Queda menos de un mes para la nueva cita electoral del 26-J y los principales partidos ya han fijado sus estrategias de campaña y creen tenerlo todo previsto. Todos los martes, Ángel Calleja y Alfredo Menéndez detectarán los errores y aciertos del Partido Popular e interpretarán los movimientos de sus líderes. En definitiva, ofrecerán la foto fija de una carrera volátil.

"Tengo razón, coño", se repite Rajoy en el mismo tono jovial con el que dedicó un «te quiero» al imputado Alfonso Rus. Mariano está convencido de que lo ha hecho bien. Poco importan sus frases disparatadas, la cada vez mayor brecha social o que la corrupción le marque la agenda. El candidato es pétreo, impermeable a la crítica. Incluso se ha permitido abjurar de esa molesta conciencia colectiva que en Génova, 13 lleva el nombre de José María Aznar. La derecha española ha tocado suelo con Rajoy, pero un suelo cómodo. El PP volverá a ser el partido más votado el 26-J. En ese escenario, nadie puede tumbar a Mariano. La campaña ha empezado y el problema lo tienen los demás, no él.

Da la sensación de que el PP está confiando la precampaña a los penaltis. Como si supiera que enfrente hay un Juanfran (¡pobrecito mío!) preparado a fallar que le dé el título. La última aportación en los mensajes electorales de Mariano Rajoy, en alusión al PSOE, es que «otros le están mojando la oreja». Y los otros no son los de Amenábar: son los de Unidos Podemos, a los que parece que cada encuesta les sale mejor que la anterior. Y luego está el misterioso tuit de la línea roja: entre que sale poco y que sus mensajes en Twitter son un enigma, ¡hay que ver qué sustos nos llevamos!