El Teatro Cuyás plantea la versión femenina de la escuela nacional-católica con 'El florido pensil. Niñas'

  • Este año el Teatro Cuyás de Las Palmas de Gran Canaria,
Escena de 'El florido pencil. Niñas'
Escena de 'El florido pencil. Niñas'
CEDIDA POR EL TEATRO CUYÁS
Escena de 'El florido pencil. Niñas'

arranca el 13 y 14 de enero con la versión femenina de 'El florido pensil. Niñas', adaptación teatral firmada por Kike Díaz de Rada del libro de Andrés Sopeña sobre la "(des)educación" a la que durante el franquismo se sometió a los niños que estudiaban en la escuela nacional-católica.

En el 20º aniversario de la exitosa versión masculina y "con gran sentido del humor", la compañía Tanttaka Teatroa retrata "esta vez las técnicas (des)educativas de las que también fueron víctimas ellas, niñas que acudían a unas aulas presididas por crucifijos y retratos del Caudillo y José Antonio", ha informado este jueves el Teatro cuyas en un comunicado.

Primero como alumnas y después como mujeres, ya que "lo que la escuela pretendió con ellas fue industrializar la producción de amas de casa a base de materias como Labores u Hogar", ha explicado desde la compañía, que siempre había querido hablar de esa "doble tenaza" que aprisionó a la mujer en la España de Franco.

Con 'El florido pensil', Tanttaka Teatroa había contado solo una parte de la historia, ya que la obra se ceñía al punto de vista masculino.

"Faltaba la otra parte del currículum, el otro lado del patio del recreo, la mirada desde la puerta de la lado, el mundo de las niñas", ha añadido sus responsables, para quienes las divisiones masculina y femenina de las escuelas franquistas "eran dos mundos paralelos tan cercanos como distintos, dos universos encerrados en el mismo edificio con dos propósitos muy diferentes".

La obra está dirigida por Fernando Bernués y Mireia Gabilondo y protagonizada por un grupo de actrices vascas, Loli Astoreca, Gurutze Beitia, Teresa Calo, Elena Irureta e Itziar Lazkano, que dan vida a cinco muchachas sometidas a la absurda e ideológica brutalidad del sistema educativo que domino la España de la posguerra.

Se trata de Briones, hija de una familia emigrante; la roja y proletaria Alberdi; la rural Bittori Artola, procedente del típico caserío euskaldún; la acomodada Aguirre y la rica Jáuregui, a las que dan clase la señorita Inmaculada, sor Angustias, doña Jacinta o doña Jimena, la profe de gimnasia, en un centro por el que también merodean el cura don Secundino, la criada gallega Simoniña o una inspectora falangista de la Sección Femenina

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