Los ecuatorianos acuden a las urnas para despedir la década de Rafael Correa

Funcionarios ecuatorianos trasladan desde un centro de acopio en el norte de Quito (Ecuador), el material electoral hacia recintos de votación, para los comicios generales de mañana domingo, en Quito.
Funcionarios ecuatorianos trasladan desde un centro de acopio en el norte de Quito (Ecuador), el material electoral hacia recintos de votación, para los comicios generales de mañana domingo, en Quito.
EFE
Funcionarios ecuatorianos trasladan desde un centro de acopio en el norte de Quito (Ecuador), el material electoral hacia recintos de votación, para los comicios generales de mañana domingo, en Quito.

Los ecuatorianos votarán este domingo en las primeras elecciones presidenciales a las que no concurre Rafael Correa, que el próximo 24 de mayo se despedirá definitivamente del cargo tras una década en el poder, lo que sienta las bases para un cambio de era que la oposición afronta preparada gracias, en parte, a la crisis económica.

Unos 12,8 millones de ecuatorianos están obligados por ley a acudir a las urnas para votar en la primera vuelta de las elecciones presidenciales que se celebra este 19 de febrero y que, de acuerdo con los sondeos sobre intención de voto, necesitará una segunda ronda el 2 de abril.

Fuera del país latinoamericano, el Consejo Nacional Electoral (CNE) ha cifrado en 378.292 el número de ecuatorianos habilitados —no obligados— a participar en estos comicios, de los cuales un total de 168.432 residen en España.

Aunque la carrera por suceder a Correa centra toda la atención, los ecuatorianos también elegirán a los 137 miembros de la Asamblea Nacional, a diputados provinciales, a los representantes de Guayas, Manabí y Pichincha y a cinco parlamentarios andinos.

Esta vez la batalla por el Congreso cobra especial importancia porque, según las encuestas, ninguno de los partidos políticos en liza conseguiría una mayoría contundente, de modo que la sede legislativa estará muy fragmentada y podrá condicionar al nuevo Gobierno.

También se celebrará un referéndum sobre el llamado Pacto Ético, una propuesta realizada por Correa a raíz del escándalo de los Papeles de Panamá, en los que constan unos 4.000 contribuyentes ecuatorianos con una suma de 30.000 millones de dólares, para prohibir que las personas que ejercen cargos públicos usen paraísos fiscales.

"¿Está usted de acuerdo en que, para desempeñar una dignidad de elección popular o para ser servidor público se establezca como prohibición tener bienes o capitales, de cualquier naturaleza, en paraísos fiscales?", es la pregunta a la que deberán contestar los ecuatorianos.

La incógnita del balotaje

El favorito para coger el testigo a Correa es Lenin Moreno, que le ha acompañado como vicepresidente hasta 2013, cuando renunció al cargo para ocuparse de un puesto de nueva creación en Naciones Unidas en defensa de las personas discapacitadas.

Todas las mediciones le sitúan a la cabeza de la carrera presidencial, con un margen de entre el 30 y el 35 por ciento, lo que le otorgaría una clara victoria pero insuficiente para ganar el Palacio de Carondelet en la primera vuelta.

La Constitución ecuatoriana establece que, para declararse vencedor en primera vuelta se necesita una mayoría absoluta de los votos válidos o más de un 40 por ciento y una diferencia de diez puntos porcentuales sobre el contrincante inmediato.

Moreno saca a sus principales rivales una cómoda distancia que ronda los diez puntos pero que ha oscilado en la recta final. Guillermo Lasso, del movimiento conservador CREO, se perfila como su mayor competidor con una horquilla de entre el 16 y el 20 por ciento de los votos.

Lasso, que ya intentó derrotar a Correa en 2013, no tiene asegurado el pase a segunda vuelta. Ha encontrado una fuerte rival en Cynthia Viteri, del Partido Social Cristiano (PSC), en el entorno del 15 por ciento y a la que la medición más optimista sitúa en segunda posición con un 20 por ciento.

Así, el gran misterio de esta primera toma de contacto no es saber quién ganará, ya que todo apunta a Moreno, sino con qué porcentaje y, en el caso de que no sea suficiente, a quién se enfrentará en la votación de primavera.

