La escuela taller de restauración de la DPZ recupera el aspecto original del Cristo de la Cuna de Ateca

  • La escuela taller de restauración de la Diputación Provincial de Zaragoza (DPZ) ha recuperado el aspecto original del Cristo de la Cuna de Ateca, una talla barroca del siglo XVII que puede verse en la iglesia parroquial y que es una de las imágenes más destacadas de la Semana Santa de la localidad zaragozana.
Trabajos en el Cristo de la Cuna de Ateca, en el taller de restauración de la DP
Trabajos en el Cristo de la Cuna de Ateca, en el taller de restauración de la DP
DIPUTACIÓN DE ZARAGOZA
Trabajos en el Cristo de la Cuna de Ateca, en el taller de restauración de la DP

Alumnos y profesores de la escuela entregan la escultura esta tarde a su propietaria, la Cofradía de la Soledad, tras haberla sometido a una intervención que ha permitido eliminar las toscas fijaciones realizadas en los hombros en el siglo XIX, cuando el Cristo, que inicialmente estaba articulado, fue convertido en una imagen yacente.

La restauración ha eliminado las masillas de relleno y los repintes de los hombros dejando a la vista la estructura inicial de la pieza y buena parte de los colores ocultos, ha detallado la institución provincial en una nota de prensa.

Además, se ha limpiado con productos químicos toda la superficie policromada, muy sucia de polvo y grasa; se han repuesto dos dedos perdidos tallando las falanges en madera de limoncillo; y se ha actuado también en la urna o 'cuna' en la que permanece el Cristo, que presentaba roturas y pérdidas de material producidas por la humedad y por un severo ataque de insectos xilófagos.

El Cristo de la Cuna de Ateca es una talla típicamente barroca realizada en madera policromada por el escultor Bernardino Vililla y el encarnador Francisco Lobera entre 1661 y 1663. La hicieron por encargo de la Cofradía de la Soledad para la capilla que esta hermandad tiene en la iglesia parroquial. La escultura se encuentra en un receptáculo protegido por un cristal que permite ver la talla en el banco del retablo, bajo la hornacina de la Virgen de la Soledad.

Se construyó como una imagen articulada para escenificar la imagen del descendimiento de la cruz. Esa ceremonia, ya perdida, tendría lugar en la parroquia el Viernes Santo, antes de la procesión del Santo Entierro.

Sin embargo, su desaparición provocó que en el siglo XIX el Cristo fuera convertido en una escultura yacente colocando trozos de tela encolada y pintada en los hombros y reforzándolos con clavos. Además, los brazos se fijaron al tronco a la altura de las muñecas.

PRUEBAS DE RADIODIAGNÓSTICO

En la restauración del Cristo de la Cuna de Ateca han intervenido tres de los cuatro talleres de la escuela taller de restauración DPZ XIV: el de investigación y mantenimiento de bienes culturales, que se ha encargado de documentar la historia y los avatares de la escultura; el de carpintería, que ha recuperado la urna; y el de restauración de arte mueble, que ha intervenido en la talla.

"El principal deterioro que sufría la escultura estaba en las fijaciones de los hombros, que además de ser posteriores y burdas presentaban numerosas capas de repunte que empobrecían la calidad artística de una talla tan hermosa", ha explicado el director de la escuela taller, Luis Benedicto.

"La fase documental fue determinante para tomar la decisión de eliminar las fijaciones y además sometimos el Cristo a una imagen de radiodiagnóstico que nos permitió conocer el alcance de las partes rellenas de masilla y el claveteado innecesario de los entelados adheridos", ha concluido.

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