El primer gran diseñador español, Mariano Fortuny, 'el Mago de Venecia', ilumina el Hermitage

  • Mariano Fortuny y Madrazo (Granada, 1871 - Venecia, 1949) es recordado en el museo de San Petersburgo en la primera exposición en Rusia sobre su obra.
  • Artista, diseñador, escenógrafo y fotógrafo, fue un revolucionario de la alta costura al combinar la exquisitez de la prenda artesanal con la elegancia de la alta costura.
  • Entre sus clientas estaban la coleccionista Peggy Guggenheim, la 'sex symbol ' del cine mudo Lillian Gish y la inventora del ballet moderno Isadora Duncan.
Tres creaciones de Fortuny Madrazo que se exponen en el Hermitage. En el centro, uno de los revolucionarios vestidos Delphos
Tres creaciones de Fortuny Madrazo que se exponen en el Hermitage. En el centro, uno de los revolucionarios vestidos Delphos
Courtesy State Hermitage Museum
Tres creaciones de Fortuny Madrazo que se exponen en el Hermitage. En el centro, uno de los revolucionarios vestidos Delphos

Conocido entre sus contemporáneos como el Mago de Venecia por la ciudad que eligió para crear y vivir, Mariano Fortuny y Madrazo, nacido en Granada en 1871 y fallecido en la ciudad de los canales en 1949, fue el primer español al que se puede aplicar con justicia la condición de diseñador de alta costura. El Hermitage de San Petersburgo celebra la primera exposición en Rusia dedicada a la obra dispar y siempre notable —fue también artista plástico, diseñador de interiores y objetos de adorno, escenógrafo y fotógrafo— de este revolucionario de la elegancia.

Mariano Fortuny, el Mago de Venecia: coleccionista, artista, diseñador de alta costura, hasta el 13 de marzo de 2017 en la pinacoteca estatal rusa, nunca pisó el suelo del país que acoge la muestra, pero es bien conocido en aquellos confines por el llamado Vaso de Fortuny, un cántaro de cerámica andalusí y reflejos dorados del siglo XIV que fue propiedad de la colección del pintor Mariano Fortuny Marsal (1838-1874), padre del Mago de Venecia.

El vaso fue vendido al Hermitage en 1885 por un anticuario parisino que lo había comprado a Cecilia de Madrazo (1846-1932), viuda del pintor y madre del diseñador, ella misma descendiente de una saga de artistas y una de las grandes coleccionistas de textiles de su tiempo.

Uno de los más notables, valientes y refinidos diseñadores de la primera mitad del siglo XX, Fortuny y Madrazo tuvo una influencia capital en la alta costura y el diseño de interiores. Heredero del talento artístico por vía paterna y de la curiosidad y el gusto por la belleza en el vestir por la materna, su obra, apuntan desde el museo, "sobresale por su cantidad" y "resulta difícil creer que una persona pudiese crear tanto en el transcurso de una sola vida".

Sólo interesado en el trabajo y la creatividad

"Poco interesado en todo lo que no fuese trabajo y creatividad", añaden, sus diseños eran venerados por la vampiresa del cine mudo y gran actriz Lillian Gish, la diva italiana del teatro Eleonora Duse, la coleccionista de arte y mecenas estadounidense Peggy Guggenheim y la inventora del ballet moderno Isadora Duncan.Toda su selecta clientela estaba fascinada por la revolucionaria aproximación del granadino al combinar la exquisitez de la prenda artesanal con la elegancia de lo exclusivo de la alta costura.

La exposición del Hermitage, un proyecto conjunto con la Fundación de los Museos Municipales de Venecia, muestra 150 obras de arte, con piezas de ambos complejos museísticos y de colecciones privadas italianas y rusas. Tejidos, trajes, diseños, proyectos de escenografía y otros objetos efímeros quieren también mostrar las fuentes de inspiración del diseñador, añadiendo tejidos italianos, medievales y renacentistas, telas coptas, esculturas clásicas y cerámicas orientales de las colecciones Hermitage.

Fascinado con España, Italia, la Grecia clásica y Japón

Fortuny y Madrazo creció en un ambiente cultivado y privilegiado que propiciaba la inquietud artística. De los varios pintores de la familia Madrazo tomó conciencia la perspectiva histórica, la certeza de que somos herederos de las civilizaciones pasadas. Vivió su niñez en París y casi toda su vida adulta en Venecia, y buscó la inspiración en la cultura española y también en Grecia, el norte de África, Japón y la Italia del Renacimiento.

Uno de sus diseños más famosos es el de los vestidos Delphos, túnicas de finísimos pliegues que realizaba con una máquina de su invención. El granadino apostaba por prendas cómodas que enfatizaban la expresión corporal (como los bailes de Isadora Duncan), renegaba de los corsés y revelaba así una sensibilidad moderna que abandonaba el rigor del siglo XIX.

Teñido con técnicas artesanales

En el proceso era igualmente renovador: teñía las telas de terciopelo, algodón y seda con técnicas artesanales que habían caído en el olvido y añadían al placer de la pieza hecha a mano la elegancia de la alta costura.

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