De brujas y putas: una ruta distinta por las calles de Málaga

  • “Inquisición, brujería y prostitución en la Málaga de la Edad Moderna” es el nombre de esta ruta turística nocturna.
  • En tiempos de los Reyes Católicos la prostitución se concentraba en la Calle Camas y los alrededores del Museo de Artes populares.
  • En las inmediaciones del Hospital Civil se explica cómo la brujería hacía las veces de “medicina” en esa época.
Vista general de Málaga, con el puerto a la izquierda.
Vista general de Málaga, con el puerto a la izquierda.
EP/DIPUTACIÓN MÁLAGA/J.JIMÉNEZ CUESTA
Vista general de Málaga, con el puerto a la izquierda.

La prostitución y la brujería eran prácticas muy comunes y aceptadas durante la Edad Moderna en España, aspectos de esta parte del pasado que ya se pueden conocer gracias a una ruta turística nocturna que se desarrolla por las calles de Málaga capital. “Inquisición, brujería y prostitución en la Málaga de la Edad Moderna” es la denominación de esta iniciativa que la empresa Cultopía organiza a lo largo de todo el año.

El licenciado en Historia Jorge Jiménez, autor del recorrido, explica que la prostitución era legal en el Reino de Castilla y el mundo musulmán, por lo que durante la Reconquista, los Reyes Católicos aprovecharon “lo que ya había” y la mantuvieron. Añade que en Málaga esta actividad se concentraba principalmente en la Calle Camas –hasta hace unos veinte años seguía ahí– y los alrededores del Museo de Artes populares, por lo que es en la plaza de Camas donde comienza esta ruta.

Debido a la gran presencia de esta profesión en la zona, se intentó supervisar con la instauración del Putero Mayor del Reino para que así las prostitutas estuvieran “siempre en unos lugares delimitados para que no enturbien la moral de la población”. Al contrario de lo que podría pensarse, la prostitución estaba aceptada durante esta época y las mujeres que la ejercían contaban con lugares establecidos para sus encuentros, así como un guarda que las protegía, un médico que las visitaba una vez al año, cobijo, alimentos e incluso asistencia de una “partera” en caso de embarazo.

Otra de las paradas del recorrido es la Iglesia de San Juan, primer lugar donde se ofreció cobijo para las “arrepentidas”, ya que la vida era dura para las prostitutas de clase baja, y muchas acababan por abandonar la mancebía y buscaban refugio y perdón por sus pecados.

Además, entre los habitantes malagueños y del resto del país existían ciertas personas que practicaban la brujería y no se trataba de gente con poderes mágicos, más bien eran curanderos, adivinadores y echadores de cartas. Estas personas se posicionaban alrededor de las zonas de mercado y las plazas centrales de las ciudades, para saber si las cosechas iban a ser buenas, si una enfermedad se podía curar o echar un mal de ojo a alguien.

Las otras ocupaciones de la Inquisición

Algunos sanadores conocían las capacidades curativas de plantas y hierbas, mientras que otros usaban la “picaresca” para vender escritos en latín, hebreo o árabe que aseguraban que podían parar las balas si se cubría el torso con estos papeles. Jiménez ha escogido las inmediaciones del Hospital Civil en el itinerario para hacer una comparación de cómo la brujería hacía las veces de “medicina” en esta época.

Otra de las paradas elegidas por el historiador es la plaza del Obispo, donde habla de la leyenda negra de la Inquisición. Y es que, la brujería y la prostitución no entraban dentro del punto de mira de esta institución al principio, ya que ésta estaba centrada en perseguir otros cultos religiosos a los que consideraba heréticos, como el islamismo y el judaísmo. Se podían practicar estos oficios sin problema, siempre que no contradijese la palabra de la Iglesia, pero los motivos para denunciar a alguien que se ganara la vida así no eran pocos: interferir en la voluntad de Dios, interrumpir su libre albedrío o simplemente quitar a esa persona “de en medio”, el más usado.

La mística y el deseo de descansar eternamente junto a los familiares eran los motivos por los que los españoles que viajaban más allá del Atlántico y morían allí eran llevados de vuelta hasta su lugar de origen, explica Jiménez junto al teatro Romano de Málaga, última parada de la ruta. Con la llegada de la Ilustración a finales del siglo XVIII la prostitución, la brujería y la Inquisición comienzan a decaer poco a poco, debido al cambio en las costumbres de las clases altas y en la religión católica, pero a día de hoy todavía persisten las prostitutas y los brujos.

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