ansia por degustar nuevos sabores y texturas que ya no dudamos ni a la hora de meter una pera en nitrógeno líquido. Pero no hace falta fijarse en las elevadas aspiraciones científicas de la alta cocina para ver cómo el progreso tecnológico está alimentando nuestra gula.

En un momento en el que todos los enseres están evolucionando para ser más inteligentes que nosotros, las cocinas ya aspiran a transformarse en una especie de sala de control de una nave de Star Trek. Los electrodomésticos smart ya amenzan con invadirnos: tablas de picar que son al mismo tiempo tabletas táctiles, placas que informan sobre el peso, la toxicidad y el valor nutricional de los alimentos que se colocan sobre ellas, microondas que reconocen los alimentos y calculan su temperatura y tiempo de cocción idóneos, frigoríficos con pantallas táctiles capaces de controlar la temperatura y humedad de cada compartimento de refrigeración de forma independiente... Además, llegará un momento en el que todos estén conectados al smartphone e interconectados entre sí. ¿Alguien ha dicho HAL 9000?

Y, sin abandonar las referencias espaciales, también nos encontramos con la impresión 3D, que ya es capaz de imprimir comida y que está siendo considerada por la NASA como una opción viable para alimentar a los astronautas. Bajando al planeta Tierra, la gula de los ciudadanos de a pie tiene en internet un menú infinito de opciones, miles de páginas web, canales de YouTube y aplicaciones gastronómicas que hacen salivar al primer click.

Lujuria

Hello Touch¿Seguro que es necesario decir cómo la tecnología e internet han alimentado nuestros sueños más lujurisoso? Los contenidos pornográficos son, con diferencia, lo más buscado en la red. El porno es el responsable de que mucha gente sepa qué son las cookies (antes de los insistentes anuncios obligatorios en todas las páginas), cómo borrar el historial de búsqueda y el modo de acceder al modo incógnito de navegación.

En el mundo analógico, la lujuria tecnológica más tradicional siempre ha llevado pilas. Ahora, todo el universo que rodea a los vibradores y juguetes sexuales en general es aún más sofisticado: consoladores con texturas y materiales más agradables y flexibles, control remoto vía smartphone, mayor resistencia al agua, carga mediante conexión USB, sensores de movimiento... El sector sex tech ya mueve 30.000 millones de dólares al año y se prevé que esta cifra se dispare en muy poco tiempo.

El próximo gran salto del porno y de los juguetes sexuales radica en sendas tecnologías muy en boga. En primer lugar, la realidad virtual aspira a revolucionar la industria pornográfica del modo en que el 3D no logró hacerlo. Por otro lado, la evolución de los juguetes sexuales pasa por la transformación de las clásicas muñecas hinchables en realistas mujeres y hombres robóticos. El sexo con robots ya es un tema de debate.

Envidia

Foto en la playaLos periodos vacacionales son idóneos para dar envidia a los demás. Que sean ellos los que pequen, y no nosotros, a base de ver nuestros relajados pies apoyados sobre la arena de la playa. Esta Semana Santa, Facebook e Instagram se llenarán de las típicas fotos de mar, comida, aviones, cócteles, selfies con monumento de fondo y la odiosa y repetidísima frase "Aquí, sufriendo".

Por otro lado, la envidia siempre ha estado muy ligada a los productos tecnológicos. El que tenía una consola Atari 2600 envidiaba al que tenía una NES y este al que tenía una MegaDrive o una Super Nintendo. El que tenía un simple DVD envidiaba al que se había instalado un home cinema en el salón. El que tenía tele de tubo envidiaba al que ya había adquirido una de esas futuristas pantallas planas. El que tenía un viejo Nokia (no un Nokia 3310, claro) envidiaba a los que descubrían un nuevo universo con el iPhone... Y así hasta nuestros días, donde la envidia se mide por la capcidad de almacenamiento y la duración de la batería del móvil.

Ira

Ira y videojuegosLa relación entre la tecnología y este pecado capital tiene dos caras bien diferenciadas. En la primera, el cacharro es el origen de la ira y después su víctima. ¿Cuántos teléfonos móviles, monitores, teclados, ratones, portátiles y, sobre todo, mandos de consola no habrán muerto golpeados o estampados contra el suelo a causa de un arrebato de furia? (solo el Nokia 3310 y quizá la GameBoy eran capaces de sobrevivir a algo así).

Por fortuna, la propia tecnología también sirve a menudo para aplacar la ira, para dejarla salir. Los videojuegos siempre han sido una buena forma de desfogarse tras un día complicado, de desquitarse a tiros con villanos digitales sin hacer ningún daño a nadie. El juego online, en el que los rivales son otros jugadores que juegan desde sus casas, la adrenalina se dispara y ese efecto "terapéutico" se multiplica por mil. Eso sí, las agresiones verbales o por escrito están a la orden del día, pero al menos nadie resulta herido.

Otra de las mejores formas de reconducir la ira es practicar deporte, y ahora eso también está muy ligado a la tecnología. Los wearables están por todas partes: pulseras que miden las constantes vitales, smart watches para deportistas, camisetas inteligentes... Para deportes como el boxeo y las artes marciales existen incluso guantes con sensores que detectan la velocidad y la fuerza del golpeo y envían la información al teléfono móvil. También en el smartphone, y sin necesidad de hacer deporte, es posible encontrar algunas apps para aprender a controlar la ira.

Soberbia

Smart mirrorEste pecado capital convive con la envidia en las redes sociales, donde millones de personas se esfuerzan por demostrar lo maravillosos que son y lo genial que son sus vidas. Este fenómeno puede resumirse en un neologismo: postureo. El orgullo también se oculta en todos aquellos que siempre son los primeros en comprar lo último solo para demostrar que ellos ya lo tienen. Presumir de tener un iPhone 14 antes que nadie no tiene precio. Bueno, sí lo tiene, pero el placer que produce sentirse un poco por encima de los demás hace que lo olvides.

La vanagloria siempre ha estado muy ligada con la belleza, y ahí también está entrando la tecnología poco a poco: dispositivos portátiles de luz que reducen rojeces, arrugas y ojeras, máquinas de microdermoabrasión para la piel, masajeadores para ojos, fotodepiladoras domésticas, básculas inteligentes...

La propuesta más futurista, que aún tardará algo en llegar, son los espejos inteligentes, con pantalla LED y cámara capaz de analizar la calidad de la piel, entre otras muchas funciones. Otra de las utilidades básicas de estos espejos será la de probador virtual, ya que permitirán superponer todo tipo de prendas sobre la imagen real del usuario. El espejo de la madrastra de Blancanieves no tardará en quedar obsoleto.

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