Una audaz pintora barroca que quiso ser heroína bíblica

  • Artista cuando las mujeres no podían serlo, la italiana Artemisia Gentileschi (1593-1652) logró ser reconocida y respetada por sus coetáneos y mecenas.
  • Roma organiza con cerca de 100 obras la mayor exposición sobre la autora.
  • Violada a los 18 años por el pintor Agostino Tassi, del que era alumna, el cuadro 'Judith decapitando a Holofernes' se interpreta como un desahogo terapéutico.
'Judith decamitando a Holofernes', óleo de Gentileschi de 1620-21
'Judith decamitando a Holofernes', óleo de Gentileschi de 1620-21
Artemisia Gentileschi - Firenze, Gallerie degli Uffizi
'Judith decamitando a Holofernes', óleo de Gentileschi de 1620-21

La imagen de Judith decapitando al general asirio Holofernes, o ya exhibiendo la cabeza, ha seducido siempre a pintores y escultores. Cranach el Viejo, Botticelli, Caravaggio, Goya o Klimt abordaron la extraña violencia seductora del episodio hebreo del Libro de Judith; pero se nota que la pintora Artemisia Gentileschi (1593-1652) tiene algo más que expresar. Cuando la Judith de Caravaggio está agitada y conmovida; la de Gentileschi no se permite sentir pena. La artista pone además especial esmero en la sangre que empapa las sábanas de la cama.

Sin importarle tanto la belleza o la valentía de la heroína, enfatiza la venganza. El cuadro se interpreta como un desahogo terapéutico de Gentileschi, violada a los 18 años por el pintor Agostino Tassi (1566-1644), del que era discípula. El padre de la joven —el también pintor Orazio Gentileschi— denunció la agresión sexual. Para mayor humillación y sufrimiento, el tribunal papal la sometió a torturas y pruebas ginecológicas que supuestamente demostrarían que las acusaciones no eran un invento. Al agresor lo desterraron de los Estados Pontificios, pero no hubo una condena real.

Gentileschi y su tiempo

Artista reconocida en vida, sorteó con destreza las limitaciones que se le pusieron por ser mujer y querer dedicarse al arte. Siempre contó con el apoyo de su padre —que pronto se dio cuenta del talento de su primogénita y le dio una educación artística— y  fue la primera mujer admitida en la Academia de las Artes y el Diseño de Florencia. El Museo di Roma celebra a la autora en Artemisia Gentileschi e il suo tempo (Artemisia Gentileschi y su tiempo), hasta el 7 de mayo en la pinacoteca de la capital italiana: la más completa exposición organizada en torno a su figura, con cerca de un centenar de trabajos.

De estilo tendente al tenebrismo, en la selección hay obras maestras como la visceral Judith decapitando a Holofernes, Esther y Asuero o Autorretrato como intérprete de laúd. El recorrido comienza con las piezas de los comienzos en el estudio paterno en Roma, como Susana y los viejos (1610), que pintó cuando apenas contaba con 17 años.

La muestra abarca también la abundante producción de la artista en Florencia, a donde se trasladó con su nuevo marido, el pintor Pietro Stiatessi.

En ese epicentro de talento, actividad y diálogo trabajó en la corte de Cosme de Médici. Allí recibió influencias de otros artistas cortesanos como Giovanni Martinelli, Franceso Furini y sobre todo de Cristofano Allori, del que se exhibe la obra Judith y que animó a Gentileschi a prestar en cada cuadro una mayor atención a la elegancia y las artes decorativas.

"Aquí descansa Artemisia"

Su arte se volvió más femenino con el paso del tiempo, como si ganara seguridad en el rol de mujer pintora. "Encontrarás el espíritu de un César en el corazón de una mujer", escribía en 1649 al noble italiano y mecenas Don Antonio Ruffo.

La amistad con el científico Galileo Galilei, el regreso a Roma, las estancias en Venecia, Nápoles y Londres. Cada sección de la muestra es un despliegue de trabajos versátiles que perfilan a una artista luchadora, productiva, siempre en guardia para preservar su estatus, consciente de que ser mujer era la eterna desventaja para ser respetada y tenida en cuenta por los círculos artísticos... Pero, al final, ganadora de cada batalla.

En su tumba, que según fuentes históricas estuvo en la iglesia de San Giovanni dei Fiorentini de Nápoles, la inscripción decía Heic Artemisia (Aquí descansa Artemisia). El nombre de pila es un detalle revelador: fue el único que usó para firmar los cuadros. Nunca quiso usar el apellido de su padre ni el de su marido.

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