O'Keeffe, Stettheimer, Zorach y Torr: conectan la obra de las grandes pintoras modernistas

  • Una exposición enlaza por primera vez la pintura de las mujeres que trabajaron al mismo tiempo en Nueva York, durante la primera ola del feminismo.
  • Aunque con estilos diferentes, las cuatro fueron las primeras en ejercer en los EE UU la mirada nueva y sin condicionantes a la vida en el siglo XX.
  • Son Georgia O'Keeffe (1887-1986), Marguerite Thompson Zorach (1887-1968), Florine Stettheimer (1871-1944) y Helen Torr (1886-1967).
Denudo reclinado, un óleo de 1922 de Marguerite Thompson Zorach
Denudo reclinado, un óleo de 1922 de Marguerite Thompson Zorach
On loan from the National Museum of Women in the Arts, Washington, DC
Denudo reclinado, un óleo de 1922 de Marguerite Thompson Zorach

Nacieron a finales del siglo XIX, con una diferencia entre la mayor y la más joven de solo 16 años. Las cuatro vinieron al mundo en lugares diferentes de un mismo país, los EE UU, y se dedicaron a la pintura de manera paralela y en una misma época, la primera ola del feminismo, cuando la condición de mujer era aceptada, aunque a veces con no pocas dificultades y paternalismo.

Georgia O'Keeffe (1887-1986), Marguerite Thompson Zorach (1887-1968), Florine Stettheimer (1871-1944) y Helen Torr (1886-1967) ven conectada su pintura en una exposición que las reivindica a las grandes cuatro pioneras modernistas del arte estadounidense del siglo XX. O’Keeffe, Stettheimer, Torr, Zorach: Women Modernists in New York (O'Keeffe, Stettheimer, Torr, Zorach: mujeres modernistas en Nueva York) se celebra, hasta el 18 de septiembre, en el Museo de Arte de Portland (PMA en las siglas en inglés).

Las flores negras de O'Keeffe

Las sesenta obras que ha logrado reunir la pinacoteca muestran a las claras las diferencias de paleta y matiz de las cuatro artistas —de O'Keeffe hay implacables visiones de abstractas flores negras de 1930; las obras de Zorach son de radical fauvismo, con el color y la forma dominando las obras; Stettheimer, coqueta y sofisticada, abre las puertas al mundo nuevo de alegría y rituales sociales que aparecía en el periodo de entreguerras, y Torr apuesta por la elegancia de paisajes dominados por líneas que parecen ejecutar una coreografía abstracta—.

Hay sin embargo varios nexos: todas vivieron en el ambiente dinámico de Nueva York que les permitió entrar en los circuitos —aunque no siempre con justicia: Torr, por ejemplo, vivió siempre a la sombra de su maridoArthur Dove (1880-1946), también artista y pionero de la abstracción en los EE UU— y las cuatro estaban convencidas de que era necesario adaptar la pintura a una mirada nueva y sin condicionantes.

'Rompiendo tradiciones'

Fueron las primeras mujeres del país en comulgar con los aires de ruptura del modernismo estadounidense —en nada similar al europeo, que predicaba el esteticismo del art nouveau antiburgués—. Entrado el siglo XX, los artistas de los EE UU "estaban rompiendo radicalmente con todas las tradiciones en el arte e intentaban inventar un nuevo lenguaje visual que respondiera a la experiencia de vivir en un nuevo siglo", apuntan desde el museo.

A medida que las ideas innovadoras se afianzaron en las ciencias, los modernistas crearon "nuevas formas de ver el mundo a través de experimentos formales", añaden los organizadores. La exposición examina "los talentos, las relaciones y las influencias que permitieron a cada una de las cuatro artistas inventar su propio enfoque distintivo del modernismo".

'Visiones nuevas'

Aunque no eran amigas y sólo se conocían indirectamente por sus obras, O'Keeffe, Stettheimer, Zorach y Torr trabajaron en la misma ciudad, en la misma época y con un mismo objetivo: plasmar visiones nuevas del mundo que no estuviesen contaminadas por las prácticas académicas y creativas del pasado.

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