Así es la París - Niza pamplonica: 44 cañas y otros tantos pinchos en tres horas

  • La Paris-Niza, una manera diferente de tomar pinchos por Pamplona.
  • El recorrido está formado más de 40 bares, desde el bar París hasta el Niza.
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Este bar supone el fin de la ruta.
Este bar supone el fin de la ruta.
AGENCIAS
Este bar supone el fin de la ruta.

En Pamplona son conocidos los pinchos. Lo que en otras ciudades se denomina ir de tapas, en la capital navarra se llama ir de pinchos. Los bares, sobre todo del Casco Viejo, se recrean en su elaboración como en la Semana del Pincho, en abril, donde se establece cuál es el mejor pincho de Pamplona.

Pero hay una ruta alternativa, poco conocida hoy en día. Se trata de la París-Niza. Consiste en completar los 44 bares (peñas de San Fermín incluidas) que llenan las calles desde el bar Paris, en Jarauta, hasta el bar Niza, al lado de la Plaza de Toros. Gran parte del recorrido está dentro del trazado del encierro, por lo que el foráneo que pruebe la Paris-Niza conocerá las calles más importantes del casco histórico.

Emulando a los ciclistas que corren el tour entre ambas ciudades francesas, el pamplonés que se atreva con esta aventura ha de realizar una carrera de fondo. Se ha de tomar un pincho y una caña (en su defecto zurito) en cada bar que puebla las calles de este recorrido. También hay quien prefiere el vino, pero siempre con una buena degustación, es decir, un pincho.

El horario previsto para degustar esta ruta no bajará de las tres horas, y el precio estimado rondará los 60 euros. Si uno no se ve con fuerzas siempre puede hacer la versión 'light' de esta ruta oficiosa (casi oficial entre las cuadrillas de Pamplona). En este caso abordará únicamente los bares de la calle Estafeta (15 locales), última parte del trazado.

Los pinchos que se ofrecen son más sencillos al principio de la ruta y se van complicando, en cuanto a su elaboración, conforme avanzamos en la Paris-Niza. Por lo general el precio también aumenta en los bares de Estafeta.

En cualquier caso adentrarse en las calles del Casco Viejo pamplonés supone una delicia gastronómica, pero sobre todo diversidad. No cabe la monotonía. Las calles San Nicolás y alrededores (Plaza del Castillo) se encuentran atestadas de gente en busca de un buen pincho que echarse a la boca, en bares como el Otano o el Gaucho. Muchos de estos se convierten en bares de noche, durante el fin de semana, donde poder tomar una copa.

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