Idi Amín, Mobutu y Obiang: los otros genocidas de África

El presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, a su llegada a la catedral de la Almudena, en Madrid, para asistir al funeral de Estado por el expresidente del Gobierno Adolfo Suárez.
El presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, a su llegada a la catedral de la Almudena, en Madrid, para asistir al funeral de Estado por el expresidente del Gobierno Adolfo Suárez.
Paco Campos / EFE
El presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, a su llegada a la catedral de la Almudena, en Madrid, para asistir al funeral de Estado por el expresidente del Gobierno Adolfo Suárez.

La cadena perpetua dictada contra el expresidente de Chad Hissène Habré por crímenes contra la humanidad supone un antes y un después para el deteriorado sistema judicial del continente africano, marcado por las corruptelas y la inoperancia frente a los poderosos.

Ahora, ni si quiera Europa quiere pronunciarse sobre la presunta inmunidad de Teodorín Obiang, al que la justicia francesa persigue desde hace varios años para imputarle, entre otros, delitos relacionados con el blanqueo de capitales.

África ostenta el dudoso honor no solo de concentrar a un nutrido número de tiranos vinculados al poder, sino también de contar con sistemas de justicia corrompidos o faltos de medios que han favorecido que los crímenes de estas élites queden, las más de las veces, completamente impunes.

Amnistía Internacional no se cansan de denunciar la violación reiterada de los derechos humanos en esta parte olvidada del planeta: "Los recientes sucesos de la República Centroafricana y Sudán del Sur ponen de relieve que los esfuerzos regionales e internacionales siguen sin abordar los conflictos actuales en África. En República Centroafricana hay una limpieza étnica a gran escala. También en Sudán del Sur se está asesinando o violando a personas debido a su etnia y a su presunta afiliación política", recogía la ONG en uno de sus boletines internos en abril de 2014.

Lo cierto es que, lamentablemente, detrás de estos enfrentamientos y conflictos fratricidas están, las más de las veces, mandatarios desalmados ávidos de poder que en connivencia con los grandes entramados económicos mundiales arrastran a sus pueblos a sangrientas guerras civiles y conflictos tribales.

Estos son los rostros de los grandes genocidas de la historia reciente de África, que gobiernan o han gobernado a su pueblo con mano de hierro conculcando los más elementales derechos humanos:

Teodoro Obiang Nguema: El presidente de Guinea Ecuatorial se convirtió en abril de 2016, con 73 años, en el Jefe de Estado más longevo de África y del mundo, ya que llegó al poder en 1979 tras encabezar siendo teniente coronel un golpe militar por el que derrocó a su tío, Francisco Macías (también con fama de sanguinario) al frente de una de las escasísimas colonias españolas en África.

Desde entonces, ONG como Amnistía Internacional y Human Rights Watch han denunciado la represión continuada en el país contra opositores políticos y disidentes. Desapariciones, ejecuciones y violaciones de los derechos humanos que le han valido la solicitud reiterada de su detención por genocidio, incluso frente a la Audiencia Nacional española.

Sus excelentes relaciones con la comunidad internacional, en particular con su antigua metrópoli España, le han permitido mantener su gestión presidencial al margen de las injerencias de instituciones como la ONU o el Tribunal Internacional de Derechos Humanos.

El genocidio ruandés: Especial mención merece el genocidio perpetrado en Ruanda entre abril y junio de 1994, cuando el odio tribal estalló en el país provocando la muerte de 800.000 personas y obligando a dos millones de ruandeses a huir para salvar sus vidas.

Como en el caso del expresidente de Chad, al menos 37 personas han sido procesadas a lo largo de dos décadas por su participación en los sangrientos sucesos que cubrieron el país de cadáveres. Otros muchos huyeron con destino desconocido y jamás rendirán cuentas ante la justicia por la muerte de miles de tutsis.

Entre quienes sí cumplen condena por genocidio figuran cuatro altos cargos del gobierno de Ruanda en el momento de los hechos. Entre los procesados, la mayoría a cadena perpetua, destaca el nombre de Ildéphonse Nizeyimana, capitán del ejército ruandés y número 2 de los servicios secretos.

Nizeyimana está considerado como uno de los principales responsables del genocidio. Detenido en Uganda en octubre de 2009, planificó y ordenó a sus soldados la matanza de miles de personas, entre ellas "la antigua reina de Ruanda, Rosalie Gichanda, una figura simbólica para todos los tutsis", según el alegato de la acusación frente al Tribunal Penal Internacional para Ruanda.

Mobutu Sese Seko: Conocido bajo el apelativo de 'el carnicero del Zaire' fue el único presidente de ese país, conocido hoy como la República Democrática del Congo y como el Congo Belga en su pasado colonial.

Mobutu dirigió los destinos del país entre noviembre de 1965 y marzo de 1997, y muchos le consideran uno de los grandes cómplices de los hutus en el genocidio que en 1994 asoló la vecina Ruanda. De hecho, su gestión de las fronteras en la crisis ruandesa dio lugar a la primera guerra panafricana, que logró apartarlo del poder.

Mobutu, considerado el político y mandatario más corrupto de África, murió exiliado en Marruecos víctima de un cáncer de próstata. En le momento de fallecer tenía una fortuna estimada de más de 10.000 millones de dólares.

Politólogos y expertos africanistas acuñaron para su régimen el término de "cleptocracia". Un sistema político en el que los opositores políticos y civiles eran eliminados no por motivos religiosos o tribales, sino por el ansia desmedida de poner los bienes públicos al servicio del enriquecimiento propio.

