El 19% de los españoles soporta ruido nocivo para la salud

Un atasco en la M40, en una de las salidas de Madrid.
Un atasco en la M40, en una de las salidas de Madrid.
JORGE PARÍS
Un atasco en la M40, en una de las salidas de Madrid.

Convivimos a diario con el ruido pero parecemos no ser conscientes de lo perjudicial que puede resultar para la salud. "El ruido es una amenaza infravalorada", predica la Organización Mundial de la Salud (OMS), y recuerda que vivir cerca de las carreteras o de los aeropuertos puede pasar factura a la calidad de vida de las personas tanto a corto como a largo plazo: trastornos del sueño, enfermedades cardiovasculares, demencia, estrés, irritabilidad y pérdida de audición son tan solo algunas de las principales consecuencias de una exposición continuada a los altos niveles de contaminación acústica.

Según un estudio sobre los efectos del ruido urbano sobre la salud elaborado por el Instituto de Salud Carlos III, se entiende por ruido residencial o comunitario aquel que procede del entorno cotidiano: el tráfico rodado, aéreo y ferroviario, las obras y los servicios, la actividad industrial y la actividad en los espacios públicos (restaurantes, bares, discotecas, aglomeraciones, parques, aparcamientos), así como la actividad dentro de los hogares. La combinación entre el aumento de la población y el creciente desarrollo urbanístico y tecnológico provoca que la contaminación acústica esté en constante aumento y afecte cada vez a más población.

En España son más de 9 millones las personas que soportan ruidos superiores a los 65 decibelios, la media establecida por la OMS para el horario de sol. Las estadísticas analizan los valores diurnos y nocturnos de las principales ciudades españolas y analizan la cantidad de población afectada. Así, en orden, las principales ciudades con mayor número de personas afectadas son Vigo, que lidera la lista de un 53%; Gironés (46%), Barcelonès I (45%), Logroño (43%), Castellón de la Plana (43%), A Coruña (40%) y Getafe (37%).

Resulta curioso cómo algunas zonas que durante el día tienen valores bajos de población afectada por la noche experimentan grandes ascensos: en el caso de Madrid la diferencia es de 10 puntos porcentuales entre el día y la noche: de un 4% pasa a un 14%. Algo parecido ocurre en la ciudad andaluza de Algeciras y en el municipio madrileño de Móstoles: ambas pasan de un 20% de día a un 71% y un 54% de noche, respectivamente. La media recomendada por la OMS durante la nocturnidad es de 55 decibelios.

Por otro lado el tráfico sigue siendo el principal causante de contaminación acústica, provocando el 80% de los casos. En este sentido la ciudad de Alicante es, con diferencia, la que mayores tramos de carreteras ruidosas tiene en toda España en proporción a su población: la CV-763, la CV-900 y la CV-935 lideran la lista, con 8.9, 8.5 y 6.9 de personas afectadas durante el día y 8.3, 13.5 y 5.3 durante la noche. Estos tramos de carretera suelen ser vías secundarias que atraviesan núcleos de población muy concurridos. Las autovías, por el contrario, al estar más aisladas, ocupan puestos bajos.

Los aeropuertos son un mundo aparte. Madrid-Barajas lidera con amplia diferencia la lista de aeropuertos que afectan a la población por el ruido: 1800 afectados. El segundo, el aeropuerto de Barcelona, tan solo afecta a 200, mientras que de noche el más ruidoso es el aeropuerto de Ibiza, con 700 afectados.

El ruido, la salud y la demencia

El debate sobre si las restricciones de tráfico son más o menos convenientes parece obviar una realidad subyacente: la calidad de vida de las personas que viven en un entorno habitualmente transitado por vehículos puede degenerar drásticamente debido a la contaminación ambiental y acústica.

Un estudio liderado por la agencia de salud pública de Ontario (Canadá) sostiene que la demencia, un síndrome que afecta a más de 47 millones de personas en todo el mundo –y que ascenderá a 135 en 2050 según la Organización Mundial de la Salud– puede intensificarse a causa del ruido de los coches.

La investigación se ha llevado a cabo durante 10 años en las ciudades Ontario y Ottawa, y los resultados señalan que las personas que viven a menos de 50 metros de carreteras transitadas tienen un 7% más de riesgo de sufrir demencia que los que viven a más de 300.

El análisis también ha comparado estos resultados con los de las personas que viven a entre 50 y 100 metros de las carreteras y entre 101 y 200: en ambos casos el riesgo de demencia es de un 4% y un 2%, respectivamente. Por tanto, sugiere que a medida que la población se aleja de las autovías y otras zonas de tránsito los efectos perjudiciales disminuyen.

En España ya se habían analizado los efectos del ruido sobre la salud de la población hace unos meses. Julio Díaz, científico titular de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III, recuerda que en Madrid se realizó un estudio que relacionaba los ingresos hospitalarios urgentes por demencia con variables como la contaminación atmosférica, el ruido y el calor.

"La diferencia principal es que en el estudio canadiense se puede inferir causalidad. Es decir, que vivir cerca de las carreteras puede causar que las personas tengan demencia. Nuestro análisis tiene efectos a corto plazo y deduce que el ruido es capaz de exacerbar los síntomas, pero no demuestra que los provoque", sostiene Díaz.

La investigación, que analizó el total de admisiones por demencia en el periodo 2001-2009, revelaba que cuando una de las variables (calor, ruido, ozono) aumentaba, los ingresos hospitalarios por demencia también lo hacían. "En el caso del ruido, por cada decibelio sobre el nivel medio había un 13% más de ingresos; cuando se experimentaba un pico de calor superior a los 34 grados aumentaban a un 16%", sostiene el científico.

Cuestionado sobre las posibles causas, Díaz recuerda que hay un mecanismo biológico que puede estar detrás de todo: "El ruido no está solo detrás de la demencia, sino del parkinson, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y las respiratorias. Es un factor de estrés que puede desencadenar patologías neurodegenerativas" que se traduzcan en este tipo de enfermedades. "El factor estresante del ruido es evidente. El efecto que ejerce en la mortalidad es similar al del PM2.5", recalca.

Contrarrestar el ruido

En base a la monografía del Instituto de Salud Carlos III, las medidas de reducción de ruido se dividen en dos: las que lo reducen desde la fuente y las que corresponden a planificación y regulación urbana. En el primer caso se incluye el uso de silenciadores, la mejora de la calidad de los combustibles y la sustitución de vehículos de motor de combustión interna por vehículos eléctricos, así como la reducción de los límites de velocidad y las normativas de reducción de los niveles de emisión.

En el segundo apartado se encuentran las limitaciones al tráfico rodado en las calles próximas a las viviendas mediante las áreas de prioridad residencial, la peatonalización de las calles de áeras residenciales densas, la construcción o prolongación de carriles-bici y la ampliación de zonas verdes, entre otros.

En lugares cerrados reducir el ruido es mucho más fácil de lo que parece. Díaz recuerda que "es tan sencillo como que la persona que tenga demencia en un hospital o una residencia, en vez de estar en una habitación orientada a una calle ruidosa, esté en una que mire al patio interior del recinto. O si está en una primera planta que vaya a una décima. En el caso de una vivienda se pueden poner dobles ventanas, aunque casi siempre hay habitaciones interiores" donde el ruido disminuye notablemente.

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