Marruecos aprieta a la UE y consiente otro salto en Ceuta

Un inmigrante celebra tumbado en el suelo haber logrado saltar la valla de Ceuta.
Un inmigrante celebra tumbado en el suelo haber logrado saltar la valla de Ceuta.
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Un inmigrante celebra tumbado en el suelo haber logrado saltar la valla de Ceuta.

Hasta 359 personas, de un grupo de casi 600, entraron la madrugada de este lunes de forma irregular en España en el segundo salto a la valla de Ceuta en apenas 72 horas. La "dejadez" que, según aseguraron fuentes de la Guardia Civil a 20minutos, mostraron las conocidas como Fuerzas Auxiliares –los policías fronterizos– de Marruecos fue determinante para que más de la mitad de los ciudadanos subsaharianos que intentaron alcanzar territorio español lograsen su objetivo.

"Los inmigrantes se acercaron a la valla pasando entre dos campamentos de agentes marroquíes, pero nadie se movió", afirmó a este diario un miembro del operativo español. "La colaboración con los mehanis –como se conoce popularmente a los uniformados de Marruecos– siempre ha sido buena y han hecho su trabajo, pero, por motivos políticos que todos conocemos, ahora no están poniendo de su parte", añadió un segundo.

La razón de la relajación marroquí que mencionan desde el Cuerpo no es otra que el malestar del Gobierno de Abdul Ilah Kieran por la sentencia que el Tribunal de Justicia de la UE hizo pública a finales del mes de diciembre que, aunque establece que el Frente Polisario –enfrentado al ejecutivo alauí– no puede impedir la aplicación del acuerdo agrícola y pesquero entre las potencias continentales y su vecino norteafricano, reconoce que el Sáhara occidental es un territorio independiente, reivindicación que Marruecos rechaza de plano.

La manifestación más evidente la hizo Nasser Burita, ministro adjunto de Asuntos Exteriores, que advirtió de que el futuro de la excolonia española del Sáhara "no puede ser decidido por un juez". Aziz Akhnnouch, responsable de Agricultura, se preguntó durante una entrevista concedida a la agencia Efe si los gobiernos occidentales se arriesgarían a prescindir del apoyo marroquí al control de fronteras. "¿Cómo queréis que hagamos el trabajo de bloquear la emigración africana y hasta la marroquí si hoy Europa no quiere trabajar con nosotros?", zanjó.

Calmar las aguas

El ministro español de Exteriores, Alfonso Dastis, viajó a Rabat el pasado 14 de febrero para tratar de calmar las aguas. La visita no surtió el efecto esperado, a pesar de que Dastis ofreció a su homólogo Salaheddine Mezuar la ayuda que fuese necesaria para defender los intereses marroquíes ante el resto de los socios europeos.

El Gobierno de Mariano Rajoy se niega a levantar la voz contra el país de Mohamed VI, a pesar de ser el primero en sufrir las consecuencias del enfado del monarca con la UE, que se arriesga a perder a un aliado imprescindible a nivel comercial (productos hortofrutícolas, caladeros de pesca) y geoestratégico (lucha contra el radicalismo y el terrorismo islamista en el Margreb).

La suma de los saltos registrados en la valla de Ceuta el pasado viernes (498 hombres) y este lunes (359) ha supuesto la entrada de 857 personas en menos de dos días. Las llegadas han desbordado el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), que acoge a 1.402 internos, cerca del triple de su capacidad máxima (512 plazas). La situación ha obligado a habilitar los espacios comunes como dormitorios. Además, el gobierno local ha c edido el Centro Ecuestre de la ciudad autónoma para que el Ejército instale tiendas de campaña y literas supletorias.

España aguanta el tipo y calla, por el momento, a pesar de las llamadas de atención de la Comisión de Ayuda al Refugiado (CEAR) y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). Ambas organizaciones vigilan sobre el terreno para impedir que Marruecos y España usen a los migrantes como moneda de cambio.

30 guardias civiles contra 600 personas

La Guardia Civil viene defendiendo la valla con una treintena de efectivos por turno: 15 de la compañía de Seguridad Ciudadana y 15 más de los Grupos Rurales de Seguridad (GRS), según fuentes consultadas por este diario.

La Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) asegura que la desesperación de los migrantes les hace enfrentarse con "extrema violencia" a los agentes, por lo que exige que se dispongan más medios personales y humanos.

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