El papa Francisco rompe el protocolo en Milán y se acerca a un urinario portátil

  • Ha ocurrido durante su visita a un barrio marginal ubicado en la periferia de Milán.
  • El pontífice estuvo cerca de una hora saludando a los habitantes y posteriormente visitó la casa de tres familias.
Momento en el que el papa Francisco se acercó a un urinario portátil durante su visita a Milán.
Momento en el que el papa Francisco se acercó a un urinario portátil durante su visita a Milán.
RTVE
Momento en el que el papa Francisco se acercó a un urinario portátil durante su visita a Milán.

El papa Francisco ha roto el protocolo durante su visita este fin de semana a Milán al acercarse a un urinario portátil en un barrio marginal, un gesto espontáneo que ha sido captado por las cámaras y el público allí presente para ver al pontífice.

Francisco llegó este sábado por la mañana al aeropuerto de Milán para visitar el barrio popular de "Casas Blancas", ubicado en la periferia de esa ciudad italiana."La Iglesia necesita siempre ser restaurada porque está hecha de todos nosotros, que somos pecadores. Dejémonos restaurar por Dios, por su misericordia. Dejémonos limpiar nuestro corazón", dijo el pontífice.

La primera etapa de su visita a la capital financiera de Italia comenzó en la periferia más marginada y Francisco agradeció "el don de la acogida en la entrada a Milán, encontrando rostros, familias y una comunidad". En este barrio, Francisco pasó cerca de una hora saludando a los habitantes y después entró en la casa de tres familias. Se trata de Dori Falcone, de 57 años, y de su marido Lino Pasquale, de 59 años, que sufre epilepsia, lo que le ha provocado importantes secuelas físicas y neurológicas.

También visitó la vivienda de Mihoual Abdel Karin y su esposa Tardane Hanane, que viven en el segundo piso del número 40 con sus tres hijos de 17, 10 y 6 años y llegaron desde Marruecos en 1989. De manera privada, sin cámaras, Francisco también estuvo algunos minutos en la casa del matrimonio formado por Nuccio Oneta, de 82 años y gravemente enfermo, y Adele Agogini, de 81 años, prácticamente ciega.

Jorge Bergoglio recordó de nuevo que la Iglesia no debe quedarse "en el centro a esperar" sino que tiene que ir al encuentro de todos "en las periferias, a los no cristianos y a los no creyentes".

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