Seis pioneros del cómic que fueron artistas de vanguardia

  • Una exposición en Fráncfort reivindica a las tiras cómicas tempranas de seis autores como 'otra clase de vanguardia' con categoría de arte.
  • Son Winsor McCay, Lyonel Feininger, Charles Forbell, Cliff Sterrett, George Herriman y Frank King, nacidos en el último cuarto del siglo XIX.
  • El surrealismo de McCay, anterior al de los pintores franceses, incluía caras que se funden y convierten en relojes de bolsillo. Dalí le copió la idea.
Página de Little Nemo, de Winsor McCay
Página de Little Nemo, de Winsor McCay
Private collection
Página de Little Nemo, de Winsor McCay

Las viñetas de Little Nemo in Slumberland —publicadas semanalmente en una página de diario dominical entre 1905 y 1926— avanzan el onirismo surrealista y algunas de las escenificaciones son de un acabado tan moderno que podrían pasar por creaciones digitales de los más avanzados sistemas de dibujo de más un siglo más tarde. El autor, Winsor McCay (1869-1934), un masón enamorado de la fantasía y los mundos paralelos, dibujaba camas que paseaban por la ciudad gracias a sus blandas y largas patas, convertía el Pequeño Nemo (en latín, Nadie) en gigante trepador de rascacielos, y hacía que un pavo se convirtiera en un predecesor de Godzilla.

Las tiras del cómic de McCay, que primero se publicaron en el New York Herald y después en el New York American del multimillonario e influyente magnate mediático William Randolph Hearst, influyeron más que ninguna otra manifestación artística de su tiempo en medios ajenos al de las tiras infantiles. El cine de Disney no sería el mismo de no ser por el estilo libre, alucinado y de audaz fantasía del dibujante. Tampoco el surrealismo de Salvador Dalí, que tomó prestadas de McCay, para decirlo con suavidad, unas cuantas ideas.

'Otro tipo de vanguardia'

Desde comienzos del siglo XX las tiras cómicas fueron el formato donde más y mejor se experimentó y el que llegó a mayor cantidad de público. No es posible entender el papel de las vanguardias que poblaron Europa durante el primer tercio del periodo sin tener en cuenta las contribuciones de los grandes pioneros del cómic. Quiere y consigue demostrarlo la exposición Pioniere des comic - Einte andere avantgarde (Pioneros del cómic - Otro tipo de vanguardia), hasta el 18 de septiembre en el museo Schirn de Fráncfort (Alemania).

Con 230 páginas originales de historietas de entre 1905 y la década de los años cuarenta —algunas procedentes de colecciones privadas que guardan el único ejemplar que se conserva—, los organizadores quieren poner de manifiesto que existen "correlaciones evidentes entre la evolución del cómic y las artes plásticas". En su momento las relaciones ni siquiera eran contempladas porque las tiras cómicas se consideraban una bastardía del dibujo y eran contempladas con desprecio por los gremios artísticos, por muy avanzados que fuesen sus planteamientos.

Rivalidad productiva

Las obras de más de un siglo de antigüedad que muestra el Schirn "exudan la energía de una época de nuevos comienzos, de creencia en el futuro, entusiasmo por la tecnología y de un meteórico ascenso del primer medio de comunicación real: el periódico". La rivalidad productiva en el mercado de la prensa "promovió el ingenio de los ilustradores de cómic de los primeros años", dice el coordinador de la exposición, Alexander Braun.

Los seis artistas que ha elegido el museo son los más habilidosos de los pioneros y todos forman parte de una generación que radicalizó el temario de las tiras cómicas y demostró que el público estaba predispuesto para los personajes no convencionales y las situaciones disparatadas e inteligentes. Se trata de, además de McCay, los también estadounidenses Lyonel Feininger (1871-1956), Charles Forbell (1884-1946), Cliff Sterrett (1883-1964), George Herriman (1880-1944) y Frank King (1883-1969). "Todos ellos", añade Braun, "siguen influyendo a día de hoy".

900 tiras en tres décadas

Atendiendo al éxito masivo de McCay, que convirtió a Little Nemo en un héroe público que era esperado cada domingo por millones de lectores, no exclusivamente niños, y que se atrevió a introducir en las muchas historietas que firmó —unas 900 en más de tres décadas— temas como la interpretación de los sueños del psicoanálisis y la incorporación de personajes aparentemente irracionales, artistas como Feinenger, que llegaría a ser pintor expresionista de fama y maestro de la Bauhaus, comenzó su carrera artística trabajando durante quince años como caricaturista e ilustrador de historietas.

En 1906, el Chicago Tribune decidió editar un nuevo suplemento de cómic con el trabajo original de los afamados ilustradores alemanes y contrató al artista, que había nacido en los EE UU pero vivía entonces en Berlín, para que culminase una serie sobre La vuelta al mundo en 80 días, de Julio Verne. A pesar de que el trabajo no logró ser lucrativo ni llegar con éxito al público, Feininger destacó por la melancólica languidez de su punto de vista, formulando incluso la idea de una ciudad en el fin del mundo que luego desarrolló como pintor.

Forbell se dedicó a la historietas durante poco tiempo y su historia es la de un genio incomprendido. En 1913, en el lapso de menos de 18 meses, el artista gráfico e ilustrador se encargó de las páginas dominicales en color dedicadas a su personaje Naughty Pete, un niño extremadamente travieso y dado a meterse en líos.  Más que por la excelencia del dibujo, Forbell innovó en la distribución y composición de las viñetas y el uso del movimiento de los personajes saliendo de cuadro para crear un lenguaje casi cinematográfico.

'Polly and Her Pals'

Uno de los estilistas más importantes del medio fue Sterrett, el creador de Polly and Her Pals, una serie innovadora en el lenguaje gráfico y capaz, al mismo tiempo, de fidelizar a los lectores con los mecanismos de una telecomedia. El matrimonio Perkins, protagonista de la tira, lucha contra las dificultades de la vida y trata de criar a una hija lo mejor que saben y pueden. El dibujante, dueño de un trazo nervioso y de gran poder, logró, a finales de los años veinte, introducir elementos que parecen anunciar la psicodelia, trastocó las proporciones y derrumbó las perspectivas...

Único dibujante de historietas al que ofrecieron un contrato vitalicio, Herriman es el autor de Krazy Kat, la única tira que no aparecía en el suplemento dominical del periódico dedicada cómics, sino en la sección de arte. El personaje tenía un público eufórico e intelectual —entre ellos Picasso, que pedía a los amigos que viajaban a Nueva York que le llevaran ejemplares— y la sección apareció entre 1913 y 1944.

Lógica narrativa dadaísta

Es una peculiar mezcla de surrealismo, inocencia y romanticismo, y estaba dotada de un lenguaje tan avanzado que sigue siendo venerada por aficionados y críticos. Herriman jugaba con elementos estilísticos del dadaísmo, ignoraba la presión de la anécdota y la línea argumental y seguía una lógica narrativa absurda. Krazy Kat es el modelo para todos los posteriores pequeños animales animados que han poblado el mundo, desde Félix el gato al ratón Mickey.

La gran aportación de King con la serie Gasoline Alley fue el desarrollo de una narración en tiempo real. A partir de 1921, un episodio de la serie fue publicado en periódicos los EE UU todos los días, de lunes a domingo y durante más de tres décadas. Además de grandes innovaciones de estilo, King mostró como sus personajes maduraban y envejecían.
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