Iglesias y Errejón: crónica de una ruptura

Las diferencias estuvieron ahí desde el principio. Un eterno debate político sostenido por lazos de amistad y admiración mutua, de historia compartida. De la Universidad y el pan con azúcar en el kiosco de la facultad de Ciencias Políticas a los  movimientos sociales y de ahí al Teatro del Barrio, donde el 17 de enero de 2014 Podemos se presentó en Madrid como una rompedora y transversal iniciativa de cara a las elecciones europeas de mayo de ese año. Luego vendría el intento de asaltar los cielos.

Y en ese Podemos naciente, el tándem personal y político que formaban Pablo Iglesias e Íñigo Errejón era fundamental. Y así ha venido siendo hasta que, en un contexto de posiciones políticas entrecruzadas, luchas internas y vínculos mal gestionados, el debate ideológico y estratégico ha quedado soterrado por un reguero de relaciones personales rotas y posturas en apariencia irreconciliables.

¿Pero cuándo y cómo empezó todo? El relato es distinto según el bando del interlocutor. Para los llamados errejonistas, los problemas empiezan meses después de las europeas, cuando se produce el desembarco efectivo en Podemos de lo que llaman "el búnker", en referencia a las tres personas que hoy forman el núcleo duro de Iglesias: Irene Montero, su jefa de gabinete; Rafa Mayoral, secretario de Relación con la Sociedad Civil, y Juanma del Olmo, responsable de Actividades Internas de la Secretaría General.

Podemos había dado la campanada en estas elecciones e Iglesias estaba en Bruselas, de eurodiputado, armando un grupo de trabajo coordinado por Pablo Bustinduy, hoy secretario de Relaciones Internacionales y miembro destacado de la lista errejonista para Vistalegre II. Mientras, Errejón permanecía en Madrid construyendo las estructuras de lo que luego sería el partido, que hasta octubre de ese 2014 no celebraría Vistalegre I, su Asamblea fundacional. Equipos de redes, de prensa, asesores, argumentario... "Lo que hacía en realidad era armar un partido dentro del partido, hacerse con las riendas de todo", afirma al respecto un afín al secretario general.

De la Marcha del cambio al 27-S

Entonces Mayoral viaja a Bruselas y le dice a Iglesias que necesita una familia política, que Errejón se está quedando con el partido y haciendo y deshaciendo a su antojo, según uno de los miembros de aquel equipo en la capital belga. Poco a poco, según este relato, entre la Marcha del Cambio de enero de 2015 y las autonómicas y municipales de mayo de ese año, empiezan a producirse cambios en el equipo más cercano al líder. Se modifican las dinámicas de trabajo, el enfoque de las entrevistas,  grupos de telegram empiezan a quedar desiertos y se sutituyen por otros...

Ya para la campaña del 24M la tensión es muy evidente, con dos equipos y dos caravanas electorales claramente diferenciados Ya para la campaña del 24M la tensión es muy evidente, con dos equipos y dos caravanas electorales claramente diferenciados. Y poco a poco, siempre según estas fuentes, "Pablo se fue aislando, encapsulando". "Le decían una y otra vez que Íñigo le quería quitar protagonismo, era cada vez más inaccesible, y en las catalanas su equipo ya estaba 100% blindado", afirman. Fue la campaña de las frases del tipo "coleta morada a pequeño Pujol", en referencia a Artur Mas, entonces presidente de la Generalitat, o de "A Mas le vamos a dar látigo", de las que los errejonistas se desmarcan por completo.

Pero entre las autonómicas y las catalanas del 27 de septiembre de 2015, ocurrieron dos cosas importantes. Por un lado, en las filas errejonistas se produjo un debate muy duro porque hubo gente que pensaba que Iglesias estaba "secuestrado" y era irrecuperable. Otro grupo, mayoritario, pensaba que un partido "caudillista" como Podemos, la importancia de mantenerse cerca del líder era crucial. Ese grupo pensaba que "había que recuperar lazos con Pablo y estar cerca de él para recuperar el partido". "Siempre tuvieron exceso de tacticismo", afirman fuentes pablistas al ser preguntadas al respecto, al tiempo que hablan de envidias y celos profesionales y personales.

Era junio de 2015, justo el momento en el que arrancan las primarias en Podemos para las listas electorales de los comicios generale del 20 de diciembre. Y en ese contexto, el secretario general y su equipo inician lo que se llamó "la Ruta del cambio". El objetivo, según los pablistas, era recorrer el país para recoger las demandas de los ciudadanos y los movimientos sociales de cara al 20-D. Para los errejonistas, en cambio, fue "una declaración de guerra a la interna", un "tour para decir estos son mis chicos y lanzarlos".

Una tregua de cara al 20-D

La perspectiva del 20-D contribuyó a calmar los ánimos. Podemos caía en picado en las encuestas, y la estrategia errejonista de acercamiento al líder había funcionado. Volvían a trabajar codo con codo;  eran los tiempos en los que Iglesias rechazaba "las sopas de siglas" en referencia a pactos con otros partidos.

