Cómo puede un perro ayudar a investigar y juzgar un caso de abuso sexual a menores

  • Los perros de asistencia judicial son profesionales entrenados para dar apoyo emocional a niños que deben testificar tras haber sufrido violencia sexual o maltrato.
  • Programas desarrollados en el extranjero prueban que, en muchas ocasiones, la presencia del animal permite al menor aportar una declaración más detallada al juez.
  • Desde septiembre de 2014, la empresa Dogtor Animal lo está probando como iniciativa piloto en dos Juzgados de Familia de Madrid.
  • Ahora, la Asociación Bocalán también quiere importar este modelo pionero en EEUU, que funciona hace años en Canadá y Chile y que acaba de arrancar en Irlanda.
Fangoria, una labradora de dos años, trabaja con niños con autismo y ya está entrenando para convertirse en perra de asistencia judicial.
Fangoria, una labradora de dos años, trabaja con niños con autismo y ya está entrenando para convertirse en perra de asistencia judicial.
JORGE PARÍS
Fangoria, una labradora de dos años, trabaja con niños con autismo y ya está entrenando para convertirse en perra de asistencia judicial.

Uno de cada cinco niños europeos es víctima de algún tipo de violencia sexual, según datos del Consejo de Europa. En el 80% de los casos los abusos son cometidos por personas integradas en la vida de los menores, individuos de su entorno más cercano, gente en la que confían. Esto supone un verdadero escollo a la hora de conseguir que las víctimas denuncien el abuso y, más aún, que declaren contra sus agresores.

"Los abusadores suelen ser del entorno familiar, por eso los niños tienen la sensación de que están traicionando al adulto si lo cuentan, al tratarse de una persona cercana y bien reconocida socialmente, ellos sienten que se están chivando, creen que lo malo lo están haciendo ellos, y en parte por eso les cuesta tanto hablar de algo tan difícil y doloroso", asegura Margarita García Marqués, psicóloga de la Asociación para la Sanación y la Prevención de los Abusos Sexuales en la Infancia (ASPASI).

El ambiente de un juzgado en un proceso por abusos supone para los niños una situación hostil. El reto no solo es hacer justicia, sino también humanizar todo el proceso judicial. Se trata de prevenirles de una segunda victimización a través de un proceso policial y judicial que pueda suponerles un nuevo trauma.

Con este doble objetivo, desde hace años se desarrolla en varios países del mundo un programa con perros de asistencia judicial (entrenados desde que nacen para ser profesionales), que ha demostrado que la presencia de estos animales en los tribunales tranquiliza a los niños, entregándoles apoyo emocional a la hora de testificar.

Se busca crear un ambiente más familiar y dejar de lado la tensión. Para esto, el perro juega con ellos varias veces antes de que la policía de investigaciones y el fiscal les interrogue, luego les acompaña para que puedan responder, con mayor serenidad y confianza, a las preguntas de los jueces (momento en que los menores están solos en la sala, sin la presencia de ningún adulto).

El uso de perros de asistencia judicial fue desarrollado en Estados Unidos por Ellen O'Neill-Stephens en 2003. Esta exfiscal de un tribunal en Seattle explica a 20minutos el éxito de los animales en este programa judicial, pionero en el mundo.

"Varios estudios científicos han probado que el contacto físico con un perro disminuye nuestra presión arterial y frecuencia cardíaca. Los seres humanos han coexistido con estos animales durante miles de años y confían en ellos para alertar del peligro. Un perro vigilante y tenso a menudo causa una respuesta física de hiper consciencia en los seres humanos, por el contrario, un perro tranquilo y relajado ofrece un mensaje tácito de seguridad y confianza", asegura.

Desde hace años, también cuentan con estos perros profesionales en Canadá y Chile, país al que llegó a través de la Corporación Bocalán Confiar (referente internacional en perros de terapia y asistencia) que llevó a Santiago a la mismísima creadora del programa en EEUU para convencer al poder judicial chileno de los beneficios de implementarlo en ese país, un proceso que comenzó en 2009. Ahora, esta misma asociación en España también se plantea importarlo.

