"Se abren muchas posibilidades de buscar tratamientos novedosos contra la ELA"

El doctor Jesús Esteban, coordinador de la Unidad de ELA del Hospital 12 de Octubre de Madrid.
El doctor Jesús Esteban, coordinador de la Unidad de ELA del Hospital 12 de Octubre de Madrid.
HOSPITAL 12 DE OCTUBRE
El doctor Jesús Esteban, coordinador de la Unidad de ELA del Hospital 12 de Octubre de Madrid.

La Esclerosis Lateral Amiotrófica, conocida como ELA, es una de las consideradas enfermedades raras, pero dentro de ese grupo es "relativamente frecuente". En España hay unas 4.000 personas afectadas y se diagnostican unos tres casos diarios, generalmente en personas a partir de los 50 años. Lo que no es habitual es que se dé en niños. En esos casos, los médicos hablan de ELA2, una patología hereditaria de la que en nuestro país solo hay registrados los casos de Elsa y Mario, dos hermanos de diez y tres años. "Se manifiesta más en familias consanguíneas. De forma muy infrecuente aparece en la población general", explica Jesús Esteban, coordinador de la Unidad de ELA del Hospital 12 de Octubre, en Madrid. Este doctor, que lleva casi 30 años trabajando sobre esta enfermedad, se muestra optimista respecto a la posibilidad de que se encuentre un tratamiento contra ella.

¿Qué es la ELA y qué efectos tiene?

La Esclerosis Lateral Amiotrófica afecta a las neuronas motoras, las neuronas del sistema nervioso que transmiten la señal a los músculos para que se muevan. Hay dos grupos: la primera neurona motora o superior, que está en la corteza del cerebro, y la segunda neurona motora o inferior, a lo largo de la médula, en el tronco del encéfalo. La primera contacta con la segunda, que a su vez contacta con los músculos. Hablamos de Esclerosis Lateral Amiotrófica cuando la enfermedad afecta a los dos grupos. En el 90% o más de los casos, las ELAs, que en el adulto es la enfermedad de la neurona motora más frecuente, son esporádicas [sin carácter endémico o epidémico]. Y en un porcentaje pequeño hay un mecanismo genético. A la primera enfermedad de ELA hereditaria que se describió le pusimos ELA1. La segunda se denominó ELA2 y la búsqueda del gen se hizo en una familia de origen tunecino en la que había muchos miembros afectados.

¿Qué peculiaridades presenta la ELA2?

Un inicio muy precoz. En la familia tunecina empezaban todos por debajo de los diez años. El resto de ELAs son de adultos. Además es recesiva. Nosotros llevamos dos copias de cada gen, de manera aleatoria una de la madre y otra del padre. En el caso de las enfermedades dominantes, el hecho de llevar una copia defectuosa es suficiente para desarrollarlas. En las recesivas tienes que tener las dos copias dañadas, por eso solo afecta a una generación. Tiene que haber un defecto genético en el padre y en la madre y por eso aparecen más en familias consanguíneas. De forma muy infrecuente aparecen en la población general porque tiene que darse la mala suerte, que de vez en cuando se da, de que coincidan dos defectos genéticos en el mismo gen y que se reproduzcan.

¿En España había aparecido antes algún caso?

No conozco a nadie que haya descrito ningún otro. En la ELA2 el signo predominante es la afectación de la neurona motora superior y tiene un curso que se suele iniciar en las piernas y asciende al resto del cuerpo. Los casos tan precoces y con tanta neurona motora superior dañada pueden confundirse o dárseles otros nombres. A veces pueden estar interpretados como parálisis cerebrales infantiles. En ese aspecto probablemente haya casos sin diagnosticar, aunque no va a ser una cantidad muy importante. Es posible que de manera muy excepcional pueda haber algún otro caso en el que no se haya identificado el gen. Cuando los estudios genéticos vayan siendo todavía más fáciles de hacer, los conozcamos mejor y sean más accesibles es posible que rescatemos algún caso más de pacientes que tenían otro diagnóstico.

¿La evolución que puede plantear un adulto puede ser similar a la de un niño?

Tiende a ser más lenta que en adultos. Es verdad que con mucha incapacidad porque produce mucha torpeza motora, pero con funciones vitales mejor mantenidas y por lo tanto con supervivencias bastante más largas. Aunque no es lo mismo una supervivencia de diez años en una persona de ochenta que en un niño menor de diez.

¿Se está investigando suficiente sobre la ELA en general?

