Verano, playa... y los terrores acuáticos fabricados por el cine

  • 'Tiburón' de Spielberg sigue siendo la película de referencia en terrores acuáticos.
  • Este viernes, 15 de julio, se estrena 'Infierno azul', también con un gran tiburón blanco como amenaza.
  • Otros grandes títulos son 'La mujer y el monstruo', 'Abyss' o 'Piraña'.
  • GALERÍA: 16 clásicos de cine de tensión y terror en el agua
Una escena de 'Tiburón', la más famosa de las películas de terror en el agua
Una escena de 'Tiburón', la más famosa de las películas de terror en el agua
Universal/Sony
Una escena de 'Tiburón', la más famosa de las películas de terror en el agua

Época Veraniega y altas temperaturas. Apetecen terracitas, playa y estar rodeados de agua. El cine ha sabido aprovechar muy bien estos espacios, pero no siempre con fines refrescantes o idílicos. Tiburón, en 1975, tuvo el honor de inaugurar todo un género, el de los terrores que se ocultan en las aguas, provocando traumas a más de un espectador. Las playas ya no serían igual de seguras para bañistas, turistas o incluso expertos biólogos desde la película de Spielberg. En sus profundidades, o superficies, pueden albergarse auténticos horrores.

El más reciente en apuntarse a la moda de asustar al personal ha sido el director barcelonés, afincado en Hollywood, Jaume Collet-Serra con Infierno azul, que llega a nuestras pantallas el próximo viernes día 15. Está protagonizada por la actriz Blake Lively que acapara prácticamente todo el protagonismo, ella y el enorme tiburón blanco que la acecha, aislada, a escasos 100 metros de poder llegar a tierra firme.

Y es que no todo ha sido la obsesión del capitán Ahab y su lucha personal contra un enorme cachalote blanco en Moby Dick, con la recordada adaptación del relato de Herman Melville que realizó en 1956 John Huston con Gregory Peck como protagonista. El exitazo de Tiburón, en su momento, agitó imaginaciones y provocó multitud de producciones que intentaban seguir su rumbo. Tentáculos (1977), Abismo (1977) y Orca, la ballena asesina (1978), entre muchas otras. La más digna fue Piraña, dirigida por Joe Dante en 1978 y, en un más difícil todavía, una olvidable secuela, Piraña II: Los vampiros del mar, con peces voladores que si fue relevante por algún motivo era porque significó el debut como director de James Cameron. No hace tantos años, en 2010, el francés Alexandre Aja dirigió, con más sangre y carne, en todos los sentidos, Piraña 3D (que también tuvo secuela).

Los escualos nos han seguido acompañando, en producciones sobre todo de bajo presupuesto e inspiradas en sucesos reales, en títulos como Open Water (2003), El arrecife (2010); o mucho menos realistas, y más efectistas, caso de Deep Blue Sea (1999), con tiburones modificados genéticamente, más fieros, inteligentes y veloces. Sin embargo, el rey de la serie ya no B sino Z, más cutre y casposa, tan ridícula por sus efectos, guión e interpretaciones como, más o menos, simpática es la saga Mega Shark.

Las serpientes marinas han tenido su mejor exponente en Anaconda (1997), protagonizada por Jennifer Lopez; y los cocodrilos y caimanes han generado su buena porción de sustos y muertes con Mandíbulas (1999), Black Water (2007), El territorio de la bestia (2007) o Cocodrilo (2000), hechas con presupuestos ínfimos.

Los monstruos marinos, además de inspirarse en la mitología popular (y aunque el monstruo del lago Ness no tenga ninguna película de terror mínimamente recomendable), se han alimentado de la propia mitología del cine. Tiburón, Alien, La cosa o Abyss crearon a su vez sus propias criaturas. Profundidad seis (1989) con un grupo de científicos que despertará a una bestia prehistórica; Leviathan. El demonio del abismo (también de 1989) intentó meter miedo con algo más de presupuesto y ambiciones; Deep Rising. Misterio en las profundidades (1998) le puso más acción; Below (2002), ambientada durante la II Guerra Mundial, logró una notable y atmosférica propuesta con muy pocos medios; y la surcoreana The Host (2006) ha sido uno de los pequeños títulos de culto de los fans de género en los últimos años, con la criatura mutante surgida del río Han.

Producciones españolas, clásicos y extraterrestres

Con producción española, el incansable director valenciano Juan Piquer Simón facturó La grieta (1990), y Stuart Gordon, director de la mítica Re-Animator, realizó para la Fantastic Factory Dagon: La secta del mar , con el horror perpetrado por una secta que adora un siniestro dios marino, y con una intervención secundaria del gran Francisco Rabal en la que prácticamente fue su última aparición en la gran pantalla antes de fallecer.

Uno de los grandes productores de la serie B, Roger Corman, también le sacó partido a los horrores acuáticos con esos seres que aterrorizaban una pequeña población costera en Humanoides del abismo (1980), y su directora, Barbara Peters, aún más cuando vio que le habían añadido en el montaje final más escenas gore y, sobre todo, de desnudos. Las criaturas de la película buscaban reproducirse, cual alien marino, con humanas. No en las aguas, sino debajo de las arenas, se hallaba el peligro en Playa sangrienta (1981); y Wes Craven se atrevió en 1982 con la adaptación del cómic La cosa del pantano, también hecha con cuatro dólares (y alguno más). Infinitamente más cutre fue Frankenfish (2004), de título elocuente.

En este recorrido no podía faltar un clásico, de 1954, con su erotismo apto para todos los públicos, y no exento de poesía; se trata de La mujer y el monstruo que además convertiría a su protagonista, Julie Adams, en una de las sex symbols del género. Aún hoy en día es una película venerada y de culto. Menos conocida es Marea nocturna (1961), con sirena asesina.

Menos terrorífica, pero con sus buenas dosis de tensión y misterio, se presentó Abyss (1989) de James Cameron, definida en su momento como un cruce entre Encuentros en la tercera fase y Alien. Jugaba en la liga de las grandes superproducciones, al igual que Esfera (1998), con nada menos que Dustin Hoffman, Sharon Stone y Samuel L. Jackson. Y ambas poniendo de relieve que los extraterrestres también tenían mucho qué decir en los asuntos terrícolas.

Más recientes, la saga Piratas del Caribe también desplegaba su catálogo de terrores marinos, con kraken incluido. Y el pasado diciembre se estrenó En el corazón del mar, basada en los hechos reales que precisamente inspiraron a Herman Melville para escribir Moby Dick. Después de todo esto, esperar que aún les siga apeteciendo darse un buen chapuzón o bucear entre las profundidades marinas.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento