Pesetas, sol y simpatía...o cómo se inventó el turismo extranjero

  • Medio siglo ha pasado desde que alguien pensara que la mejor forma de vendernos a la Europa democrática era apostar por la diferencia, lo que nos hacía únicos.
  • El envoltorio creado gracias al eslogan 'Spain is different!' dio el pistoletazo de salida a un turismo comercial que atrajo a la divisa extranjera.
  • Pese a la dictadura, España era en los 60 un destino atractivo: nuevo, barato y soleado.
Fotograma de la cinta 'El turismo es un gran invento' (Pedro Lazaga, 1968). Icono de una época, esta comedia probablemente sea la que mejor refleja la apertura española al turismo internacional.
Fotograma de la cinta 'El turismo es un gran invento' (Pedro Lazaga, 1968). Icono de una época, esta comedia probablemente sea la que mejor refleja la apertura española al turismo internacional.
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Fotograma de la cinta 'El turismo es un gran invento' (Pedro Lazaga, 1968). Icono de una época, esta comedia probablemente sea la que mejor refleja la apertura española al turismo internacional.

En el imaginario colectivo –también de quienes no lo vivimos– nuestra costa hace 50 años incluye la postal de esbeltas mujeres nórdicas, en un entonces poco común bikini, alfombrando en busca de sol la arena de las playas españolas, descubiertas por primera vez por la mirada del turista foráneo.

Arrancaba la década de los sesenta y el desarrollo del sector turístico fue clave en el crecimiento económico de aquellos años en los que nació en nuestro país el fenómeno del turismo extranjero.

Por dentro, España era un país herido por la posguerra y secuestrado por la dictadura. Por fuera, el envoltorio creado en los cincuenta gracias al eslogan Spain is different! dio el pistoletazo de salida a un turismo comercial que nos vendió a las democracias europeas como un país alegre, soleado, con kilómetros de costa por edificar y escandalosamente barato.

Diez años después, los españoles seguíamos sin poder votar y vivíamos adormecidos en la autarquía, pero ya éramos oficialmente la playa de Europa.

En su artículo El auge del turismo europeo en la España de los años sesenta, Esther M. Sánchez Sánchez explica cómo el auge sostenido del turismo extranjero supuso uno de los motores del desarrollo económico español y nuestra apertura al exterior.

"La entrada de divisas ligada a la afluencia de veraneantes se tradujo en un impulso considerable al proceso de modernización del país. Al mismo tiempo, el encuentro personal directo entre turistas y residentes facilitó el acceso de la población española educada bajo el franquismo a las pautas de actuación social, moral y cultural de los países de su entorno geográfico", escribe Sánchez.

Todo comenzó a finales de los cincuenta. "Cuando dos ministros de Franco le hablaron de la necesidad de hacer un plan para estabilizar la peseta (devaluarla) a él no le gustó nada, ¡y menos que llegaran turistas! Pero España tenía una balanza de pagos deficitaria...El Plan de Estabilización de 1959 hizo que llegara el turismo y aquello fue lo que permitió que se industrializara el país y que cuadraran las cuentas", cuenta a 20minutos Manuel Figuerola Palomo, director del Doctorado en Turismo de la Universidad Nebrija y asesor de la Organización Mundial del Turismo (OMT).

Un país atractivo, pese a la dictadura

Sin embargo, Figuerola matiza que "el invento del turismo español", en parte también nació desde el extranjero por la intencionalidad de los turoperadores del norte de Europa.

"Nosotros entonces estábamos muy estáticos, no sabíamos cómo reaccionar ante una situación de aislamiento y autarquía económica y los extranjeros nos veían con un destino simpático, agradable y barato. Pese a la dictadura, España era un país muy atractivo para el turista y fueron los operadores turísticos extranjeros los que manejaron todo aquello. El Gobierno alemán incluso llegó a poner dinero para la construcción de las pimeras residencias hoteleras en España. La inversión extranjera en bienes inmuebles llegó a alcanzar algunos años los 3.000 millones de dólares, cifras muy importantes", añade.

Británicos, alemanes, franceses y nórdicos no tardaron en darse cuenta de que éramos un país "con una enorme voluntad de acogida porque estábamos en una dictadura y la sociedad estaba ávida de contacto con el extranjero, necesitado de ese contacto social después de la guerra y del aislamiento, por eso las famosas historias de las suecas, ese es el inicio", afirma.

La fiebre del ladrillo y el cemento llegó después y con ella las construcciones inmobiliarias en todo el litoral, una tendencia "excesiva" para Figuerola. "Se nos desbordó el crecimiento muy rápido, de no tener turismo en el año 1960 a tener hoy cerca de los 70 millones".

El desarrollo turístico en aquellos años fue tal que "en los 70 Francia e Italia se tuvieron que reinventar porque España les estaba comiendo la merienda con un producto nuevo y joven a precios muy atractivos", añade José Luis Zoreda, vicepresidente de Exceltur.

Una época que inmortalizó el cine

Años sesenta. Un alcalde decide convertir un pueblo aragonés en un gran centro turístico para promover su desarrollo y que los jóvenes de la aldea no se vean obligados a emigrar a otras zonas más ricas del país. Para conseguirlo, se traslada a la Costa del Sol en busca de la receta del éxito turístico.

Es la trama de El turismo es un gran invento (Pedro Lazaga, 1968). Icono de una época, esta comedia probablemente sea la que mejor refleja la apertura española al turismo internacional y cómo la llegada de nuestros vecinos vino a revolucionar la industria y la moral de una sociedad aislada y amordazada.

El elenco reúne a tres rostros populares del cine español de entonces: López Vázquez, Paco Martínez Soria y Ozores. Las escenas –que ruborizan con la distancia del tiempo– destacan a las famosas suecas, elementos clave de una parte del cine español del destape, donde las extranjeras encarnaban el objeto estival de deseo del españolito medio del litoral. Manolo, la nuit (Mariano Ozores, 1973), protagonizada por Alfredo Landa, o Tres suecas para tres rodríguez (Pedro Lazaga, 1975) fueron otros títulos que inmortalizaron en el cine el reflejo de la época del negocio efervescente de 'sol y playa'.

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