Ni Lasso ni Viteri han renunciado a la posibilidad de ser el representante opositor. El abanderado de CREO, durante su último mitin, ha instado a los otros siete candidatos a que pidan el voto para él de cara al balotaje. "Estamos en la caravana del triunfo. Empieza la segunda vuelta", ha afirmado Viteri en el cierre de campaña.

Punto de inflexión

El ascenso de cualquiera de los dos aspirantes opositores a la Presidencia de Ecuador supondría una auténtica revolución después de diez años de dominio hegemónico del carismático Correa y su partido político, Alianza PAIS.

Los vientos de cambio que soplan en América Latina —que en los últimos años ha visto relevos ideológicos en Argentina y Brasil y duros reveses electorales (aunque no letales) en Venezuela y Bolivia— han llegado también a Ecuador en forma de crisis económica.

La caída del precio del petróleo en el mercado internacional ha mermado los ingresos públicos hasta arrojar un presupuesto deficitario al que también ha contribuido el terremoto registrado el pasado 16 de abril en Manabí, que ha generado pérdidas por valor de 3.000 millones de dólares.

Ecuador ha pasado de un crecimiento récord del 7,9 por ciento hace seis años a una recesión de entre el uno y el dos por ciento en 2016, lo que ha obligado al Gobierno a un duro ajuste económico que amenaza los logros de la Revolución Ciudadana.

Moreno promete una tendencia continuista que ratifica su compromiso con los ejes esenciales del proyecto de Alianza PAIS: los subsidios sociales, el desarrollo humano y la erradicación de la pobreza —Correa ha sacado a más de tres millones de ecuatorianos de la miseria—.

Sin embargo, ha reconocido la necesidad de efectuar cambios en la acción netamente política debido a los escándalos de corrupción en Petroecuador y Odebrecht por el pago de sobornos a cambio de adjudicar contratos públicos.

"Vamos a hacer una cirugía mayor a la corrupción", ha aseverado Moreno. "Sanción sí, cárcel sí, para todos los corruptos, los de ayer y los de ahora", dijo en un debate televisado con los demás candidatos presidenciales.

Lasso y Viteri, en cambio, proponen una ruptura drástica con los postulados de Correa, sobre todo en el ámbito económico, en el que los dos han fundado su campaña, aunque han prometido mantener en la medida de lo posible las populares políticas sociales.

Lasso soporta una carga personal por su papel en la crisis financiera de 1999, que sumió a Ecuador en una profunda recesión que empujó a miles de ecuatorianos al extranjero. Entonces, el representante de CREO era el presidente del Banco Guayaquil, pero se justifica diciendo que fue una de las pocas entidades que no cerró sus puertas y no necesitó rescate.

Viteri, por su parte, ha irrumpido como una tercera vía, a pesar de que su discurso difiere en matices del de Lasso, ya que ambos compiten por el mismo espacio. "Estoy en medio de dos grandes fuerzas: por un lado el poder político atropellando y por otro el poder económico con todo su dinero", ha defendido.

Adiós a Correa

Lo que sí es seguro es que las elecciones presidenciales de este domingo activarán la cuenta atrás para que Correa abandone un cargo que ha desempeñado entre 2007 y 2017, algo que hará irremediablemente el 24 de mayo de este año.

Se trata de una decisión personal, ya que impulsó una reforma constitucional para, en contra de lo que han hecho (o intentado) muchos de sus colegas latinoamericanos, introducir una enmienda que le prohíbe expresamente concurrir a estas votaciones.

Los más críticos argumentan, no obstante, que era una modificación de la Carta Magna con truco porque al mismo tiempo eliminó la prohibición de aspirar a más de dos mandatos consecutivos para que la reelección sea indefinida.

La oposición alerta de que Correa se prepara para retomar el poder en 2021. El líder izquierdista ha expresado su deseo de abandonar la primera línea durante "un buen tiempo", recalcando que "lo importante es que se reelija la Revolución", pero no ha descartado volver si la oposición le "obliga".

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