BIO Tiene 40 años y nació en Madrid. Es actriz y directora. Está casada y tiene tres hijos, uno de siete años, otro de cuatro y el último de meses. Es tímida y muy reservada.

El equipo de Mataharis acaba de llegar de San Sebastián, donde han recibido el aplauso de la crítica. Están pletóricos, aunque Icíar Bollaín prefiere ser cauta y esperar el veredicto que más le importa, el de los espectadores. La cinta se estrena este viernes.

No han parado de elogiarla y usted ha pasado un mal rato tremendo. ¿Está más educada para recibir críticas?

Pues sí, es cierto que no sé encajar bien los elogios, siempre voy un poco a la defensiva, por si a caso...

¡Se pone colorada!

Sí, es como cuando mi madre decía en mi presencia que era una niña muy buena, muy lista, muy aplicada... ¡Qué vergüenza!

La actriz Nuria González ha dicho que no se permite usted ninguna licencia a la hora de caer en la sensiblería.

Eso pasa porque veo mi trabajo como espectadora. Ellos no quieren que le repitas las cosas, que incidas dos veces en lo mismo.

Y Antonio de la Torre, uno de los protagonistas, la ha comparado con Almodóvar.

Lo ves, me echan muchos halagos y me tienen la autoestima por las nubes (risas).

Mataharis narra la historia de tres parejas. ¿No se cansa que le digan que es una película de mujeres?

¡Eso digo yo! No es una película de mujeres, es una película de parejas, tres historias cotidianas con gente normal.

¿Deberíamos relajarnos ya con eso de las cuotas?

Sí, además, cada vez hay menos diferencias entre hombres y mujeres. A todos nos gustan, nos preocupan y nos duelen las mismas cosas.

¿Cómo se le ocurrió meterse en el mundo de los detectives privados?

Leyendo el periódico con mi chico vimos una noticia en la que hablaban de una agencia china de detectives privados compuesta por mujeres y me llamó la atención.

Y encontró el escenario...

Claro, ese fue el escenario perfecto para contar una historia de tres mujeres que observaban la vida de los demás, pero que hacía tiempo que no hurgaban en las suyas.

¿Por qué les cuesta tanto perdonarse, hablar las cosas...?

Es difícil creerlo, pero estas cosas pasan. Por ejemplo, mis hijos se cabrean y se descabrean conmigo con una facilidad tremenda y a mí, sin embargo, me cuesta olvidar.

Es cosa de la edad.

Claro, con los años vamos perdiendo esa capacidad. Ellos me dicen: «Mamá, no estés cabreada que ya hemos hecho las paces» (risas).

Nos ha presentado a una Najwa Nimri muy diferente.

Sí, en un registro distinto, interpretando a una mujer de su casa. Es una maravillosa actriz y ha hecho un trabajo excelente. Tenía muchas ganas de trabajar con ella.

Ella interpreta a una madre de familia, trabajadora... ¿Le suena de algo?

Me suena porque yo también voy siempre cargada, con los niños a cuesta. Tengo tres y el mayor tiene siete años.

¿Cómo lo lleva?

Pues los llevo donde puedo, los dejo con quien puedo... Vamos, lo que hacemos todos.

¿Dirigir o ser dirigida?

Desde que dirijo me siento más cómoda actuando, pero para actuar te tienen que elegir a ti (risas).

DE ‘EL SUR’ A la actualidad

Como actriz: Su carrera empezó en 1983 con El sur, de Víctor Erice. Cuatro años más tarde rodó Mientras haya luz (Felipe Vega) y al año siguiente, con Manuel Gutiérrez Aragón, hizo Malaventura. En 1991 repitió con Vega en Un paraguas para tres y al año siguiente hizo Jardines colgantes (Pablo Lorca) y Tocando fondo (José Luis Cuerda).

En 1995 rodó con Ken Loach Tierra y libertad. También ha trabajado en varias ocasiones con José Luis Borau: Niño nadie (1997) y Leo (2000). Su última película como actriz la hizo en 2005 con Santiago García de Leániz (La noche del hermano).

Detrás de la cámara: Se arrancó en la dirección con los cortos Baja corazón (1990) y Los amigos del muerto (1992). Su primera película llegó en 1995 con Hola, ¿estás sola? Luego fue el turno de Flores de otro mundo (1999), el corto Amores que matan (2000) y Te doy mis ojos (2003), el filme con el que más premios y mejores críticas ha recibido (en la fotografía).

Querejeta llega a San Sebastián

El quinto largometraje de Gracia Querejeta, Siete mesas de billar francés, se proyectó ayer en el Festival de Cine de San Sebastián. Blanca Portillo y Maribel Verdú protagonizan el filme. En el certamen cinematográfico también se pudieron ver ayer las cintas El búfalo de la noche, de Diego Luna y el documental Lucio, de Aitor Arregi y José Mari Goenaga.