Carlinhos Brown: "Los hombres ya necesitan vacaciones, y lo que hace falta es un matriarcado"

    • "Creo en la gente y tengo esperanza: soy la prueba; la estadística me llevaba a ser bandido", dice el artista que cierra el Festival Cultura Inquieta.
    • "Son las cabezas las que cambian, la música es una herramienta para cambiar y una clave de acceso para que la gente siga adelante".
    • Nadie está por encima ni por debajo de mí: ese problema yo no lo tengo".
El artista Carlinhos Brown después de una entrevista con 20minutos.
El artista Carlinhos Brown después de una entrevista con 20minutos.
CULTURA INQUIETA
El artista Carlinhos Brown después de una entrevista con 20minutos.

A sus 54 años Carlinhos Brown sigue defendiendo con una intensidad contagiosa la necesidad de esperanza y cambio, y el poder de la música y la cultura en ello. "No soy un artista, yo estoy al servicio del arte y de la gente", dice y no lo hace con falsa modestia. Sabe de lo que habla cuando habla del poder de su profesión: a él lo salvó. Su infancia en la favela de Candeal Pequeño, dentro del barrio de Brotas, el destino más que probable era que se hubiera convertido en un delincuente.

Además de su música, conocida y bailada en el mundo entero, su labor social en Bahía (Brasil) es incesante. En el documental que Trueba dirigió sobre su labor, El milagro de Candeal, el cineasta español retrató el trabajo de Carlinhos Brown en su barrio natal. Candeal es hoy una favela en donde las armas y la droga han dejado espacio a un conservatorio, un estudio de grabación, un centro de salud y una recuperación radical de la autoestima social. El filme obtuvo el premio Goya al mejor documental.

Entusiasmado por venir a España a cerrar el Festival Cultura Inquieta (22 de julio, 20 h, Getafe-Madrid), el artista que acaba de publicar su trabajo número 15: Artefireaccua-Incinerando o Inferno,  no deja de agradecer la ayuda que siempre ha sentido que le han dado aquí.

Lo primero que nos dice: "Es un honor venir aquí, hacía mucho que no estaba en España y es muy especial".

¿Qué tiene España que la quiere usted tanto?

El honor principal es volver a España y a un festival como éste, Cultura Inquieta, que tiene mucho que ver conmigo. La inquietud está asociada con la búsqueda de la paz y la energía que la música promueve. Es un honor estar en España, es muy importante para mí. Y me quito las gafas para que puedas mirar el alma, las gafas son muy de artista y yo soy un ser humano que sirve al arte.

Y con su arte al ser humano...

Me gusta dedicarme a causas sociales, y puedo hacerlo con la música, es lo que sé hacer, puedo dar una forma especial de música. Más aún en un momento en el que la música no está siendo respetada como arte.

¿Cómo lleva esa falta de respeto, ese maltrato?

Es un problema. Grandes músicos como Bebo Valdés, Pescadilla, Camarón de la Isla o Paco de Lucía trabajaron con la idea de que las culturas podrían ser próximas con la llegada de Internet. No ha sido así. Y yo y no tengo tiempo para esperar a que Internet madure y abrace la cultura. Prefiero hacer caminos más sostenibles y contenidos que sirvan a la humanidad.

Es lo que lleva usted haciendo mucho tiempo...

España me dio la mano muy fuerte en eso. Ya no encuentras en mi tierra niños con mosquitos por todo el cuerpo, la escuela funciona, las casas están edificadas...

¿Cómo les cambia a esos niños la música?

Son las cabezas las que cambian, la música es una herramienta para cambiar y es una clave de acceso para que la gente siga adelante. La música pone todo igual, al mismo nivel: al hombre de máximo poder con el que no tiene nada. No importa el dinero que tengas o no, la música es para todos.

Hace usted una llamada de atención en su último trabajo para que el mundo no se nos queme y podamos sobrevivir...

Y que merezcamos este sitio hermoso que nos pusieron, el mundo, y que nos estamos cargando. Consumo responsable es lo que hace falta, estamos consumiendo cosas que ni necesitamos. Es increíble que viviendas del mismo barrio cuesten una un millón y otra cien estando solo a un paso. Hace falta una reorganización.

¿Cómo mantiene usted tanta esperanza?

Con atención. Y mira cómo presionamos a los políticos para que busquen una reorganización y tengamos una voz. Internet, por ejemplo, que podía hacernos libres nos ha hecho presos y ha quitado muchísimos puestos de trabajo, ha pirateado la música.

Y ha saturado de imagen sin contenido el mundo...

