El Aikido: otra forma de vida

• Etimológicamente significa "camino a la armonía con el movimiento"
• El club "Aikikai Jaén" surge de la fusión entre Aikikai y Kyoiku
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Aficionados praticando aikido en Jaén. DIANA SÁNCHEZ
Aficionados praticando aikido en Jaén. DIANA SÁNCHEZ
DIANA SÁNCHEZ
Aficionados praticando aikido en Jaén. DIANA SÁNCHEZ

Antonio es un joven jiennense que trabaja en una empresa de climatización y energía solar, además, desde hace unos siete meses se dedica a fortalecer internamente su cuerpo, mente y espíritu, a través del arte marcial más moderno del Japón, creado por el Maestro Ueshiba Morihei: el Aikido.

Para Antonio, esta disciplina oriental no es sólo una actividad más encuadrada dentro de su horario semanal. Es una forma de vida que se materializa con la práctica física una vez que acceden al tatami, es decir, el lugar físico donde se desarrolla toda una serie de movimientos cuyo fin es llegar al "camino a la armonía con el movimiento", como significa etimológicamente el propio nombre: AI (Unión, armonía), KI (energía universal) y DO (camino).

"A pesar de que empecé a conocer el Aikido por medio de un compañero del trabajo, lo que realmente me ha empujado a seguir practicando este arte marcial es la búsqueda de una filosofía de vida diferente. A ello hay que añadirle el buen ambiente que se respira una vez que entramos en el doyo (el gimnasio) entre los compañeros", explica Antonio.

El Aikido en Jaén

Por su parte, el sensei (maestro), José Jaén es uno de los promotores de esta disciplina en Jaén que decidieron crear un club dedicado al Aikido: Aikikai Jaén, que surge de la fusión entre los ya existentes: Aikikai y Kyoiku. El sensei explica que por su juventud, este arte marcial no es tan conocido como lo pueden ser otros como el judo o el kárate, sin embargo, hay unas características muy importantes que marcan las diferencias entre el Aikido y los demás: "El Aikido se distingue del común de las artes marciales por la inexistencia de torneos, la no competencia. En nuestro caso la competencia es interna exclusivamente. Por ello tratamos de buscar el equilibrio en el otro, por medio del movimiento de la energía. Y ello se puede conseguir a través de las posturas y las sensaciones que experimente el cuerpo", añade José Jaén.

"Personalmente lo que más me atrae del Aikido es el objetivo de superación personal y no respecto a otro. Creo que, por mi forma de ser, esta filosofía se ajusta a lo que busco para mi vida. No obstante, reconozco que aun me queda mucho por aprender, algo que siempre se hace en esta disciplina. Todavía estoy en el proceso de descubrimiento del punto donde se contrarrestan las fuerzas en el que no hay una sobre la otra", asegura Antonio.

El aprendiz destaca que otro aspecto que más le llama la atención es que no se utiliza la violencia, aunque sí hay cierto esfuerzo físico para controlar al otro, de manera que no existe un ambiente hostil en ningún momento. "Aquí se aplican técnicas de respiración, (básicas en todas las artes marciales, sobretodo las que no son de competición como el Yoga o el Tai-Chi); también se fomenta al máximo el desarrollo psicomotriz, por medio de movimientos que ayudan a potenciar la flexibilidad", explica el sensei, José Jaén.

El maestro recuerda que gracias a los beneficios físicos del arte marcial lo van a enseñar en colegios de la capital a niños de entre siete a doce años: "Este año iremos al Colegio Ramón Calatayud los martes y jueves de seis a siete para impartir las clases. Con ello queremos acercar este arte marcial a los más pequeños y que de esta manera, aprendan la disciplina, ya que apenas es conocida por el resto de la ciudadanía", indica José Jaén.

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