William Merritt Chase, el único pintor impresionista de los EE UU que asombraba a los europeos

  • Con la participación de varios museos, logran reunir la mayor antología de una figura clave en el arte de los EE UU de finales del siglo XIX.
  • William Merritt Chase (1849-1916), de cuya muerte se cumple un siglo, muestra 80 pinturas, entre ellas joyas como 'La joven huérfana', un fascinante cuadro de 1884.
  • La exposición, que se estrena en Boston, será la primera retrospectiva del artista en viajar a Europa: en febrero de 2017 recala en Venecia.
  • Merritt fue mentor y profesor de pintores como Georgia O'Keeffe y Edward Hopper.
'La joven huérfana', obra maestra de William Merritt Chase
'La joven huérfana', obra maestra de William Merritt Chase
National Academy Museum, New York - Courtesy, Museum of Fine Arts, Boston
'La joven huérfana', obra maestra de William Merritt Chase

William Merritt Chase (1894-1916), hijo de una familia estadounidense de comerciantes de zapatos de buena posición económica, renunció a las comodidades de ser hereder0 para entregarse al arte de un manera tan voraz que en ocasiones jugó en su contra: pintó tanto —los anales sitúan el recuento en casi medio millar de obras— y era tan omnipresente en los círculos de ambos lados del Atlántico —la familia costeó varias estancias de estudio en Alemania, Francia e Italia, así como viajes a España para empaparse de su favorito, Velázquez— que en algunos casos parecía estar atosigado por la prisa en terminar un cuadro e iniciar el siguiente.

Pese a ese apremio, Chase fue el mejor pintor de su generación en los EE UU y logró deslumbrar a los impresionistas europeos con la calidad emocional de algunos de sus cuadros, compuestos con una normalidad sensual y primorosa. The Young Orphan. An Idle Moment (La joven huérfana. Momento de ocio), de 1884, justifica toda una carrera. Muestra a una chica enlutada, con la mirada perdida y un pañuelo en el que sospechamos la presencia de lágrimas recién enjugadas, reclinada en un sillón rojo que parece fundirse con el tono de la pared del fondo. Cuando el autor envió la pintura a una colectiva organizada en Bruselas por el grupo de vanguardia Les Vingt, fue elogiada como una obra fascinante que superaba a las mostradas por los impresionistas del viejo continente.

Primera antología en 30 años

La joven huérfana abre el recorrido por la mayor retrospectiva dedicada al artista en los últimos treinta años. Es una exposición, coorganizada por cuatro centros artísticos, que aprovecha el centenario de la muerte de Chase para reunir una gran cantidad de piezas selectas, más de 80. Será inaugurada el 9 de octubre en el Museo de Bellas Artes de Boston (MFA en sus siglas en inglés), donde permanecerá en cartel hasta el 16 de enero de 2017. Luego, en febrero, viajará a la Galería Internacional de Arte Moderno de Venecia (Italia), en donde adquirirá la condición de ser la primera gran antología del pintor en Europa.

Tanto en los trabajos al óleo como al pastel, Chase demostró una técnica impecable durante las cuatro décadas que dedicó a la práctica de la pintura. No menos notable fue su trabajo como docente en varias escuelas privadas, por las que pasaron algunos de los grandes artistas estadounidenses del siglo XX, entre ellos Georgia O'Keeffe y Edward Hopper, pilares del modernismo, el primer estilo gestado en el país que saltó fronteras y tuvo influencia universal. De personalidad carismática y gran elocuencia, sus cualidades como maestro eran notables, porque, según dijo O'Keeffe, "había en él algo fresco, enérgico, fiero y exigente que lo hacía divertido".

'Un primera fila mundial'

Desde el museo advierten el contrasentido de que la consideración de este artista hiperactivo, elegante, padre de ocho hijos y amante de la alegría esté por debajo de los habituales referentes de la pintura de los EE UU, John Singer Sargent y James McNeill Whistler. "Chase era un primera fila no sólo en el arte estadounidense, sino en el panorama mundial", dice una de las coordinadoras de la muestra, Erica Hirshler. "Creía que un pintor debe tener un gran respeto por el arte del pasado. Inspirado por los antiguos maestros y excitado por la belleza que encontró en el mundo que le rodeaba, Chase creó composiciones audaces sobre la vida cotidiana, la familia y los amigos ".

Fascinado por el orientalismo, gran amante de la cultura japonesa y coleccionista de objetos exóticos, el estudio de Chase en Nueva York fue un lugar de encuentro de artistas y personajes de la alta sociedad a finales del siglo XIX. Decorado como extensión de sus querencias, con aves disecadas, libros exquisitos, cerámicas y mobiliario de procedencia lejana, el lugar aparece como colorido telón de fondo y escenario de alguno de los cuadros más espectaculares del autor, como Studio Interior, donde una joven revisa un tomo en el sugestivo ambiente del lugar.

Guiños a Velázquez

La influencia de Velázquez es notable en el autorretrato de 1883, donde, paleta en mano, el artista inclina la cabeza vivazmente y una nota de color rojo mancha la chaqueta negra. También hay ecos del maestro español en Ready for the Ride (Lista para la cabalgata, 1877), retrato de perfil de una joven y elegante amazona preparada para la monta.

Aunque firmó paisajes con ambiente de placentera ensoñación —At the Seaside (En la orilla del mar, 1882), The Big Bayberry Bush (El gran arbusto de bayas, 1895)—, hermosos bodegones y algunos desnudos, lo mejor de la producción de Chase está en los retratos, estilizados, tensos entre el realismo y el esbozo y de gran carga psicológica. Destacan el óleo en el que muestra a su alumna, la joven Lydia Field Emmet (1892) y Spring Flowers (Flores de primavera, 1889), donde una mujer con un quimono rojo da la espalda al espectador para sentir el aroma de un jarrón con peonías.

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