Pronto surgió el llamado "espíritu de la remontada", ideada por Errejón. Pero entonces, en plena campaña, alguien filtró una conversación de telegram, supuestamente de personas vinculadas a Iglesias, en el que, siempre según las fuentes consultadas, explicaban cómo tras las elecciones iban a precipitar Vistalegre II (no tocaba hasta noviembre de 2017) para "limpiar el Podemos original y poner a la gente de la Ruta del cambio".

Entonces nadie sabía que se acabaría en una repetición electoral, y entre el sector errejonista empezaron a hablar del 21-D como "la noche de los cuchillos largos". "La idea es que solo sobrevivieran Errejón y Bustinduy", afirma un miembro del partido que asegura tener constancia de dicho chat. Algo, por otro lado, que el entorno del líder niega rotundamente. Los errejonistas descartan, eso sí, que Iglesias estuviera al tanto.

Pronto se vio que el camino a Moncloa era arduo y empezaron las conversaciones en torno al PSOE, con importantes diferencias estratégicas al respecto. Y para los errejonistas, esa "voluntad de purga", al no poder celebrarse Vistalegre II, se manifiesta al entrar en el Congreso de los Diputados. Acusan al entorno del líder de apartar a responsables históricos para crear una secretaría política y una secretaría de organización alternativas dentro del Parlamento. Los pablistas, en cambio, acusan a Errejón de buscar un protagonismo excesivo y sostienen que lo que hacen es tratar de contrarrestar la estructura que el número dos ha creado "a su servicio" dentro del partido.

Madrid, la gran crisis

Y en ese contexto, a inicios de 2016, estalla la crisis de Madrid, una herida que no ha dejado de sangrar. Los errejonistas de la ejecutiva regional acusaban al secretario general autonómico, Luis Alegre, muy cercano a Iglesias, de dejación de funciones. Hay mucho malestar interno y empieza a producirse un conflicto entre corrientes, anticapitalistas incluidos, por el reparto de los recursos y los liberados que corresponden a cada bando. Hay despidos en juego y tensión por cómo repartirlos.

Esta vez son los de Iglesias quienes descubren un documento, titulado Mate Pastor, en referencia a una jugada de ajedrez que conduce al  jaque al rey en cuatro movimientos. Fue detectado en enero de 2016 por el entorno de Iglesias "en un ordenador que alguien se dejó abierto" en la sede del partido, en la madrileña calle Princesa, junto a unos chats de telegram donde, según ellos, varios errejonistas estaban preparando una cascada de dimisiones en Madrid para provocar un cambio en la dirección del partido en la comunidad, a fin de debilitar a Iglesias.

Así se lo transmitieron a éste, y aquello acabó con la destitución fulminante de Sergio Pascual, mano derecha de Errejón, como secretario de Organización. Las razones oficiales fueron "gestión deficiente" y "pérdida de confianza". Aquello supuso que Errejón se tomara dos semanas de reflexión y sus allegados sostienen que incluso barajó dimitir.

Aseguran los errejonistas que el texto solo abordaba un conflicto sobre presupuesto y recursos internos para el que planeaban pedir la mediación de Iglesias, y acusan al núcleo duro de éste de conspirar con supuestas filtraciones falsas para enfrentar a unos y otros en Madrid. Sea como fuere, todos acabaron así, enfrentados, y se abrió una herida en carne viva entre pablistas y errejonistas en la comunidad, aunque con el tiempo, algunos de los entonces afines al líder, como Tania Sánchez o Miguel Vila, acabaron en la lista errejonista para las primarias de Madrid, que el otoño pasado ganó a Rita Maestre el candidato oficial, Ramón Espinar, por escaso margen.

Las diferencias entre corrientes se acrecentaron con el acercamiento a IU y tras el fallido sorpasso al PSOE el 26-J, donde el espacio Podemos-IU sacó los mismos diputados (71) pero un millón menos de votos. Y mientras unos acusaban a la coalición electoral con la formación de izquierdas, los otros culpaban a la campaña diseñada por el número dos, a la que tachaban de demasiado blanda.

Luego vino la consulta interna de diciembre sobre las normas del próximo congreso, que supuso el primer duelo entre Errejón e Iglesias y acabó en cuasiempate, el relevo del errejonista José Manuel López como portavoz en la Asamblea de Madrid y el #ÍñigoAsíNo. Lo siguiente es una escalada de tensión y reproches crecientes que incluye duras y sorprendentes acusaciones de Luis Alegre, en su día enfrentado a los errejonistas, al entorno directo del líder.

Y así, sin que nadie haya podido evitarlo, el choque de trenes se producirá finalmente este fin de semana en Vistalegre II. Un choque de consecuencias imprevisibles tras el que solo hay una certeza: en Podemos ya nada volverá a ser igual.

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