Se esfumó por arte de magia. Porque mucha magia le hizo falta a quien robó, en la madrugada del sábado, el balón de baloncesto de más de dos metros de diámetro que se había colocado en la estatua de Marqués de Larios, en pleno centro de la ciudad.
Tenía pintado el símbolo de la NBA y se anunciaba el partido que mañana disputarán los Memphis y el Unicaja. Hacía sólo una semana que esta enorme bola de plástico duro e hinchada con aire se instaló allí, unos días antes de la llegada de los Memphis Grizzlies a Málaga.
Hay muchas teorías de cómo consiguieron hacerse con el balón: unos apuestan a que se lo llevaron rodando; otros, que tuvieron que pincharlo primero para poder cargarlo. Eso sí, seguramente debió costarle unas horas esperar a que se desinflara por completo.
En lo que todas las teorías coinciden en que o en la capital falta vigilancia o la enorme esfera no estaba bien sujeta. Aunque esto último puede que ni siquiera amedrente. Cada Navidad desaparecen renos, bolas gigantes y eso sin contar que el número de pascueros que se sustrae ya es incontable.
Al fetichista ladrón del balón le costará esconderlo porque más de dos metros de diámetro no esconden tan fácil en un armario. Con todo la Policía Local aún no hay dicho nada del suceso y anda en busca del autor y de sus cómplices, si es que los hubiera.
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