Y nadie se conmueve con el hambre. Se insensibilizan y piensan que es normal tener dolor, que exista el dolor, y no es normal tener dolor.

Y quieren quitar el poder a la música, a la cultura para adocenarnos...

Sí, porque tiene poder, es fundamental. Cultura es una forma de repensar y cuando precisamos de una base para avanzar nos vamos a la cultura. Los valores han cambiado y hay millones de voces y tendríamos que estar unidos, pero la catastrófica economía mundial ha llevado a la gente al absurdo de creer que el mundo es una mierda y que dejemos destruirlo.  Y no, tenemos que reconstruirlo.

¿Cómo?

No hay en el mundo ningún redentor, nadie que pueda salvarnos, sólo nosotros mismos. Pero podemos ayudar. Si asumimos que los problemas del semejante son como los tuyos, entonces sí encontrarás la verdadera calidad de vida, que eso es paz. Yo te doy paz, te doy lo que tengo.

¿Se ha potenciado tanto el individualismo que por eso estamos así?

Así estamos, sí. Son los egoístas o falsos líderes mundiales quienes están queriendo cambiar porque nosotros ya cambiamos y queremos la paz. Son ellos los que no la quieren y están preocupados porque saben que nosotros sí cambiamos.Y podemos creer en quien queramos, todo es producto de una sola creencia en Dios. Yo no creo que haya terroristas, ladrones o bandidos, ante Dios un hombre es un espíritu. No hay ser humano ilegal, porque tiene vida, y la vida no puede ser ilegal, no puede ser criminalizada. Los problemas crecen porque estamos más convencidos por la idea de venganza que por el perdón.

¿Por qué?

No aprendemos a perdonar, pero no podemos enloquecer, tenemos que buscar la manera, la ayuda. Y vamos a encontrar gente que ayude a crear un mundo donde aprendamos a vivir y convivir. No podemos quedarnos en ese pensamiento de que las cosas no tienen solución. Nacemos con coche, luz, agua y tenemos tanto que no sé por qué no damos espacio al progreso moral.

¿Interesa que no lo tengamos, que no pensemos?

Yo no soy un gran pensador, pero sí tengo la función de dar un mensaje como artista. Cuando hay dificultades es necesario que nosotros hablemos, no como líderes, porque no lo somos, sino como mensajeros. Nuestro mensaje es: calma con tu hermano, con tu pareja, con tu trabajo, con el mundo. Construiremos algo, no puede ser este rechazo frenético de pensar y creer que esto no cambia. Hay que entrar en la política y acabar con eso.

¿Qué papel le da usted a la mujer en el cambio?

Un liderazgo femenino es necesario. El mundo siempre fue matriarcal. Y hay que mandar como seres humanos y acabar con esa dicotomía de masculino y femenino. Queremos el matriarcado, queremos matriarcado mundial. Los hombres no sabemos mandar y los hombres están mereciendo unas vacaciones. Hay que dejar a las mujeres hacer su parte, porque la mujer lo hará gigante: ella es capaz de tener hijos, trabajar, ir al gimnasio, bailar..., miles de cosas.

No se si en eso nos hemos equivocado, lo de 'superwoman'...

Sí está bien, porque la mujer sabe cómo usar su tiempo. Vamos a hacer que el matriarcado haga un nuevo pensamiento social porque la sociedad está demasiada masculinizada. El foco hay que ponerlo en cómo hacer esto más agradable y cómo puedo colaborar. Yo hago música para el que hace zapatos, el doctor que te da el fármaco, el periodista. Es todo un servicio, no hay uno más arriba que otro.

¿De verdad lo cree?

Nadie está encima de otro, nadie está por encima ni por debajo de mí: ese problema yo no lo tengo. Somos todos iguales.

¿Y los 'malos' son iguales también?

Dale una sonrisa o un beso a alguien malo y verás la reacción. Hace falta más personas que quieran. La vida no es una ficción bien hecha por Hollywood, es algo más sencillo. Creo en la gente y tengo esperanza, soy la prueba. Tengo 54 años, y cuando era niño no fui un bandido, cuando la estadística me llevaba a ser bandido. Tenía ilusión, sueño y fuerza.Y mi madre me tuvo con 13 años, una niña, y eso era muy duro. Hay que mirar la esperanza, buscar tu sueño. No quiero ni necesito un mundo virtual, quiero un mundo real. En uno virtual no ven el dolor. Con guerra y balas no se va a cambiar nada. Desarmemos las armas, el miedo, las manos y el corazón, y eso traerá el sueño de todos.

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