Aurora Torres: ''Si todo sigue igual, podrían llegar a extinguirse algunas especies''

  • La investigadora Aurora Torres se encuentra al mando del proyecto que analiza los efectos que provocan las infraestructuras humanas sobre aves y mamíferos
  • La expansión de las infraestructuras avanza a una velocidad que las especies animales no son capaces de asimiliar.
  • En 2050 nuestro planeta tendrá más kilómetros de carreteras asfaltadas que la distancia que nos separa de Marte.
Aurora Torres.
Aurora Torres.
A.T
Aurora Torres.

Aurora Torres es una investigadora del Museo Nacional de Ciencias Naturales (Consejo Superior de Investigaciones Científicas). Actualmente, se encuentra en un proyecto junto a la Universidad de Montreal analizando los efectos que provocan las infraestructuras humanas sobre aves y mamíferos. Con el estudio, pretenden crear un método para evaluar los impactos y así tratar de reducirlos en el futuro.

Las carreteras y zonas urbanas fragmentan el medio natural impidiendo que muchas especies animales dispongan de las áreas que necesitan para sobrevivir. La expansión de estas infraestructuras avanza a una velocidad que las especies no son capaces de asimilar. La mayor parte del desarrollo urbano que se prevé para 2050 aún no está contruido, pero para cuando lo esté, nuestro planeta tendrá más kilómetros de carreteras asfaltadas que la distancia que nos separa de Marte. Aurora Torres, la autora principal del estudio invita al optimismo ya que para ella, este trabajo puede ser el punto de partida para coordinar una red internacional de investigadores que evalúen el impacto global de las infraestructuras humanas sobre la fauna, aportando ideas y soluciones innovadoras.

¿Qué puede pasar si llegamos al 2050 sin poner en marcha alguna medida para controlar dicha situación?

El desarrollo de infraestructuras interacciona con otros procesos de cambio ambiental que ya están operando en el planeta, como el cambio climático, el cambio de uso del suelo o la introducción y dispersión de especies invasoras. Por ejemplo, una especie podría tratar de desplazarse a zonas más frías para adaptarse al calentamiento global pero si encuentra barreras a su paso es posible que no llegue a conseguirlo. Por tanto, de seguir todo igual, veríamos sin duda mermadas las poblaciones de fauna y podrían llegar a extinguirse especies.

¿Hay alguna manera de seguir construyendo sin afectar al medio ambiente? Y si es así, ¿por qué no se ha hecho hasta ahora?

A día de hoy no es posible, ya que la construcción de infraestructuras conlleva inevitablemente un consumo de recursos y supone un cambio brusco en el territorio. Aunque el impacto 0 no es posible, una buena planificación del trazado y de medidas correctoras puede mitigar en el alcance de sus efectos, pero no reducirlos del todo.

Por parte de las constructoras o de los responsables de cada proyecto, ¿hay desconocimiento de este tema?

Uno de los problemas es que suele contar con poco tiempo y medios para evaluar el impacto que puede llegar a tener una infraestructura. Pero más allá de eso, no se suelen contemplar los impactos a gran escala, es decir, el impacto acumulado de varias infraestructuras, que como nuestro trabajo demuestra, es elevado.

¿Qué manera hay de controlar o reducir lo que está ya construido?

Una vez que la infraestructura ya está construida se pueden mitigar sus efectos y restaurar procesos ecológicos mediante la implementación de medidas correctoras. Por ejemplo, la construcción o habilitación de pasos de fauna (inferiores o superiores). Pero también hay que tener en cuenta que la construcción de infraestructuras como carreteras suele motivar nuevos desarrollos en su entorno. En este sentido, no debemos dar las zonas afectadas por infraestructuras por perdidas y tratar de reducir estos nuevos desarrollos o tratar de que se hagan con el menor impacto posible.

¿Hay alguna zona de la península más afectada que otra, en la que urge más plantear alguna medida?

En efecto nuestros resultados proporcionan una visión y una cartografía del nivel de intensidad del efecto que nos ayudará a diseñar estrategias de conservación y planificación. No obstante, para que estas estrategias sean eficientes deben ser el resultado de combinar nuestras estimaciones con otro tipo de información (p. ej. espacios naturales protegidos, usos del suelo, fragmentación, etc.), así que sería precipitado lanzarnos a nombrar cuáles son las zonas que requieren medidas más urgentes.

Este tema es bastante desconocido por parte de los ciudadanos, ¿qué podemos hacer para concienciar a la población?