Teo Mariscal, director de Bocalán Madrid y maestro de adiestradores, ahonda en el funcionamiento de la teoría que da sentido al programa: "El estrés tras las situaciones traumáticas bloquea fisiológica y mentalmente a los niños. Llegado el momento de testificar, ante un evento que para el menor es aversivo (el juicio) introducir un estímulo apetitivo (el perro) reduce el impacto del primero. Así es como se trabajan las fobias y los traumas. Testificar ante un juez es una experiencia bastante desagradable, más si eres menor, más si has sido violado y más si tienes que enfrentarte a tu agresor, porque en algunos sistemas judiciales como el estadounidense o algunos en Latinoamérica además hay careos".

Iniciativa piloto en Madrid desde 2014

Los pioneros en probar un programa de estas características en nuestro país fueron los profesionales de la empresa Dogtor Animal hace dos años. Tras entrar en contacto con la estadounidense Ellen O'Neill-Stephens, decidieron poner en marcha una iniciativa piloto limitada a varios juzgados de la capital.

"En el verano de 2014 firmamos un convenio de colaboración con la Comunidad de Madrid para trabajar con perros y menores en dos Juzgados de Familia de Madrid. Fue un proceso muy largo, tardamos siete años en implantarlo por la lentitud de las gestiones", afirma Vanessa Carral, psicóloga clínica y educativa en Dogtor Animal.

En dos años, han realizado un total de 120 acompañamientos a menores. "En paralelo a esto realizamos un proyecto de investigación que publicaremos en marzo de 2017. Cuando hayamos obtenido los resultados finales del estudio, y si en vista de las cifras concluimos que el programa efectivamente funciona y reporta beneficios a los menores como recurso válido judicialmente, entonces trabajaremos para que se implante en más juzgados", asegura.

Carral detalla que la línea de investigación de esta organización madrileña se centra en los menores de 6 a 12 años, aunque "atendemos a cualquier niño que llegue al juzgado. De los 120 menores que hemos asistido con perros, la mitad de ellos son válidos para el estudio que llevamos a cabo". En la Comunidad de Madrid, Dogtor Animal también trabaja en terapias con animales destinadas a víctimas de violencia de género.

La experiencia chilena

No hay una raza idónea para este tipo de puestos tan profesionales, pero "se trabaja mucho con labradores porque son dóciles, sociables, nada agresivos, no se estresan demasiado con los cambios de guía (cuidador), son cariñosos, inteligentes y muy intuitivos. Además tienen una imagen pública muy buena, son perros con muy buena prensa y eso tranquiliza a las familias", afirma Mariscal.

Cecilia Marré, directora de Bocalán en Chile asegura que "estos perros son animales altamente cualificados, no vale cualquiera, los que seleccionamos para ser adiestrados son los mejores, la élite".

En el año 2009, Marré fue la encargada de poner en marcha este programa en el país latinoamericano, con altísimos índices de delitos sexuales. "Más del 70% de las llamadas que recibe aquí la policía se deben a problemas de violenciaa intrafamiliar, asociados normalmente con delitos sexuales", indica.

Según la directora de Bocalán, en Chile el problema es que, muchas veces, los menores ni siquiera quieren hablar. "Directamente no cuentan nada porque no vienen ni a declarar a los juzgados. Trabajamos para obtener relatos de niños con edades entre los dos y los 17 años y, en términos generales, los resultados tras implantar el programa son realmente asombrosos. En un 90% de los casos en los que se emplean perros se obtienen relatos. Recabar toda esta información implica que los jueces sean capaces de resolver con mayor justicia el caso".

"Es muy importante el relato pero también que los niños no salgan de la experiencia judicial más dañados de lo que ya vienen, de cualquier modo el beneficio es amplio. Es un proceso más eficiente y justo para investigadores y jueces, y menos traumático para la víctimas o testigos", resume Marré.

El perro como herramienta judicial

En el tribunal, el perro es un elemento de apoyo para que el niño emocionalmente se encuentre mejor. No es activo, pero sí juega un papel muy importante. Simplemente se queda con el menor, apoya la cabeza encima de su pierna o le pone la pata encima durante todo el proceso. Están entrenados para ser como estatuas. No intervienen, solo están presentes y permiten que el niño les toque o les abrace a demanda.

"Cuando lo implantamos en Chile, tuvimos que ser cautos. Cualquier acción del interrogador sobre el animal con el fin de conseguir más información por parte del niño podría ser tirada abajo por el abogado de la defensa, ya que podrían decir que se estaba coaccionando al pequeño para decir cosas en el interrogatorio que no son ciertas. Lo que el policía no puede hacer es decirle al menor, por ejemplo: 'Si me dices lo que tengo que saber puedes jugar con el perro un ratito'. No puede entrar en ese chantaje", explica Teo Mariscal.

Este maestro de adiestradores caninos afirma que "la cantidad de información y los detalles que aportan los menores en sus declaraciones, es notablemente superior a lo que era cuando no había perro. En Santiago ya han valorado cómo viven estos niños el proceso judicial y cómo lo viven otros que no han tenido perro. Los resultados arrojan que los pequeños que han tenido cerca al animal experimentan el proceso como algo divertido". La importancia de esto es vital: "Lograr una declaración más detallada lógicamente afecta al fallo del jurado y la consecuente condena", asevera.

Sin embargo, el director de Bocalán en Madrid matiza dos cosas: en primer lugar, "este programa no vale para todos los niños, a algunos no les gustan los perros o se sienten incómodos y no procede"; en segundo lugar, los perros de asistencia no son solo para el niño, sino que especialmente sirven al fiscal y al juez. "Son una herramienta para los miembros del sistema judicial, para conseguir sacar más información y además hacerlo de una manera mucho menos dañina para el menor".

De hecho, en los países donde ya funciona, este servicio es un requerimiento del juez, "en España la idea sería la misma. Si el juez considera que en un caso concreto al niño le puede venir bien tener un perro, es el magistrado quien lo solicita, como un servicio más de los juzgados".

Fuentes del Ministerio de Justicia aseguran a 20minutos que "en este momento es complicado hacer nada porque estamos desde noviembre en funciones y no se puede tomar ninguna decisión legislativa".

Facilitar los interrogatorios

Raquel Sánchez, decana y jueza de Primera Instancia e Instrucción del nº 6 en Colmenar Viejo (Madrid), es partidaria de cualquier elemento que facilite los interrogatorios con menores, "y siempre será mejor un perro que un muñeco. Aunque hay que valorar cada caso por separado: no es lo mismo los niños muy pequeñitos de tres o cuatro años que los adolescentes y no todos están igual de traumatizados".

En cualquier caso, Sánchez asegura que el objetivo es "que no hagamos más víctima al menor por pasar por el juzgado. Para todo el mundo es muy traumático asistir a un juicio, para un niño mucho más, por eso la idea de introducir algo que convierta la experiencia en algo bonito y lúdico es tan importante".

Esta magistrada conoció la existencia de los perros de asistencia judicial después de que se lo comentara la psicóloga forense con quien trabaja a diario en el juzgado y las bondades de la idea las tiene claras.

"El testimonio de esos menores sería más veraz, menos condicionado por el miedo, serían niños más sinceros, y eso contribuye a la justicia material, a que se descubra la verdad de lo que pasó. Este tipo de delitos son dificilísimos porque se producen en la intimidad, por eso si el niño ha realizado su declaración en un ambiente relajado siempre será más veraz que si está en tensión", asegura.

Para Sánchez, la presencia del animal junto al niño "sería interesante y muy útil en la fase previa, que el perro estuviera con la psicóloga forense y el menor durante la declaración grabada (la más importante)". Esto es la prueba preconstituída, que se hace antes del juicio, se graba y tiene el mismo valor que si se hubiera hecho ante el juez.

"En realidad es la parte esencial, el momento clave en el que necesitamos la mayor sinceridad por parte de la víctima, porque la idea es que el niño declare solo una vez, por eso se graba. Se pretende evitar con esto que el menor tenga que asistir a juicio y repetir una vez más su declaración pero, sobre todo, que entre en contacto con el agresor", afirma.

Seattle y el origen de la idea

Año 2003, Estados Unidos. Un niño bloqueado se niega a hablar con el fiscal sobre los abusos que ha sufrido a manos de su madre. Dos gemelas de siete años aguardan aterrorizadas ante la idea de testificar contra su padre frente a un juez en un caso de abuso sexual. Por los pasillos de las oficinas de la fiscalía del Condado de King (Seattle) corretea Jeeter, un precioso labrador rubio y sociable. Entonces un fiscal algo frustrado y atascado ante el silencio de los menores tiene una idea: presentar al perro a los traumatizados pequeños y dejarles pasar un tiempo con él.

Los menores juegan con Jeeter media hora en una sala. Mimos, risas, amistad. El experimento surte efecto, el estrés remite. Junto al animal, las víctimas se abren, hablan y proporcionan al fiscal suficiente información para presentar cargos contra los acusados. Durante el testimonio de los niños, Jeeter no hace más que estar presente, les acompaña en su declaración, se sienta junto a ellos y a veces pone la cabeza en su regazo mientras los pequeños le acarician. El uso de perros en el sistema penal ocurría por primera vez de manera no oficial.

¿Qué hacía el labrador allí? Jeeter era el perro de asistencia de Sean, el hijo mayor de Ellen O'Neill-Stephens, que fue diagnosticado al nacer con parálisis cerebral. Es incapaz de caminar, usar las manos o hablar, pero Jeeter, un profesional entrenado para asistir a personas con discapacidad, cambió su vida.

Una vez a la semana, Ellen se llevaba al perro al trabajo mientras su hijo permanecía con un cuidador social. Por aquel entonces ella era la fiscal del Tribunal de Drogas Juvenil del Condado de King. Ellen no tardó en darse cuenta de las capacidades de aquel labrador (neutralidad y energía positiva) para reducir la tensión en la atmósfera hostil de un tribunal, y enseguida sintió la necesidad de poner el concepto en marcha de forma organizada.

En 2008 la ex fiscal de Seattle se asoció con la veterinaria Celeste Walsen y juntas crearon la Courthouse Dogs Foundation. Desde entonces esta organización sin ánimo de lucro capacita a todo tipo de profesionales inmersos en el sistema legal acerca de cómo los perros de asistencia judicial (courthouse dogs) pueden ayudarles en la investigación y enjuiciamiento de delitos u otros procesos legales, acompañando a los menores durante el complejo trago de testificar ante un juez.

Pronto la idea se extendió a los sistemas judiciales de Canadá y Chile. "Una organización de perros de asistencia en Belfast acaba de iniciar el programa, por eso hemos viajado para reunirnos con su director", cuenta a 20minutos desde Irlanda la exfiscal estadounidense. "En Australia no existe todavía nada formal, pero también hay personas interesadas en ponerlo en marcha", añade.

La fundadora de Courthouse Dogs Foundation aporta cifras que avalan el éxito de su programa en el primer país que lo puso en marcha. "En Estados Unidos ya tenemos un total de 114 perros de asistencia judicial que trabajan en 33 estados ayudando a miles de personas. Hasta la fecha, cuatro estados del país han aprobado incluso leyes propias que apoyan el uso de estos animales profesionales para asistir a menores que deben testificar contra sus presuntos agresores".

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