Cerca de un centenar de búlgaros que vivían en chabolas en Patiño, junto al Makro, se marcharon la semana pasada de la pedanía, animados por el Ayuntamiento de Murcia. La mayoría partió rumbo a Castellón, pero algunos se han mudado a dos poblados de chabolistas rumanos que también existen en Patiño.

Están detrás del campo de fútbol y en la calle Fuensanta. Los vecinos calculan que hay entre 50 y 70 chabolistas.

«Una vez, alguien prendió fuego a uno de los poblados. Pensábamos que eran menos, pero empezaron a salir muchísimos», cuenta una vecina.

Promesas incumplidas

Nicolae Rostas es uno de los chabolistas de Patiño. Es pastor de la Iglesia Evangélica; compra y vende coches y dice que saca a sus compatriotas de la prostitución y la droga. «Ya han venido los trabajadores sociales. Prometen mucho, pero no hacen nada», dijo.

Muchos de los chabolistas llevan años en Patiño. Poco a poco llegan nuevos. «Llevo aquí tres lunas», cuenta uno.

Los vecinos de Patiño tienen miedo. Aseguran que los chabolistas malviven en condiciones higiénicas lamentables y que los niños no van a la escuela. El Concejalía de Seguridad tiene pensado enviar a la Policía, pero no sabe cuándo.

Lo que piensan los vecinos

Antonio Lax Mora: «Creo que son unos 100, pero no se dejan ver mucho, aunque hacen mucho ruido y forman escándalos. Viven rodeados de suciedad y con niños. Yo en el pueblo no los quiero. Los mandaría a la puerta de La Moncloa».

Lorenzo Martínez «Son muy sucios y agresivos. Tengo miedo de que me hagan algo. Hay inseguridad. Provocan muchísimas peleas y se dedican a robar. Aquí en el pueblo no estamos a gusto. No queremos que se queden».

María Fernández «No tienen trabajo y hacen daño en el pueblo. Se instalan en terrenos privados y se dedican a la mendicidad. Creo que se les debería asistir y buscarles un empleo para que no estén en estas condiciones».