Agosto es ese mes en que, por muchos o pocos días, casi todas las familias desaparecen. Nos llevamos la mascota, así que en casa sólo quedan nuestras macetas. Y si no hay amigos, familiares o vecinos que se encarguen de ello, ¿quién se ocupa de regar las plantas? En estas ocasiones hay que agudizar el ingenio e idear algún sistema para que las plantas puedan conservar su humedad y mantenerse vivas hasta nuestro regreso.

Una fórmula para que no les falte agua es usar algún sistema de riego por capilaridad. Por ejemplo, una de estas técnicas consiste en cortar unas tiras de gamuza e introducir un extremo en la tierra de cada maceta y sumergir el otro en un recipiente con abundante agua; así, las plantas irán absorbiendo el agua poco a poco.

Si solo tenemos una maceta, pasaremos una mecha de algodón por el orificio de drenaje; luego, ponemos la planta en su sitio y la dejamos sobre un recipiente con agua. Si vamos a faltar pocos días, la dejamos escurrir y la envolvemos en una bolsa de plástico para que el agua no se evapore con el calor.

Otra idea es colocar los tiestos en la bañera. Para ello hay que tapar el desagüe y proteger el fondo con un plástico. A continuación, colocamos sobre este unos ladrillos o cualquier otro objeto que sirva de soporte a las macetas. Llenamos la bañera de agua hasta cubrir unos 5 centímetros de altura, y colocamos las plantas sobre los ladrillos. La capilaridad hará el resto.

También podemos hacer un sistema de riego por goteo casero. Solo hay que llenar una botella de plástico, hacerle un pequeño agujero en el tapón con un alfiler y colocarla boca abajo sobre la planta para que reciba poco a poco el líquido. El único requisito a tener en cuenta para emplear este sistema es hacer pruebas para controlar durante cuánto tiempo se puede mantener húmeda la planta, y así usar una botella de mayor o menor capacidad.

Una opción más sofisticada son las hidrojardineras. Se trata de una especie de maceteros que incorporan una rejilla separadora que forma el depósito del agua, unas mechas conductoras que se sumergen en dicho depósito, un tubo de llenado y otro con un respiradero en el que se indica el nivel de agua, que se debe encontrar siempre en una posición intermedia, entre el mínimo y el máximo. El funcionamiento es igual que en los casos anteriores: el tejido se empapa y el agua sube al sustrato por capilaridad, lo que permite que las plantas tengan agua durante un mínimo de tres semanas.