Sí, mucho.

Pero es de las consideradas enfermedades raras.

Sí, pero dentro de las enfermedades raras es relativamente frecuente. La ELA2 sí es excepcional pero el resto, de alguna manera, no son tan raras. Cada año se diagnostican dos casos de ELA por cada 100.000 habitantes. Eso en España significa que vamos a diagnosticar unos tres casos diarios. Las unidades de ELA generalmente manejan entre 70 y 100 pacientes. Los casos genéticos aportan mucha información nueva. Aportan una causa clara para esa familia, un defecto genético, y por tanto se puede investigar muy bien el mecanismo que hace que las neuronas motoras se estropeen y fallen. Están dando por tanto mucha información de mecanismos que es posible que en las que no son hereditarias se activen de otra manera. Abre muchas posibilidades de buscar tratamientos novedosos. Por ahí hay vías para vislumbrar posibles tratamientos en un periodo relativamente corto.

¿Se podría concretar ese periodo?

Es muy arriesgado pero ya hay fármacos en el mercado que modifican expresiones genéticas. Van dirigidos a modificar el gen defectuoso para normalizarlo de alguna manera. Es verdad que muchos de ellos están dirigidos a enfermedades genéticas muy concretas y son fármacos que están diseñados para ese defecto genético determinado. Conociendo bien el gen y conociendo bien sus defectos se abren posibilidades de pensar en que puede haber tratamientos. Con esta enfermedad específicamente no están probándose pero sí con mutaciones parecidas a las que tienen este tipo de pacientes. Aunque ahora no haya una investigación bestial sobre la ELA2 en el mundo, sí se están probando esos medicamentos con enfermedades más frecuentes pero producidas por mecanismos genéticos parecidos. Ahí hay abierta una vía de posibles tratamientos aunque vengan de la investigación de otras enfermedades.

Porque actualmente sigue siendo degenerativa y sin cura.

Hoy en día para adultos tenemos un tratamiento de soporte con el que mejoramos mucho la calidad de vida y la supervivencia, pero no estamos curando la enfermedad. Estamos teniendo algún tratamiento farmacológico probado generalmente en adultos que parece prolongar un poco el curso de la enfermedad. Individuo a individuo no podemos decir si es eficaz pero globalmente parece que modifica algo el curso de la enfermedad. Tenemos ya algunos y están en marcha muchos otros que pueden ser eficaces. En general, eficaces en interceder en el curso más que en revertirlo, por ahora. Llegará un día en el que probablemente se pueda revertir, al menos parcialmente, aunque dependerá del daño que haya.

¿En este tiempo se han ido dando pasos que avanzan no hacia curarla pero al menos a paralizarla?

Desde luego. Decir si pronto la vamos a poder curar es más difícil. Antes, aunque supiésemos qué gen estaba afectado no podíamos hacer nada más. Ahora vemos capacidades de intervenir en este tipo de enfermedades. Lo único que cada caso es particular y la terapia es tan personal que a veces dificulta el desarrollo porque son desarrollos caros y hacerlos tan personales es difícil.

¿Se puede ser relativamente optimista?

Eso es. Lo que se ha hecho en los últimos años es conocer muy bien los mecanismos y se han descubierto muchos genes. Nosotros tenemos ahora del orden de 20 genes que explican algunas familias de ELA. Realmente importantes hay cuatro pero sabemos que participan hasta una veintena. Y nos han dado información sobre qué mecanismos son importantes para que la neurona fallezca. La mayoría de las ELAs genéticas que veo aparecen a los 50 y 70 años. Esas personas, con el defecto genético desde nacimiento, han estado bien durante todos esos años. También estamos aprendiendo mucho de cómo el cuerpo ha sabido defenderse de ese defecto, que es verdad que al final le puede, pero que durante 50 años no ha dejado ni rastro.

¿Cuánto ha mejorado la esperanza de vida de estos pacientes desde que usted comenzó a investigar la enfermedad?

Probablemente hemos mejorado del orden de un 20% la supervivencia de los pacientes globalmente. Pero la parálisis no es homogénea. Hay personas en las que desde que empieza la enfermedad hasta que quedan paralizadas del todo pasa menos de un año. En el caso de otras nunca van a estar paralizadas del todo porque el avance es muy lento. La media es verdad que es rápida, de tres a cinco años desde el inicio de la enfermedad, pero hay personas que tienen evoluciones muy lentas, de más de 20 y 30 años.

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