Una comunicación eficaz con la población es clave. Eso requiere que nuestro trabajo no solo se limite al desarrollo de proyectos de investigación y a la publicación de artículos científicos. La divulgación de nuestros resultados en medios de comunicación es fundamental. En nuestro caso, es importante transmitir el mensaje de que las infraestructuras se construyen a cambio de algo. Por ejemplo, a cambio de una gran inversión económica y, como indica nuestro trabajo, a cambio de un deterioro sustancial de las poblaciones de fauna. Es necesario que esta información se ponga sobre la mesa en el proceso de toma de decisiones cuándo se evalúa la posibilidad o la necesidad de construir nuevas infraestructuras.

¿Existe a día de hoy una red que regule todos los proyectos de infraestructuras y que estudie la repercusión para el medioambiente?

El problema  es que si bien proyecto a proyecto se suele evaluar la repercusión para el medio ambiente que supondrá la construcción de una infraestructura se echa en falta una visión a gran escala del impacto acumulado de todos esos proyectos. En esa dirección es en la que se sitúa nuestro trabajo y hacia la que vamos a avanzar. Para ello estamos poniendo en marcha una red internacional de científicos y profesionales que esperamos poder presentar en breve.

¿Es un tema que podemos resolver entre todos?

Es innegable que las infraestructuras son necesarias en una sociedad como la nuestra, por tanto un cierto impacto siempre va a existir. Eso no quiere decir ni mucho menos que cualquier infraestructura sea necesaria y debamos asumir su coste económico y ambiental. Si todos somos mucho más exigentes y empezamos a ser conscientes de que el deterioro ambiental se traduce, como cada vez más publicaciones apuntan, en un deterioro de la calidad de vida y de la salud, estaremos camino de tener un territorio mejor planificado y con más beneficios para el conjunto de la población humana y la biodiversidad.

Si todo sigue así de aquí al 2050, ¿corren peligro algunas especies animales?

Por supuesto, tanto por el impacto directo como indirecto de las infraestructuras. Si bien no podemos decir que la urbanización y el desarrollo de infraestructuras son los principales causantes de la pérdida de diversidad, sí que podemos afirmar que los asentamientos humanos y las vías de comunicación (desde la antigüedad) son el foco desde el que actúan otras presiones como la deforestación, el cambio de uso del suelo, los incendios o la introducción de especies invasoras, que producen la pérdida y deterioro del hábitat, que sí son las principales causas de pérdida de especies terrestres en este momento.

El último censo del lince ibérico mostró un gran avance en los ejemplares de la especie por las diversas medidas y proyectos de recuperación incitando al positivismo, ¿podría volver a caer en picado si esto no se controla?

Se está haciendo un gran esfuerzo para facilitar la expansión del lince ibérico y mejorar su estado de conservación, todavía muy crítico. Lamentablemente en todas las zonas donde hay lince ibérico ha habido atropellos, por lo que se considera que es una especie muy vulnerable a las carreteras. Por tanto un gran desarrollo de infraestructuras se traduciría en una mayor presión para las poblaciones de lince, así que es un factor a tener muy en cuenta junto a la persecución directa (p ej. caza furtiva o envenenamientos).

¿Necesitan todas las especies animales (o solo algunas) vivir alejadas de la influencia humana?

No todas las especies terrestres se ven negativamente afectadas por las carreteras, pero sí la mayor parte. Entre las que se ven negativamente afectadas hay especies que efectivamente prefieren vivir alejadas de las molestias humanas y evitan, en la medida de lo posible, establecerse en zonas cercanas a carreteras. Este es el caso, por ejemplo, del reno. Pero también hay especies que siguen utilizando las zonas próximas a infraestructuras a pesar de que eso conlleve un coste elevado, por ejemplo porque migrar sea necesario para sus poblaciones o  porque encuentren recursos en esas zonas.

Estaríamos ante una catástrofe si nuestro país perdiera distintas especies animales por todo esto, ¿habría retorno si llegásemos a este punto?

Efectivamente supondría un enorme deterioro de nuestro patrimonio natural. Las infraestructuras son elementos permanentes. Si bien se pueden tratar de mitigar sus efectos no se puede regresar al punto de partida, es decir, no podemos confiar en que las medidas correctoras o la reintroducción de especies resolverán este problema en el futuro. Lo mejor para no llegar a esa situación es diseñar una estrategia según la cual sólo se construyan las infraestructuras que sean realmente necesarias en base a criterios objetivos y que se planifiquen tratando de reducir su impacto ambiental.

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