Lupe triplicaba la tasa de alcohol al volante: "Puse en peligro la seguridad de otros conductores"

Guadalupe Mora se traslada en transporte público desde que le han retirado el carné por dar positivo en alcoholemia.
Guadalupe Mora se traslada en transporte público desde que le han retirado el carné por dar positivo en alcoholemia.
JORGE PARÍS
Guadalupe Mora se traslada en transporte público desde que le han retirado el carné por dar positivo en alcoholemia.

"Puse en peligro la seguridad de otros conductores", reconoce Lupe cuando se le pregunta por qué un juez le ha retirado el carné de conducir hasta abril de 2017. Sin evadir la culpa, admite que fue "irresponsable" ponerse al volante de su coche aquella madrugada para volver a casa después del concierto de rock.

"Iba a 80 kilómetros por hora en la autovía y llevaba detrás a la Guardia Civil. Zigzagueé, ocupé el carril central en un momento dado, y me hicieron parar. Observaron que no estaba bien y me pidieron que me bajara. Me preguntaron si yo me encontraba bien. Les dije que no".

Unos minutos antes, cuando se despidió de su grupo de amigos en la puerta de una sala de conciertos y se subió al coche, "pensaba que no iba tan mal". El alcoholímetro se apresuró a sacarla de su error. Le hicieron tres pruebas en el transcurso de una hora. Al primer soplido dio 0,80 gramos de alcohol por litro de aire espirado, más del triple del máximo legal (0,25 gr/l). En el último aliento siguió en un delictivo 0,70. Los agentes le informaron de que, en tal estado, no le dejarían mover el coche.

Lupe cree que dio una tasa tan alta de alcoholemia, tal vez, porque ese viernes no le dio tiempo a cenar, por su complexión delgada y, claro está, por las cervezas que bebió.

Ni 48 horas mediaron entre el control de alcoholemia en la autovía y el juicio rápido, a primera hora de un lunes. "No me dio tiempo casi ni de informarme", dice Lupe, que llamó a la aseguradora de su vehículo, pero le informaron que en esos casos (alcoholemias) "no cubre" la asesoría legal. Tuvo que ser asistida por una abogada de oficio.

"Te quedas a cuadros con el procedimiento. Es de una frialdad pasmosa", describe Lupe, que almuerza en un restaurante de un polígono industrial del extrarradio de Madrid. A su alrededor no son pocos los operarios, transportistas y administrativos que dan cuenta del menú de la casa, regado con vino y gaseosa.

Volviendo al día del juicio, Lupe pensaba que iba a ver al juez y le iba a poder responder a sus preguntas, "pero solo te dejan hablar con la abogada, que va saliendo de la sala diciéndonos lo que nos toca a cada uno de los que estamos allí". En los juzgados ese día ella era la única mujer esperando la sentencia rápida por conducir en estado ebrio —nueve de cada 10 personas a las que se retira el carné de conducir en España son hombres—. "Yo era también la única persona joven, la mayoría de los que me rodeaban eran señores súper alcohólicos, como con cara de cirróticos. Uno de ellos era reincidente y conducía con el carné retirado".

El juez determinó fijar una pena de 18 meses sin carné de conducir y 2.000 euros de multa por infracción del artículo 379.2 del código penal, el que prohíbe la conducción bajo la influencia de bebidas alcohólicas cuando concurre una tasa de alcoholemia superior a 0,60 gramos en aire espirado. Ya que si la tasa está entre 0,25 y 0,60 se queda en sanción administrativa, multa y retirada de puntos del carné por parte de la DGT.

El año pasado, una de cada cuatro condenas judiciales fue por alcoholemia positiva (24,3%), superando en 2014 (último año disponible) las 58.600, a un ritmo de 160 condenas al día por conducir ebrias.

"La abogada me explicó que si aceptaba se me reducía un tercio el tiempo si carné y la multa". Aceptó. Lupe no podrá volver a ponerse al volante "hasta el 3 de abril de 2017", no sin antes haber superado un curso de reciclaje de puntos y tras abonar otros 200 euros más de multa que le ha puesto la DGT.

"Cuando me dijeron en el juzgado que el castigo empezaba en ese momento, que ya no podía coger mi coche ni para aparcarlo cerca de casa, me entró la llorera. La secretaria judicial tuvo que tranquilizarme".

Han pasado tres meses desde entonces y se confiesa dispuesta a cumplir su condena obedientemente. Aunque sí pone una excepción: "Que me surja una emergencia con mi hijo y su padre esté fuera por trabajo. Yo lo tengo claro, si a mi hijo le pasara algo, cojo el coche y salgo corriendo al hospital".

Se puede vivir con el carné retirado. "Es una puñeta, pero aprendes", dice Lupe. Al trabajo se desplaza en transporte público. Si tiene suerte, algún compañero le acerca a casa al final del turno. Por la tarde se desplaza caminando y en autobús. La compra del súper "se hace en fin de semana, cuando estamos los dos y conduce José (su marido)". Incluso ha probado Blablacar, un servicio de viajes en coches compartidos, en Semana Santa para ir al pueblo. "Todo es solucionable, aunque cuesta más esfuerzo y tiempo".

Le da "mucha pena" ver el coche estacionado de continuo. "Pero pienso en lo que podría haber ocurrido.... Imagina que pasa algo y le doy a alguien que tiene a su vez familia. Uy, calla", se frena ella sola. "Fui una irresponsable, pero es que yo no salgo casi nunca de noche. Y no pensaba que iba tan mal. Con lo paranoica que soy del cinturón de seguridad, de la sillita del niño, de la velocidad. Pero lo importante, de verdad, es que ese día no pasó nada grave... y ya".

Lupe piensa que en su caso sí ha sido eficaz la sanción, pero duda de que con estas medidas se ataje el problema de la conducción bajo la influencia de sustancias como el alcohol y las drogas. "Con la cantidad de gente en España que sale 'fina' a la carretera a diario". A su alrededor en el salón del restaurante del polígono no son pocos los operarios, transportistas y administrativos que terminan el menú de la casa, regado con vino y gaseosa.

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