Mobutu murió sin ser procesado por esquilmar los bienes y recursos de su país y a día de hoy su inmensa fortuna no ha sido devuelta al pueblo congoleño.

Pero la historia dramática del antiguo Zaire habría de sumar dos nombres más a la lista de genocidas. El exvicepresidente del país y hombre fuerte del entorno de Mobutu (su hermana está casada con un hijo del dictador), Jean-Pierre Bemba acaba de ser condenado (21 de marzo de 2016) por tres delitos de crímenes de guerra y dos delitos de crímenes contra la humanidad.

Exiliado de Zaire en 1997, organizó el Ejército de Liberación del Congo, con el que tomó parte en los conflictos que asolaron el país en los años posteriores, ya bajo el nombre de República Democrática del Congo.

Entre 1998 y 2004 murieron unos cuatro millones de personas, según estimaciones de la ONG International Rescue Committee (IRC). Según los alegatos contra Bemba esgrimidos en el tribunal penal internacional, sus milicianos "violaron todo lo que encontraban en su camino", perpetrando asesinatos y saqueos indiscriminados.

Y con permiso de todos los citados respecto al Zaire, antiguo Congo belga y actual RDC, el mayor genocidio en el país lo perpetró el rey belga Leopoldo II. Durante la etapa colonial, se estima que diez millones de congoleños fueron exterminados, mutilados y esclavizados con el objetivo de ponerlos al servicio de la extracción de caucho para la fortuna personal del monarca.

Idi Amín Dadá (Uganda): Uno de los dirigentes más sanguinarios de África, inspirador de la película El último rey de Escocia, murió en 2003 en Arabia Saudí pesando sobre él la acusación de haber asesinado a más de 400.000 personas, crímenes por los que jamás tuvo que rendir cuentas ante la justicia nacional o internacional.

El reino del terror impuesto en Uganda por este admirador de Adolf Hitler se extendió entre 1971 y 1979, etapa en la que asesinó a casi medio millón de personas y expulsó del país a las minorías asiáticas, cuyos negocios y patrimonio expropió.

Los historiadores han documentado casos de crímenes directos perpetrados por el dictador por el mero hecho de que los afectados osaron contradecir el criterio o los deseos del presidente, que actuó en Uganda como un señor feudal rodeado de siervos. Además de las víctimas mortales, el número de desaparecidos durante su régimen se cuenta también por millares.

Omar Hasán Ahmad al Bashir: Otro de los grandes dictadores de África gobierna con mano de hierro Sudán del Norte desde que llegó al poder en 1989 gracias a un golpe de Estado encabezado por él, teniente general del Ejército sudanés.

El presidente Ahmad al Bashir está estos días de rabiosa actualidad tras conocerse la mediación realizada ante él por el expresidente español Felipe González para lograr la adjudicación de derechos petroleros para su admirado Massaud Zandi, el empresario hispanoiraní que es el alma de los papeles de Panamá y un personaje presente en todos los entramados finacieros opacos.

Lo que ya sabía Felipe González cuando en 2009 llamó a la puerta de Ahmad al Bashir es que un año antes el dictador africano había sido acusado de genocidio, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra por la Corte Penal Internacional.

La orden de arresto cursada por el tribunal cayó en saco roto, ya que la Justicia local, la Liga Árabe en su conjunto, Rusia y China se mostraron contrarias al procesamiento del presidente sudanés.

Hay día de hoy no ha respondido de los presuntos crímenes que se le atribuyen, especialmente relacionados con el conflicto religioso entre cristianos y musulmanes (el presidente es musulmán suní) que acabó dividiendo el país en Sudán del Norte y Sudán del Sur.

En respuesta a su intento de procesamiento internacional por genocidio, Bashir respondió expulsando del país a 13 ONG y dejando a la deriva al millón de refugiados a los que estas organizaciones atendían.

Robert Mugabe (Zimbaue): El presidente del país llegó al poder en 1987. Primero como héroe por su participación en la independencia del país, pero depués como villano, su imagen se ha ido deteriorando progresivamente a lo largo de casi tres décadas.

Formado en las filas del ejército zimbaués, comparte como el resto de dictadores africanos una férrea formación castrense. Este hombre, que llegó a recibir el Premio Jawaharlal Nehru que el gobierno indio otorga a aquellos que luchan por la concordia y la tolerancia entre los pueblos, es sospechoso también de eliminar a disidentes y opositores políticos.

Concretamente, se le considera el instigador de la masacre étnica acontecida entre 1980 y 1987, y que se saldó con más de 20.000 ciudadanos de la etnia matabele asesinados.

Hasta aquí, los apuntados son algunos de los nombres más destacados de tiranos y dictadores africanos, pero no los únicos.

A falta de una condena internacional unánime contra la violación indiscriminada de los derechos humanos en los países africanos, tema tabú hasta la fecha que ningún organismo internacional se atreve a abordar con seriedad debido a la multitud de intereses económicos en torno a las materias primas de estos territorios, las listas de nombres son casi tan amplias como el propio continente.

Algunas ONG señalan también como artífices de genocidios a los gobernantes presentes y pasados de Estados como Somalia, Etiopía, Nigeria, Sierra Leona, Togo o Camerún. Países todos ellos de los que las noticias que llegan a Europa son prácticamente inexistentes.

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