Cotejan la mitología mediterránea clásica de Pablo Picasso con la indigenista de Diego Rivera

  • 'Picasso y Rivera, conversaciones en el tiempo' empareja 150 0bras de Picasso y Rivera para buscar intereses comunes, formales y puntos de intersección.
  • La exposición, en el LACMA de Los Ángeles, coteja obras de ambos artistas con piezas de arte grecorromano y precolombino que les sirvieron de inspiración.
  • Tanto el español como el mexicano, que se conocieron personalmente en París, viajaron hasta sus raíces para buscar la subversión y reinventar la realidad.
  • La relación concluyó bruscamente en 1915, cuando Rivera acusó de plagio de uno de sus cuadros cubistas a Picasso. Nunca volvieron a hablar.
Cuadros de Picasso, a la izquierda, y Diego Rivera
Cuadros de Picasso, a la izquierda, y Diego Rivera
The Museum of Modern Art, NY © 2016 Estate of Pablo Picasso / Artists Rights Society (ARS), New York. Digital Image © The Museum of Modern Art/Licensed by SCALA / Art Resource, NY - Los Angeles County Museum of Art © 2016 Banco de México Diego Rivera Frid
Cuadros de Picasso, a la izquierda, y Diego Rivera

Pablo Picasso (1881-1973) y Diego Rivera (1886-1957) dejaron de hablarse y rompieron para siempre los lazos de simpatía que les unían en los ambientes bohemios parisinos de principios del siglo XX por una acusación de plagio. En 1915, el segundo sostuvo en público y echó en cara al español que había plagiado un cuadro cubista —la acusación se refiere a dos telas cubistas: Hombre acodado en una mesa, de Picasso, que sería, según Rivera, una copia de estilo de Paisaje zapatista—. La ruptura fue definitiva y no se volvieron a dirigir la palabra.

Pese a la fractura absoluta de la amistad —Rivera consideraba que Picasso era "un genio", pero "carecía de originalidad"—, todavía es posible buscar un trazado paralelo de intereses comunes y puntos de intersección entre ambos maestros. Lo intenta la exposición Picasso and Rivera: Conversations Across Time (Picasso y Rivera, conversaciones en el tiempo), organizada por el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles (LACMA en las siglas en inglés), que se celebrará entre el 4 de diciembre y el 7 de mayo de 2017.

Obviando la ruptura

Obviando la pelotera que los separó para siempre —ocultación lógica en una muestra que luego será exhibida en México, donde Rivera es para algunos un pintor nacional que merece tanta o más gloria que Picasso—, la intención de los organizadores es demostrar como ambos artistas viajaron hasta sus raíces para buscar la subversión y reinventar la realidad. Junto con 150 pinturas, grabados y dibujos, se exponen piezas de arte grecorromano y precolombino que sirvieron de inspiración y forjaron las sensibilidades mediterránea, en el caso de Picasso, y precolombina e indigenista en el de Rivera.

Influidos por "las formas, mitos y estructuras de las artes de la antigüedad", los artistas viajaron hasta sus raíces para "reescribir la historia del arte" con un "sentido subversivo", ampliando enormemente el "reconocimiento de las contribuciones artísticas de las antiguas civilizaciones", dicen los organizadores de la muestra. "El arte antiguo se volvió esencial para el sentido del futuro [de Picasso y Rivera], tanto personal como políticamente", añaden.

Fronteras difuminadas

"Al colocar obras maestras de Picasso y Rivera junto a obras grecorromanas, etruscas e ibéricas, así como esculturas mesoamericanas y figuras de cerámica azteca, la exposición teje distantes geografías y mundos que difuminan las fronteras del tiempo y el espacio", dice la responsable de la muestra, Diana Magaloni. "Ambos artistas son inventores de una nueva realidad visual en las primeras décadas del siglo XX. Diego Rivera llevó el mundo precolombino a la vanguardia mostrando que el arte producido por estas culturas era para las Américas lo que el arte tradicional griego y romano era para Europa".

El director del LACMA, Michael Govan, incide en la importancia de considerar la historia del arte como un proceso continuo y explica el interés del museo por aupar a Rivera. "En lugar de perpetuar las jerarquías históricas o culturales, buscamos crear un diálogo, sobre todo teniendo en cuenta nuestra ubicación en una ciudad que se encuentra en una encrucijada internacional con América Latina y la cuenca del Pacífico", añade Govan, para quien la "antigua herencia indígena" mesoamericana "propone una nueva cosmovisión que puede interactuar con las tradiciones occidentales clásicas".

Ambos fueron niños prodigio

Los cinco bloques temáticos de la muestra buscan ahondar en los "momentos de interacción y divergencia entre los dos artistas", ambos niños prodigio que empezaron a estudiar y exponer desde muy jóvenes. También coincidieron, entre 1908 y 1916, en su adscripción al cubismo parisino, estilo que terminaría por ser el acicate para la ruptura de relaciones. En este capítulo se exponen cuadros de Picasso como Estudiante leyendo el diario (1913) y Marinero almorzando (1914), primeros apuntes experimentales de un período crítico.

Tras la I Guerra Mundial y en otro movimiento casi paralelo, Picasso y Rivera viajaron a Italia —en 1917 y 1920, respectivamente— y abrazaron una "revalorización de la tradición clásica", una especie de "regreso al orden" que el primero expresó en sus reinterpretaciones de temas mitológicos grecorromanos y etruscos, mientras que el mexicano volvió la vista al indigenismo. De Picasso se exhibe Tres Mujeres en la primavera (1921) —obra que presta el MoMA—, un grupo clásico de las tres gracias clásicas, y de Rivera, Día de las flores (1925), uno de sus más conocidos óleos.

La 'figuración diáctica' de Rivera

Dos de las galerías están dedicadas en exclusiva a cada uno de los artistas. Rivera y el arte precolombino muestra cómo el artista mexicano abandona definitivamente la abstracción para emplearse en la "figuración didáctica", con referencias a las antiguas civilizaciones mexicanas, temario que pobló sus grandes murales públicos que enfatizaban lo nacional e ideológico sobre lo personal.

En la década de 1930, Rivera ya había formado su propio estilo, transformando los modelos inspirados en las antiguas esculturas mesoamericanas en personas cotidianas vivas, creando una representación de la raza mestiza idealizada. En La Canoa enflorada (1931), crea dos mundos: los mestizos, influidos por la cultura occidental, disfrutan de un día en el lago Xochimilco, mientras que el remero, un hombre indígena, representa la fuerza de la tradición.

'Algo nuevo a partir de la tradición'

La galería dedicada a Picasso y la mitología explora cómo el artista cimentó el arte del siglo XX a través de la experimentación formal con los temas del pasado, creando imágenes personales y universales asentadas en una sensibilidad mediterránea. En Estudio con escultura de un busto (1925), por ejemplo, resume la relación dialéctica entre los cánones griego y romano, la pintura occidental y el comienzo del modernismo. Para el pintor no se trataba de una "ruptura total con el pasado", sino de "crear algo nuevo a partir de la tradición".

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