En un comunicado, los expertos del Icopcv han explicado que el calzado "idóneo" es aquel que protege el pie sin deformar la marcha, que facilita la realización normal del paso y que se adapta desde el primer día a las dimensiones del pie del niño.
Desde el ICOPCV se ha elaborado un decálogo con los requisitos que deben tenerse en cuenta a la hora de comprar unos zapatos pensando en la salud de los pies de los más pequeños.
El primero es que los zapatos deben estar elaborados en materiales "naturales y flexibles, que ayuden a la transpiración y a la vez permitan libertad de movimiento". En segundo lugar, que sean "ligeros" y carezcan de costuras internas que puedan provocar roces. "Es fundamental que presenten un buen acabado interior porque de esta forma no causarán molestias al caminar", han señalado los especialistas.
Asimismo, es aconsejable que presenten algún elemento de sujeción como cordones, hebillas o velcros que impidan el movimiento excesivo del zapato durante la marcha, así como el deslizamiento del pie hacia delante. En el caso de que lleven lengüeta, como las deportivas, ésta debe ser suave y almohadillada para distribuir de modo uniforme la presión sobre el empeine.
En cuarto lugar, el eje longitudinal de la suela del zapato, la horma, debe ser lo más recto posible. La quinta advertencia es que no es aconsejable el uso de botas de caña alta en los niños. Es preferible el empleo de medias cañas ya que facilitan la movilidad del tobillo.
La sexta indicación es que, para evitar rozaduras y problemas en el tendón de Aquiles, el talón debe esta reforzado y la caña del zapato estar acolchada. Séptimo, la altura del tacón no debe pasar los 3-4 centímetros.
En octavo lugar, la suela debe ser flexible a la vez que indeformable y antideslizante. Como noveno requisito, la puntera debe ser ancha y alta de forma que se evite que los dedos queden encogidos dentro del calzado. La longitud del zapato debe ser aproximadamente de 1 a 1,5 centímetros superior a la longitud real del pie, para permitir el deslizamiento y expansión que sufre el pie al andar y cargar el peso corporal, así como para respetar su normal crecimiento, evitándose de este modo alteraciones indeseables en el pie del niño.
Por último, el calzado no debe llevar ningún tipo de pieza estándar (prolongaciones de tacones, arcos o cuñas), salvo que así se haya prescrito por el profesional correspondiente.
Desde el Colegio de Podólogos han recordado que el uso de calzado incorrecto en la edad infantil puede originar deformidades digitales, alteraciones ungueales o, incluso alteraciones, de la marcha.
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