El juez considera al joven, que reconoció los hechos, culpable de los delitos de desórdenes públicos, atentado y lesiones, con la atenuante de dilaciones indebidaS y le condena además a indemnizar al herido con 7.573 euros por las lesiones sufridas, una subluxación de un dedo con arrancamiento de la base de la falange, por lo que necesitó 85 días de curación.

Sin embargo, la sentencia absuelve a otras dos manifestantes ya que el magistrado no considera acreditado que pegaran a la Policía, tal y como los agentes habían denunciado.

Los hechos sucedieron el 18 de julio de 2013 durante una concentración no comunicada a la autoridad, ante la antigua sede del PPCV en la calle Quart de València. Desde allí, los manifestantes avanzaron hacia la Avenida Fernando El Católico, cortaron el tráfico y lanzaron consignas contra la Policía, que les indicaba que se disolvieran.

Según el relato de hechos probados, el condenado estaba al frente de la protesta y alentaba a los manifestantes para que desobedecieran las indicaciones que daba la Policía. Cuando los agentes trataron de identificarle, intentó camuflarse entre los concentrados y propinó patadas y golpes a los agentes. Durante el forcejeo para su detención, le rompió un dedo a uno de ellos.

La responsabilidad del acusado viene determinada por su propio reconocimiento de los hechos y por las declaraciones que sobre la manifestación realizaron las otras dos detenidas, además de las de los agentes que declararon en el juicio y el informe médico del afectado.

"CIERTAS DUDAS"

Sobre las otras dos acusadas, que negaron enfrentamiento alguno con la Policía y sí admitieron su participación en la manifestación, ha decidido absolverlas ya que aunque existen versiones contradictorias con ellas y los agentes, y sin perjuicio de la presunción de veracidad con la que cuenta la autoridad, cree que concurren "ciertas dudas".

De hecho, subraya las declaraciones de testigos que niegan la agresión por parte de las jóvenes a los policías, entre ellas, las de un vecino que vio la manifestación desde su casa y que se asomó con sus nietos a la ventana para que la presenciaran, hasta que llegó "un numeroso grupo de policías y se inició una carga, llegando a manifestar los niños pequeños que aquellos eran 'malos' y que no pegaran a los chicos".