El compositor y director valenciano Luis Serrano hace sonar la Ruta de la Seda

Luis Serrano en pleno concierto como director de orquesta.
Luis Serrano en pleno concierto como director de orquesta.
MARÍA MIRA
Luis Serrano en pleno concierto como director de orquesta.

Si bien es relativamente sencillo hallar información sobre la Ruta de la Seda y su influencia en las relaciones económicas y sociales de la humanidad, no es tan habitual encontrar partituras musicales que plasmen en un pentagrama las aventuras que pudieron vivir sus protagonistas a lo largo de los interminables viajes que unían las civilizaciones a través de la seda.

Eso es lo que ha logrado el compositor y director Luis Serrano Alarcón (València, 1972), con su trilogía Marco Polo, compuesta por tres obras para banda sinfónica que suponen un viaje musical por las tierras que componían la Ruta de la Seda. Para adentrarse en este proyecto, Luis Serrano partió del libro Los Viajes de Marco Polo, una obra que el propio mercader dictó a Rustichello, escritor de novelas de caballería, cuando ambos compartían prisión en Génova allá por 1298.

La primera parte de la trilogía lleva por título La Ruta de la Seda, y en ella se describe en cinco movimientos el viaje de Marco Polo desde Venecia hasta la Corte de Cambaluc (actual ciudad de Pekín) a través de la Ruta de la Seda, un periplo en el que los viajeros invirtieron más de cuatro años. La segunda, The Catay Years, se refiere a su estancia en la corte de Kublai Kahn, que ocupó 17 de los 24 años de esta aventura.

Con El Libro de la India, se cierra la trilogía, narrando su regreso hasta Venecia, su ciudad natal, que supuso los tres últimos años del viaje. «La premisa de la que partí a la hora de lanzarme a la composición de estas obras fue la utilización de instrumentos étnicos, en muchos casos desconocidos en Europa, para representar de manera sonora los ambientes de los países que visitó; ya fueran de sus viajes por los caminos de la propia ruta o durante sus estancias en diferentes emplazamientos», explica.

El resultado son unas composiciones musicales llenas de profundos contrastes y sonoridades coloristas, conseguidas en gran medida por un acercamiento a la música popular de las regiones que atravesaron.

El compositor afirma que «esto requirió un proceso de documentación e investigación vastísimo, que sirvió para darme cuenta de la enorme riqueza musical, y en general, cultural, que existe en estas tierras».

Para ilustrar esta afirmación, el compositor valenciano nos pone un ejemplo que resulta casi demoledor: «La música árabe divide la octava en 17 partes, mientras que en el mundo occidental son 12. Eso hace que nosotros creamos que suena desafinado, cuando es justo lo contrario: ellos tienen una afinación más completa. Esto nos da una idea de la monopolización de la música que existe desde occidente».

Pero las diferencias musicales entre oriente y occidente no se limitan a los instrumentos propios de cada cultura. «El grupo sinfónico es un invento europeo que tiene mala cabida en la cultura musical no occidental: por ejemplo, en estas regiones el concepto de armonía no existe; por ello lo que propone la trilogía es una recreación. En ningún momento pretendo hacer música de oriente medio, China o India. Al fin y al cabo, lo que hizo Marco Polo es eso: representar su historia desde el punto de vista del habitante europeo».

Hace ya casi un año, Luis Serrano estrenó la trilogía de Marco Polo en el Esplanade Concert Hall, uno de los iconos de Singapur, interpretada por The Philharmonic Winds, dirigiendo además la tercera de las obras. Era la culminación de más de ocho años de trabajo, «pero sobre todo, de enriquecimiento propio a nivel musical y cultural», concluye.

El falso concepto estándar de la música occidental

Una de las conclusiones que ha extraído Luis Serrano del proceso de investigación y creación de la trilogía de Marco Polo es el menosprecio con el que tratamos en ocasiones la música oriental: «Nuestra cultura occidental, engreída y peligrosamente expansiva, no ha hecho más que menospreciar, muchas veces por desconocimiento y otras muchas por intereses que nada tienen que ver con la cultura, las manifestaciones artísticas que provienen de otros lugares. El término exótico ha sido usado muy a menudo como un eufemismo de imperfecto, como algo que es diferente y por tanto inferior».

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